Keller, Helen Adams (1880-1968).
Escritora estadounidense, nacida en Tuscumbia (Alabama) en 1880, y fallecida en 1968. Aún no había cumplido los dos años de edad cuando se quedó ciega y sorda a causa de una terrible enfermedad, por lo que no pudo comenzar su educación elemental hasta que, a los siete años de edad, bajo la tutela de Anne Mansfield Sullivan (del Instituto Perkins para ciegos) recibió una educación especial para personas disminuidas. A pesar de sus serias limitaciones físicas, Helen Adams Keller disfrutaba de una inteligencia privilegiada que le permitió aprender rápidamente a leer siguiendo el método Braille, y posteriormente a escribir a través de un aparato diseñado para su uso exclusivo.
Sus progresos fueron tan espectaculares que, en 1890, cuando tenía diez años, aprendió a hablar perfectamente en tan sólo un mes de adiestramiento, y a pesar de que hasta entonces no había podido articular palabra. Pero aún tuvo más repercusión el hecho de que, al cabo de otros diez años, fuera admitido su ingreso en la Universidad de Radcliffe, de donde egresó en 1904, habiéndose graduado con las máximas calificaciones.
Convertida ya en un símbolo de la capacidad de superación del ser humano, entró a colaborar con la Comisión de Ciegos de Massachussetts, institución que le sirvió de trampolín para exponer sus progresos en numerosas conferencias impartidas por todo el mundo. Su talante humanitario se acentuó al término de la II Guerra Mundial, cuando se dedicó a visitar a los soldados heridos y, especialmente, a alentar a quienes habían vuelto de la contienda afectados por alguna minusvalía física.
Mientras se dedicaba a estas actividades humanitarias, fue desarrollando una curiosa producción literaria que, basada en su propia experiencia de persona incapacitada, apuntaba al mismo objetivo que sus conferencias y campañas en pro de los disminuidos físicos. Esta producción está constituida por títulos tan relevantes como Historia de mi vida (1903), El mundo en que vivo (1908), Salir de la oscuridad (1913), Mis años posteriores (1930), Tengamos fe (1940), Maestra: Ana Sullivan Macy (1955) y La puerta abierta (1957).
En 1954, cuando ya había sumado casi tres cuartos de siglo de existencia, asistió emocionada al reconocimiento que le brindó Hollywood con la película titulada Lo inconquistable, una versión cinematográfica de su valiente existencia. Este filme dio lugar, unos años después, a la obra de teatro El milagro de Ana Sullivan, de 1960, pieza que dos años más tarde se adaptó al cine en una versión dirigida por el estadounidense William Gibson, y protagonizada por la actriz Anne Brancroft, cuyo trabajo mereció un Oscar de la Academia de las Artes y las Letras de Hollywood.
