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BiografíaFotografía

Höpker, Thomas (1936-VVVV).

Fotógrafo alemán nacido en Munich en 1936. Reside en las afueras de Nueva York.

Vida

Con la edad de catorce años comenzó a hacer sus primeras fotografías mientras estudia en Múnich, Stuttgart y Hamburgo Historia del Arte y Arqueología. En 1962 ya trabajó para la revista alemana Kristall. Realizó trabajos en Brasil, Perú, Egipto, Etiopía y Oriente Medio, así como una serie de fotografías en Estados Unidos para esta publicación. En 1964 trabajó para la revista Stern, realizando reportajes en Centro Europa, Asia, España, Portugal y Estados Unidos.

Sus primeros trabajos para televisión los realizó en documentales sobre Washington y Canadá como cámara y productor para, en 1973, dedicar sus esfuerzos a dos películas sobre el hambre en Etiopía. Tres años después realizó reportajes en Nueva York y Japón y en 1978 ocupó el cargo de director ejecutivo de la revista Geo, cargo que abandonó en 1981, para mudarse a Nueva York donde comenzó a desempeñar su profesión de manera independiente. En 1982 realizó reportajes en Grecia, Cuba y África y empezó a trabajar en un primer libro sobre las ex-colonias alemanas y, en un segundo libro, que se centró en la ciudad de Nueva York.

Las imágenes de Höpker son de un realismo impactante, desgarrador y muy personal. "Cada vez que disparamos nos hacemos un autorretrato" comentó el autor, palabras que descubren su forma de pensar sobre la actividad fotográfica. El fotógrafo alemán defiende la idea de que no hay nada objetivo delante de nuestros ojos y menos aún delante del objetivo de una cámara, aunque el fotógrafo es ante todo humano y, a veces, víctima de sus ideas. Hablando de Eugene Smith constata esta humanidad cuando el británico comentó, respecto de una de sus más famosas imágenes, que hizo cinco o seis tomas -de una madre lavando a su hijo mutilado- y después ya no pudo conseguir un buen enfoque pues las lágrimas inundaron sus ojos.

Para Thomas el fotógrafo pasa su tiempo buscando aquella imagen perfecta, basada en una acción llamativa, unos colores significativos, un pequeño rayo de luz que le den a la escena un significado y un valor lo más cercano posible al mayor grado de perfección. Aunque ello no es siempre posible y, escoger el material resulta en muchas ocasiones “doloroso”, ante la falta de una imagen de estas características: "cientos de rollos gastados en un solo viaje pueden quedar reducidos a un centenar de fotografías. Se me ocurre reducir aún más este número; sería un gran consuelo reducirlo a cero y mandar al director un cargador completamente vacío acompañado de una nota: (...) Estoy seguro de que comprenderás que mi viaje no ha producido ninguna fotografía digna de mención; tú sabes que en este mundo hay montones de fotografías superfluas, ¿para qué añadir una más?".

Sin embargo, hay ocasiones, según el propio Höpker, en las que esa fotografía casi perfecta es fruto del azar. Hay que estar en el momento exacto, en el lugar correcto y sobre todo disparar en esa décima de segundo que le da al fotógrafo aquella fotografía que dará la vuelta al mundo. Ello es más evidente en las fotografías de un reportero gráfico, ya que relatar un hecho cautivador, comunicar un hecho importante, es el verdadero “quid” del periodismo gráfico. Hay que estar allí, para un fotógrafo no hay otra elección, hay que estar donde ocurren las cosas para poder recoger y después mostrar esa realidad.

Para Höpker, a veces, esa realidad tiene que verse captada con la mirada gélida y despiadada del objetivo: "Si delante tienes una escena trágica o bella que con la cámara puedes multiplicar en intensidad trágica o bella, el fotógrafo no dudará en tomarla". Se observa, pues, cómo la fotografía es un medio de comunicación para el autor que, como tal, debe sensibilizar e informar de lo que ocurre en otros lugares aunque sea manipulando esa realidad: "...debemos mejorar la realidad, dar color a la tristeza de las cosas comunes, hasta convertirlas en algo insólito y por lo tanto interesante. Ya no basta con que la imagen sea bella, tenemos necesidad de lo extraño, lo raro, de lo “demencial” y sin estos caracteres nuestras fotografías pasarán inadvertidas (...) Los lectores de revistas se han vuelto insensibles y duros de conmover".

Aún así, Höpker lamenta que el medio fotográfico, como ocurre en todos los medios, estén limitados y sean dependientes de un control político que, en ocasiones, priva al reportero de mostrar hechos aún más importantes socialmente hablando que, como mero instrumento comunicativo, que es, a fin de cuentas, la fotografía.

Sus imágenes están marcadas fuertemente por el contraste. Busca constantemente el contraste en la escena: contraste en los sujetos, contraste en los objetos, en el color, en la luz, en la composición... La serie “Esculturas en el desierto”, es un ensayo artístico de esos contrastes. Figuras geométricas plantadas en las curiosas formas que construye la arena del desierto, así como las luces y sombras y los colores puros con los que nos deleita el sol en las enormes áreas del desierto. Sin embargo, estas figuras, colocadas totalmente fuera de su ambiente natural, a veces parecen haber nacido allí. Son, si se les puede llamar así, esculturas naturales, que comparten un fuerte contraste con el entorno y un equilibrio con las formas que les rodean.

Bibliografía

  • HÖPKER, T.: La bellas fotografías que no he hecho. Barcelona: Ediciones Orbis, 1984.

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Autor

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