Herschel, John (1792-1871).
Astrónomo y científico británico, nacido en Slough (Buckinghamshire) el 7 de marzo de 1792, y fallecido en Hawkhurst (Collingwood, condado de Kent) el 11 de mayo de 1871. Fue hijo de uno de los más grandes astrónomos de todos los tiempos, el alemán Frederick William Herschel (1738-1822), descubridor del planeta Urano -el primero, entre los del Sistema Solar, que no conocieron en la Antigüedad-, y sobrino de otra astrónoma genial, Lucretia Karoline Herschel (1750-1848), hermana del anterior. Iniciado en los misterios de la Astronomía por su padre y su tía, completó el valiosísimo catálogo estelar iniciado por su progenitor, y llegó a alcanzar tanta fama y prestigio en su tiempo que, durante un período de estancia en África del Sur, consagrado a la observación de las estrellas del hemisferio meridional, el rotativo sensacionalista Sun, de Nueva York, publicó una falsa noticia que le atribuía haber comprobado científicamente la existencia de selenitas (habitantes de la Luna).
Vino al mundo en la célebre "Casa del Observatorio" de Slough, donde se había instalado su padre al poco tiempo de haberse afincado en Inglaterra, procedente de su Alemania natal. Su madre, María Pitt, hija de un rico comerciante de la comarca, había contraído matrimonio con el afamado astrónomo de Hannover a la tardía edad de treinta y ocho años. Esto explica que el pequeño John, que vino al mundo cuando su madre tenía cuarenta y dos años, y su padre cincuenta y cuatro, fuera el único hijo del matrimonio; y que, en su cuidado y educación, se volcaran sin otra distracción tanto sus progenitores como su tía Lucretia Karoline (quien, desde hacía muchos años, vivía y colaboraba con su hermano en el Observatorio de Slough).
Tanto William Frederick Herschel como su hermana Lucretia poseían un extraordinaria formación musical, por lo que el pequeño John recibió desde niño provechosas lecciones de solfeo y órgano (instrumento en el que era un auténtico virtuoso el científico de Hannover); además, claro está, se impregnó desde niño en todos los secretos de la Astronomía, y estudió con aplicación otras materias científicas -como la Física y la Química- que, con sumo agrado por su parte, le explicaba su tía.
A pesar de haber acumulado desde su más tierna infancia este copioso bagaje de saberes, John Frederick W. Herschel tuvo muchos problemas durante sus primeros años de formación académica, pues en la escuela primaria resultó intimidado por otros alumnos mayores que envidiaban su inteligencia natural y sus conocimientos. Y así, tras haber pasado precoz y fugazmente por la Dr. Gretton's School (Hitcham), fue retirado de ella y enviado, con tan sólo ocho años de edad, al Eton College, donde continuó siendo acosado por sus compañeros de aula. Sus padres optaron, en consecuencia, por traerle de vuelta al hogar familiar y proporcionarle allí una educación privada y específica, impartida por tutores particulares.
Finalmente, superó sus problemas de adaptación y, tras asistir a las escuelas de Clewer e Hitcham, se incorporó, en 1809, al prestigioso St. John College, de la Universidad de Cambridge. Allí coincidió con otros brillantes científicos ingleses de su generación, como el matemático Charles Babbage (1792-1871) -que habría de inventar las primeras máquinas calculadoras programables- y el astrónomo y también matemático George Peacock -que, entre 1831 y 1836, habría de formar parte de la celebérrima expedición naturalista del buque Beagle, en la que también se halló enrolado el joven Charles Darwin (1809-1882)-. Herschel compartió amistad con Babbage y Peacock a lo largo de toda su vida.
Los tres jóvenes alumnos del St. John fundaron, en 1812, la Analytical Society ("Sociedad Analítica"), cuyo principal objetivo era el de introducir, en los centros universitarios de Inglaterra, los métodos de análisis matemático desarrollados en Europa (que, por cierto, ya se habían adoptado en las principales universidades de Escocia). Se había implantado, hasta entonces, un mínimo acercamiento al modelo de cálculo de Leibniz (1646-1716), introducido precisamente por uno de los profesores de Herschel; pero lo cierto que, por aquel tiempo, en los programas de Cambridge no se hablaba aún de las teorías de D'Alembert (1717-1783) o de Euler (1707-1783), ni del modelo algebraico de Lagrange (1736-1813).
En el seno de la Analytical Society, Herschel y Peacock tradujeron al inglés el Tratado de cálculo diferencial y el Tratado de cálculo integral, dos obras fundamentales de Lacroix (1765-1843). En 1813, Herschel se graduó en Matemáticas como el primero de su promoción, seguido de cerca por Peacock; por su parte, Babbage renunció a examinarse porque conocía sus limitaciones en Matemáticas y estaba seguro de no poder superar a sus dos compañeros.
Tras su graduación, Herschel fue elegido socio del St. John College y miembro de la Royal Society. Continuó interesándose por las Matemáticas, y publicó diversos trabajos sobre álgebra y trigonometría; pero pronto sus inquietudes le llevaron a estudiar e investigar en otros campos del saber. De forma sorprendente, en 1814 decidió consagrarse a la carrera de Leyes y, desobedeciendo el consejo de su padre -que, movido de sus profundas convicciones religiosas, deseaba que se uniera a la Iglesia-, marchó a Londres y empezó a realizar prácticas de abogacía.
Pero a los pocos meses advirtió que estaba más capacitado para la investigación científica y matemática, por lo que regresó a Cambridge y, ahora en compañía de Babbage, se sumó al cuerpo docente de su antigua alma mater. Ambos pusieron todo su entusiasmo inicial de jóvenes docentes al servicio de un objetivo: convencer a la comunidad científica británica de que la notación propuesta por Leibniz para el cálculo diferencial era más adecuada que la de Newton (1642-1727).
En 1816, después de haber veraneado al lado de su ya anciano progenitor, Herschel decidió ahondar en los saberes astronómicos que, en su lejana infancia, le inculcaran éste y su tía. Empujado, también, por la mala salud del veterano astrónomo, se fue a vivir con él a la vieja "Casa del Observatorio" de Slough y se convirtió en su principal ayudante. Pronto dominó a la perfección la técnica de fabricar telescopios -en la que William Frederick Herschel era un consumado maestro-, y estudió a fondo los trabajos de su padre para hallarse en condiciones de completar lo que, por exigencias de la Ley natural, éste había de dejar sin concluir.
En un corto período de tiempo, adquirió un merecido prestigio entre los astrónomos británicos, hasta el extremo de convertirse, en 1820, en uno de los principales impulsores de la fundación de la Astronomical Society. Y, al mismo tiempo, continuaba haciendo gala de una asombrosa versatilidad que le permitió introducir notabilísimos avances en el campo de la óptica (adelantos que, al cabo de veinte años, se revelaron fundamentales para el desarrollo de la fotografía). Por si todo esto fuera poco, seguía ampliando sus investigaciones matemáticas -que le reportaron la prestigiosa medalla Copley, de la Royal Society, en 1821-, y realizaba también importantes trabajos sobre geología, mineralogía, meteorología y química.
Sus primeros trabajos como astrónomo le llevaron a completar el catálogo de estrellas que había iniciado su padre, así como a perfeccionar el método de apreciación de las magnitudes estelares y de las distancias y posiciones de los cuerpos celestes. Interesado en las estrellas dobles, llegó a contabilizar más de diez mil; además, se consagró a la detección del paralaje de las estrellas fijas, lo que, según sus especulaciones teóricas, habría de permitir calcular sus distancias y demostrar de un modo experimental que la Tierra giraba alrededor del Sol -hecho que finalmente probó, en 1838, Friedrich Wilhelm Bessel (1784-1846).
En la década de los años veinte del siglo XIX, Herschel era ya uno de los sabios más conocidos y respetados en todo el mundo. No es de extrañar, por ende, que la famosa Enciclopedia de Gabinete -uno de los principales compendios del saber de su tiempo- le invitase a redactar una serie de libros o pequeños tratados divulgativos, de carácter popular, en los que debía ocuparse de la Filosofía Natural (es decir, las Ciencias Naturales, la Física, la Química...) y de la Metodología científica.
Así las cosas, en 1830 Herschel dio a la imprenta su primera entrega de esta serie, un libro titulado Introducción a la Filosofía Natural, que pronto gozó de gran popularidad y hubo de ser reeditado en numerosas ocasiones. Hombre de Ciencia y, por encima de todo, erudito interesado por cualquier parcela del saber, Herschel se muestra en esta obra como la perfecta combinación entre el científico y el filósofo, tan preocupado por la especulación teórica como por la experimentación y la correcta aplicación metódica de los conocimientos. Entre las enseñanzas más notables de esta obra, cabe señalar su precisión y claridad a la hora de establecer que, para cada hecho científico novedoso (o con pretensiones de serlo), ya se trate de una hipótesis confirmada por datos experimentales o de una teoría que predice con éxito nuevas configuraciones de la realidad, es obligado fijar dos aspectos bien diferenciados que le otorguen sin lugar a dudas carta de naturaleza: por un lado, su descubrimiento; por otra parte, su verificación.
Sus contribuciones científicas y divulgativas, así como su fama y prestigio internacionales, eran tan espectaculares que en 1831, antes de haber cumplido los cuarenta años de edad, fue honrado con el título de Sir por la Corona británica. Pero estos honores y reconocimientos no le alejaron nunca de su tenaz consagración al mundo del estudio y la investigación, consagración que, en la década de los años treinta, se plasmó en su firme voluntad de concluir de una vez por todas el ambicioso mapa celeste concebido por su progenitor. Necesitaba, pues, fijar la cartografía completa de ambos hemisferios, ímprobo esfuerzo del que, a pesar de su magnitud, ya llevaba realizada casi la mitad (pues, por aquellos años iniciales de dicho decenio, ya había completado, sin necesidad de moverse de Inglaterra, la parte correspondiente al hemisferio norte).
Para trazar el mapa del hemisferio Sur, a finales de 1834 Sir John Frederick William Herschel se embarcó, con su familia y sus útiles astronómicos, rumbo al Cabo de Buena Esperanza. Permaneció en Ciudad del Cabo por espacio de cuatro años (en los que, según la desbocada fantasía de un redactor del Sun neoyorquino, descubrió habitantes en la Luna), y a su regreso a Londres trajo catalogadas casi setenta mil estrellas. Además, había tenido ocasión de deducir la existencia del viento solar (al detectar la fuerza que repelía al cometa Halley durante su regreso a la Tierra en 1835), y de realizar destacadísimas observaciones sobre la nebulosa de Orión y sobre dos galaxias satélites de la Vía Láctea (luego conocidas como "Las dos nubes de Magallanes"). Tal era la magnitud y cantidad de sus hallazgos y deducciones, que tardó nueve años en plasmarlos en una obra titulada Results of astronomical observations made during the years 1834-1838 an the Cape of Good Hope (Resultados de las observaciones astronómicas realizadas durante los años de 1834 a 1838 en el Cabo de Buena Esperanza, 1847). Otra de sus obras sobre esta materia lleva el título de Outlines of Astronomy (Perfiles de la Astronomía, 1849).
En su faceta de astrónomo, Herschel también estudió a fondo los satélites de Saturno, y se ocupó de poner nombre a los siete que se conocían en su época. Se trata de Mimas, Encelado, Tetis, Dione, Rea, Titán y Yapeto, nombres tomados de los apelativos de los titanes de la mitología griega (hermanos del dios Cronos o Saturno).
En su condición de químico, el científico británico realizó notables estudios sobre la impresión de imágenes. Al tener noticia de la invención del daguerrotipo, lo aplicó de inmediato a la ciencia astronómica y consiguió dar un gran avance a estas novedosa técnica de impresión, introduciendo en ella la utilización del hiposulfito (o tiosulfato) sódico como fijador (procedimiento que continúa vigente en la actualidad). Fue quien acuñó, en fotografía, los términos de "positivo" y "negativo", y también se convirtió en pionero en la impresión de imágenes en placas de vidrio cubiertas con emulsión de plata. Se le atribuye, además, la invención del papel fotográfico, que obtuvo por vez primera en 1839 -es decir, al mismo tiempo que su compatriota Fox Talbot (1800-1877), aunque trabajando por separado.
Gracias a este interés de Herschel por la impresión de imágenes y su aplicación a la Astronomía, en 1845, siguiendo sus técnicas, los físicos franceses Louis Fizeau (1819-1896) y Leon Foucault (1819-1868) obtuvieron por vez primera un daguerrotipo del Sol, imagen en la que se podían apreciar con nitidez las manchas solares.
Miembro de la Royal Society desde 1813, fundador de la Royal Astronomical Society en 1820, galardonado con la Medalla Copley en 1821, y honrado con el título de Sir en 1831, John Frederick William Herschel recibió, de manos de la reina Victoria (1819-1901) el título nobiliario de Barón. Fue nombrado presidente de la Royal Astronomical Society en 1848, y dos años después aceptó un cargo administrativo de elevadísimo rango, que venía a reconocer los servicios que había prestado a su comunidad: el de director de la Casa de la Moneda (labor que ya había desempeñado, un siglo antes, Isaac Newton).
Sólo se mantuvo al frente de esta institución durante cinco años, pues abandonó el puesto en 1855, al atravesar por una racha de mala salud. Pero no por ello permaneció inactivo, ya que, durante la última etapa de su vida, volvió a sorprender a propios y extraños con otra labor tan ardua como inesperada en científico como él: la traducción al inglés, en verso, de La Ilíada de Homero (s. XII a.C.).
JRF