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BiografíaEconomía

Herrero Vázquez, Policarpo (1843-1929).

Empresario español nacido en Villafranca del Bierzo (León) el 11 de Enero de 1843 y fallecido el 12 de septiembre de 1929.

Desde niño vivió rodeado del mundo empresarial debido a que su padre tenía una compañía, junto con varios socios, dedicada a la comercialización de paños y otros géneros.

En 1848, Herrero se trasladó junto a su familia a Asturias, donde se le ofrecían posibilidades para desarrollar su objeto social en el desarrollo de las minas de carbón. Pero su viaje a Asturias también le sirvió para despegarse de sus socios y adquirir independencia en su negocio. Sin embargo, el negocio poco a poco se fue alejando de las actividades iniciales y comenzaron a realizar actividades bancarias.

A partir de 1858 los beneficios de la empresa familiar provenían sobre todo de las actividades bancarias, pasando a segundo plano las actividades iniciales de la compañía. De hecho, el padre de Policarpo, Ignacio Herrero Buj, participó en la creación del Banco de Oviedo. Esto demostraba que la familia Herrero estaba muy familiarizado con las actividades bancarias que más tarde sería el centro de las actividades de la empresa familiar. En 1862, Herrero y Compañía se reconstituyó ya con Policarpo y sus hermanos Aniceto y Antonio como socios. La firma se iba a dedicar a los negocios bancarios. En 1866 el patriarca de la familia decidió dejar el negocio de banca a sus hijos, especialmente a Policarpo, que asumió la dirección de la empresa.

En 1879 se hizo jefe definitivamente de los negocios que comenzó su padre debido al fallecimiento de éste ese mismo año. Pero sus actividades empresariales eran de diversa índole. Así, en 1894 participó en la creación de Laviada y Compañía, dedicada a la fabricación de baterías de cocina y otros productos de hierro. Al año siguiente fue uno de los promotores de la sociedad industrial Asturiana Santa bárbara, también participó en la Azucarera de Pravia, Cervezas El Águila Negra, etc. En 1901 decidió abandonar la dirección correspondiente a la minería de carbón. En 1911 decidió convertir su empresa en Sociedad Anónima, que pasó a denominarse Banco Herrero con un capital inicial de 15 millones de pesetas.

En 1922, tras el fallecimiento de su esposa, Herrero se centró en preparar su negocio para garantizar su continuidad en la familia; para ello, se preocupó de obtener una importante cartera industrial que heredarían más tarde sus hijos, especialmente el menor, Ignacio.

Gracias a la labor que realizó durante toda su vida fue galardonado con varias condecoraciones, como la Cruz de Isabel la Católica, la Gran Cruz del Mérito Militar y, con ochenta años, la Cruz de Carlos III.

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