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LiteraturaBiografía

Hernández, Miguel (1910-1942).

Poeta español, nacido en Orihuela (Alicante) en 1910, y muerto en Alicante en 1942.

Miguel Hernández.

Vida

De familia campesina, apenas tuvo más instrucción que la primaria: su padre era tratante de ganado y en su infancia cuidó cabras en el monte antes de acudir a la escuela del Ave María y tras abandonar ésta. Su vocación poética, verdaderamente instinitiva y innata, se vio alentada por el canónigo don Luis Almarcha y, posteriormente, por Ramón Sijé (pseudónimo de José Ramón Martín Gutiérrez), el amigo cuya muerte cantaría en una sentida elegía que figura entre lo más conocido del autor, que entonces era estudiante de derecho en la universidad de Murcia:

"Yo quiero ser, llorando, el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que, por doler, me duele hasta el aliento
[...]".

Simultáneamente, será la lectura de autores como Garcilaso, San Juan, Cervantes, Lope, Calderón, Góngora, Rubén Darío, Zorrilla, Gabriel y Galán, Gabriel Miró, Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez lo que, al tiempo que redime su tedio mientras apacienta el ganado, le permitirá desarrollar su innata capacidad para la poesía.

Será en 1930 cuando comience a publicar sus versos en revistas de la región tales como El Pueblo de Orihuela o El Día de Alicante. A finales de 1931, viaja a Madrid, donde permanece hasta comienzos de 1932 para buscarse un medio de vida que le permita vivir en la capital y desarrollar su obra. A pesar de los llamamientos de revistas como La Gaceta Literaria o Estampa, no hay respuesta alguna, por lo que debe volver a Orihuela al cabo de algunas semanas. A su regreso, tras vivir el fervor gongorino en que ha desembocado la vanguardia española, redacta en Orihuela Perito en Lunas, compuesto por cuarenta y dos octavas reales de un hermetismo sólo equiparable a la maestría formal y retórica que demuestran. El contraste se produce entre el refinamiento de la forma y los temas populares y naturales escogidos: el gallo del corral, la granada, el cohete, etc.

En 1934, comienza su relación con Josefina Manresa, que será su mujer y el apoyo más importante para el poeta. Los poemas de amor que Miguel le dedicara la convirtieron, en opinión de algunos estudiosos de la obra del poeta oriolano, en "la mujer mejor cantada" de la literatura española.

"No me conformo, no; me desespero
como si fuera un huracán de lava
en el presidio de una almendra esclava
o en el penal colgante de un jilguero.

Besarte fue besar un avispero
que me clava al tormento, y me desclava,
y cava un hoyo fúnebre, y lo cava
dentro del corazón donde me muero.

No me conformo, no: ya es tanto y tanto
idolatrar la imagen de tu beso
y perseguir el curso de tu aroma...

Un enterrado vivo por el llanto,
una revolución dentro de un hueso,
un rayo soy, sujeto a una redoma".

Será el descubrimiento del amor el que lo aparte del hermetismo de su primer libro en favor de la poesía "impura", según la terminología de la época. A partir de aquí, su vida y su poética, frutos de una misma evolución ideológica, resultan difícilmente separables.

Miguel Hernández. Vientos del pueblo me llevan.

De regreso a Madrid, trabaja como redactor en el diccionario taurino de Cossío y en las "Misiones Pedagógicas" que encabezaba Alejandro Casona. La correspondencia con su novia nos da numerosos datos sobre su vida en Madrid, sobre el círculo literario en el que se va introduciendo (Alberti, Altolaguirre, Aleixandre, María Zambrano,...). Son años de crisis personal para el poeta, que se aparta de los grupos católicos a los que estaba vinculado (tanto el que reunía Ramón Sijé en Orihuela en torno a El Gallo Crisis como el de la revista Cruz y Raya, que codirigían BergamÍn y Díaz-Cañabate en Madrid) para acercarse al comunismo militante, al que le conduce su amistad con Pablo Neruda, con quien va a colaborar en la revista Caballo verde para la poesía. Asimismo, en el aspecto estilístico, se aprecia en estos años la búsqueda de un estilo personal, lo que se aprecia en los dos proyectos de poemario titulados El silbo vulnerado e Imagen de tu huella que cuajarán definitivamente en El Rayo que no cesa (1936), colección de treinta poemas, casi todos sonetos en los que se desarrolla la visión que del mundo tiene el poeta, concebido como batalla de amor y muerte, batalla que impide la plenitud de los deseos y las posibilidades que el poeta siente en sí. El toro de lidia será el símbolo principal -por su destino marcado- del deseo contenido del hombre, nunca completamente realizado.

"Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.

Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.

Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.

Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro
".

El acercamiento a Caballo verde supone el alejamiento del grupo de Sijé, el amigo de siempre, que muere de forma repentina en 1936, lo que mueve a Hernández a componer la elegía en la que lamenta la separación definitiva cuando quedaba tanto por hablar entre ellos:

"A las aladas almas de la rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero
".

Durante la guerra, el poeta apoyará de forma activa y constante la causa republicana desde el mismo frente. En 1937 se casa con Josefina y publica Viento del Pueblo, libro menos preocupado por cuestiones retóricas y atento sobre todo a la difusión del mensaje.

"Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta
".

Miguel Hernández arengando a sus compañeros en el frente durante la Guerra Civil.

Destaca también en este libro la "Canción del esposo soldado", que dedicó a su esposa. La muerte en 1938 de su primer hijo divide la obra de Hernández en dos: la vertiente propagandística, a la que pertenece El hombre acecha (1937-38):

"Para la libertad, sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos
[...].

retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado que retoño:
porque aún tengo la vida
".

y el dolor expresado en el Cancionero y Romancero de Ausencias, que se templará con la nueva paternidad de 1939. Junto a la preocupación por el dolor y la injusticia social, vuelve a este libro la temática amorosa:

"Boca que arrastra mi boca,
boca que me has arrastrado,
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.

Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco,
boca poblada de bocas,
pájaro lleno de pájaros
".

Al acabar la guerra, intenta a huir a Portugal, pero es detenido y padece prisión en Huelva, Sevilla y Madrid. Liberado en septiembre, vuelve a ser detenido, juzgado y condenado a muerte. Las influencias que mueven a la sazón José María de Cossío, Sánchez Mazas y Dionisio Ridruejo logran que se le conmute la pena por la de treinta años de cárcel, que cumple en Palencia, Ocaña y Alicante, en cuyo Reformatorio de Adultos muere de tuberculosis. En la inactividad de la cárcel, continúa la redacción del cancionero y romancero de ausencias, en el que utiliza los metros populares, aunque de forma muy diferente de la habitual, así las estremecedoras "Nanas de la cebolla", dedicadas a su hijo, están escritas en forma de seguidillas con bordón:

"La cebolla es escarcha,
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda
".

Su obra dramática es paralela a la poética y presenta la misma evolución: desde la inspiración en modelos clásicos y en el contenido cristiano, hasta el activismo político de sus últimas piezas. Son, en total, cuatro piezas largas y cuatro breves, de una sola escena cada una, reunidas bajo el título de Teatro de guerra (1937). Las primeras son Quién te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras (1933-34) auto sacramental que busca reproducir los del XVII de forma excesivamente fiel y que resulta, además, irrepresentable por su longitud, Los hijos de la piedra (1935) y El labrador de más aire (1937), ambos dramas sociales en los que el influjo de la obra de Lope, sobre todo de Fuenteovejuna, es evidente y en los que el maniqueísmo de la trama perjudica a su desarrollo (el primero está escrito en prosa y el segundo en verso) y Pastor de la muerte (1937), pieza de propaganda dedicada al heroísmo de los defensores de Madrid que está, sin duda entre lo mejor de su teatro. Las piezas breves son las tituladas La cola, El hombrecito, El refugiado y Los Sentados, y son más discursos propagandísticos que obras dramáticas. En 1992, se publicó la primera edición de sus Obras Completas, que incluye escritos como los artículos y la correspondencia, habitualmente descuidados por la crítica o bien publicados parcialmente en biografías.

Bibliografía

  • CANO BALLESTA, J. La poesía de Miguel Hernández (Madrid: 1971).

  • CHEVALIER, M. La escritura poética de Miguel Hernández (Madrid: 1977).

  • ZARDOYA, Concha. Miguel Hernández. Vida y obra. Bibliografía. Antología (Nueva York: 1955).

G. Fernández San Emeterio.

Autor

  • JR.