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FilosofíaBiografía

Heidegger, Martin (1889-1976).

Filósofo alemán, nacido en Messkirch (Baden) en 1889, y muerto en Württemeberg en 1976. Preocupado por el sentido del ser en general, Heidegger no deja de ser catalogado por muchos como un existencialista, dado que su reflexión se centra en buena parte en la problemática del existir humano. De hecho, su filosofía es un desafío a cada lector que a él se acerca, para hacerle ver que, aunque no quiera verlo, cada hombre se juega en sí mismo su destino. Nadie puede quitar su morir a otro.

Vida y obras.

Miembro de una familia católica, siguió, a partir de 1909, cuatro semestres de teología católica en la Universidad de Friburgo. En 1911 abandonó la teología para dedicarse por completo a la filosofía. En 1915 obtuvo el título de privatdozent en Friburgo con la tesis sobre Las teoría de las categorías y de la significación de Duns Escoto. La primera etapa como profesor de esta universidad coincidió con un curso sobre Ontología y hermenéutica de la efectividad, que marcó el comienzo de su obra definitiva Sein und Zeit (El ser y el tiempo, 1927). Esta obra, dedicada a Husserl con admiración y amistad, marca también el distanciamiento entre ambos. En 1928 fue llamado a suceder a Husserl como profesor titular de filosofía en Friburgo; fue nombrado rector de esta universidad en 1933. En 1934 se vio obligado a renunciar ante su negativa de expulsar a dos alumnos opuestos al régimen nacional-socialista. A partir de entonces el régimen lo vigilaba, tuvo dificultades para publicar sus obras y para salir a congresos en el extranjero. Su filosofía fue criticada como racionalista y nihilista. En 1945 las fuerzas de ocupación francesa le prohibieron la docencia, viéndose obligado a la enseñanza privada con seminarios y cursos. Los últimos años los pasó en su casa de campo de Todnauberg, en la Selva Negra. Según su propio deseo, su cadáver fue enterrado en el cementerio católico.

Otras obras suyas son: La esencia de la verdad (1930), La doctrina de Platón acerca de la verdad (1942), Introducción a la metafísica (1953), Qué significa pensar (1954) y El principio de la razón (1957).

Doctrina filosófica.

Análisis de la existencia.

Heidegger señala que su punto de partida filosófico reside en la tesis de F. Brentano De la múltiple significación del ser según Aristóteles. Si bien el ente puede decirse de muchos modos, ¿cuál es el modo fundamental, el ser del ente? Esta es la pregunta que preocupó a Platón y Aristóteles y a la que la filosofía ha dado diversas respuestas. Heidegger en El ser y el tiempo no intenta dar una más, sino reiterar expresamente la pregunta. Intenta destapar el ser, que ha sido tapado por la filosofía de Occidente, pero no a partir de una idea preconcebida del ser, sino a través de la analítica existencial que parta del hombre: el ser en cuyo ser le va su ser. La primera tarea de la ontología fundamental es, pues, definir el sentido de la pregunta ontológica interrogando al ente interrogante, es decir, al ser del hombre. Este análisis preliminar es diferente al de la antropología, la psicología y la biología, que son ciencias ónticas del hombre, es decir, que lo consideran como un ente entre los otros, y no en su peculiaridad ontológica de ente que se pregunta por el ser. El hombre no es un qué sino un quién, una existencia. Su modo de ser constitutivo es de ser-en-el-mundo (In-der- Welt-sein), no como la parte en el todo, sino como apertura al mundo, en cuento en él habita y de él se preocupa, en cuanto es familiar con él. Eso es lo que Heidegger denomina Dasein, ser-ahí. Basado en la fenomenología de Husserl, va a intentar descubrir el ser de los entes, gracias a lo que de éstos se manifiesta, sin, por otro lado, caer en el idealismo husserliano. Por eso declara que su preocupación es una hermenéutica (una interpretación) del ser-ahí, al cual nos acercamos no mediante categorías, que no hacen sino ocultarlo, sino a través de las revelaciones de los llamados existenciales.

Los existenciales.

La estructura fundamental o primer existencial del ser-ahí es que es un ser-en-el-mundo. Estar en el mundo significa, dice Heidegger: estar abierto a la comprensión del ser desde una situación, a encontrarse determinado y proyectado a un número indefinido de posibilidades. Implícitamente se está aludiendo a otro de sus constitutivos fundamentales: la trascendencia. Esta trascendencia conlleva una manera peculiar de la existencia humana: es el ser-con. Nos encontramos con otros entes, con otros ser-ahí presentes o coexistentes. Esto nos lleva a estar preocupados por o al cuidado de. Desde la condición de ser preocupado por Heidegger desarrolla en Ser y tiempo apreciaciones sumamente interesantes, de las que hay que señalar la consecuencia última a la que tienden, a dos modalidades posibles de existencia: la existencia auténtica y la existencia inauténtica.

Modalidades de la existencia.

Al reconocerse a sí mismo, el ser-ahí se advierte como una anticipación de sí, es decir, descubre como condición de sí mismo la futuridad, y en su horizonte ve también como evento irreparable, la muerte. Frente a este hecho fundamental, la existencia inauténtica se caracteriza por la despreocupación, y comprende el vivir cotidiano , desvitalizado, en que priva la impersonalidad. Por el contrario, el ser auténtico asume su condición de ser para la muerte, a cambio, desde luego, de ser apresado por la angustia, el advenimiento de la nada, que también es conciencia radical de temporalidad. Temporalidad no quiere decir mero pasar del tiempo. Aquí se toma, más bien, como componente intrínseco del ser-ahí. Ante esta situación ¿qué cabe esperar? Para este primer Heidegger sólo queda la actitud de quien, sabedor de su realidad, la asume con estoicismo.

El "segundo Heidegger".

El análisis existencialista de El ser y el tiempo había de continuar con una tercera sección de la primera parte que Heidegger nunca escribió. En la Carta sobre el humanismo explica que la no continuación de la obra se debe a la inadecuación del lenguaje de la metafísica, todavía dominado por el modelo de la simple-presencia, que conduce a identificar el ser con el ente, olvidando la diferencia ontológica. Pero del lenguaje de la metafísica no se sale fácilmente: la metafísica es algo más que un error teórico, es el destino mismo por el cual, en la cultura occidental, el ser se muestra ocultándose. De ahora en adelante, el segundo Heidegger, aun sin abandonar la pregunta por el sentido del ser, va a tomar otra ruta, en la que la palabra -la palabra poética de resonancias místicas- va a jugar un importante papel como compañera amorosa del ser. La palabra, más que orientarse a descubrir al ser, lo conmemora, lo festeja, sin pretender explicarlo. Sin dejar de ser definido el hombre como ser-ahí, el acercamiento al ser se produce mirando más al ser mismo que al vehículo-hombre. En cierto modo queda absolutizado el ser, sin con ello llegar a la identificación trascendental con Dios, y ni siquiera a un panteísmo vagamente pronunciado. Al hombre se la confía ahora la guarda del ser. (Por eso dice Heidegger que el hombre no es el señor del ser, sino el pastor del ser). A la pregunta ¿Y el ser qué es?, responderá Heidegger: lo que es. Respuesta de fuerte sabor parmenídeo. No en vano los verdaderos filósofos griegos son para él los presocráticos. Bajo esta sutil concepción, el ser escapa a los entes y se instala ontológicamente en una trascendencia inaprensible, que sólo en el hombre destella, aunque nada más sea porque únicamente el hombre puede preguntarse por el ser, y preguntarse desde una ininterrumpida sucesión de interrogantes, por ser el hombre existencia histórica.

Bibliografía.

  • COHN, P. N.: Heidegger, su filosofía a través de la nada, Madrid, 1975.

  • CORVEZ, M.: La filosofía de Heidegger, 1987.

  • OLASAGASTI, M.: Introducción a Heidegger, Madrid, 1967.

  • SCHELER, R.: Heidegger o la experiencia del pensamiento, Madrid, 1975.

Autor

  • Cipriano Camarero Gil