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HistoriaBiografía

Haro y Guzmán, Luis Méndez de. Marqués de Carpio (1598-1661).

Noble español nacido en Valladolid el 17 de febrero de 1598 y muerto en Madrid el 26 de noviembre de 1661. Miembro de una ilustre familia nobiliaria castellana que remontaba sus orígenes a la Edad Media, era el sexto marqués del Carpio y fue además el primer duque de Montoro. Su padre era Diego López de Haro, y él era su hijo mayor y por lo tanto heredero. Además era sobrino de Gaspar de Guzmán y Pimentel, el conde-duque de Olivares, al que sustituyó como valido o privado del rey cuando Olivares cayó en desgracia. El parentesco vino dado debido a que Diego López de Haro fue el tercer cuñado del conde-duque de Olivares. Obtuvo otros cargos de responsabilidad en el seno de la monarquía hispánica, tanto en la casa privada del monarca como en la administración política de la monarquía; así fue gobernador perpetuo tanto del Palacio Real como del arsenal de Sevilla, gran canciller perpetuo de las Indias, consejero de Estado, gran comendador de la orden militar de Alcántara, gentilhombre de la cámara del rey y gran escudero del rey.

Respecto a la política familiar, Luis Mendez de Haro entró en la misma cuando en la primavera de 1626 se casó con una hija de del duque de Cardona. La relación con los duques de Cardona y en expecial con la duquesa viuda, le fue provechosa en el futuro cuando hizo frente a la sublevación de Cataluña. Este matrimonio vino dado después de que en octubre de 1624 Luis Méndez de Haro viese frustrada en cierta medida la sucesión al mayorazgo de su tío cuando su prima María, de catorce años, y con quien aspiraba a un futuro matrimonio, fuese prometida a Ramiro Pérez de Guzmán, de doce años, dentro de la política matrimonial y patrimonial del conde-duque de Olivares. Finalmente la boda entre Ramiro Pérez y María se celebró en 1625, con lo que Méndez de Haro tuvo que renunciar momentáneamente a sus aspiraciones sobre la herencia del Conde-duque; pero la hija de su tío, María, falleció en 1626 con lo que nuevamente se rehicieron parte de sus esperanzas de obtener gran parte del patrimonio de su tío. Pero una vez más vio don Luis Méndez de Haro cortadas sus aspiraciones a este respecto, en concreto a la obtención del ducado de San Lúcar la Mayor, ya que dieciseis años más tarde el hijo bastardo del conde-duque, Enrique, casó con la hija del condestable de Castilla, doña Juana Velasco. Las intrigas y problemas sobre el patrimonio de su tío se desbocaron definitivamente a la muerte de este el 22 de julio de 1645. Su hijo Enrique, que ostentaba el título de marqués de Mairena, por su condición de bastardo tuvo muchas dificultades para hacer valer sus derechos, mientras que Luis Gómez de Haro era el único sobrino vivo del conde-duque y por lo tanto su heredero directo. En 1642 el conde-duque había realizado testamento. Pero el rey intervino en el asunto y otorgó la grandeza de España y el título de duque de Olivares a Luis Méndez de Haro y Guzmán, quien desde entonces recibió la denominación formal como conde-duque de Olivares. Quedaba aún el asunto que más le interesaba personalmente, la sucesión al ducado de San Lúcar la Mayor. Este asunto se solventó debido a dos circunstancias; oor una lado el marqués de Mairena murió en 1646 y su hijo pequeño dos años después, en 1648; por otro lado el título siguió siendo ostentado por la viuda del anterior conde-duque. Esto y ciertas sugerencias de su entorno familiar hicieron que Luis Méndez de Haro renunciara a las pretensiones que tenía sobre el mismo.

Respecto a la vida política y de servicio a la monarquía hispánica, Luis Méndez de Haro, debido a la influencia de su tío, entró desde muy joven al servicio de la casa del rey y así, en 1622 fue nombrado gentilhombre por el monarca, que un año antes, en 1621 había ascendido al trono y que era de la misma edad que Luis Méndez, por el cual siempre tuvo grandes simpatías.

Pese a que sus primeras acciones política fueron encargos del Conde-duque, Luis Méndez de Haro se opuso desde un primer momento a la política seguida por su tío. Trabajó como enlace entre las reuniones de Cortes del los reinos de la monarquía hispánica y el rey, sobre todo entre las cortes valencianas y el monarca. En fecha tan temprana como 1626 fue cuando el conde-duque de Olivares manifestó ya las primeras dudas sobre la fidelidad de su sobrino a su labor política, recelo que justificaba por los favores del rey hacia Luis Méndez de Haro. Esto no impidió que le encomendara delicadas misiones, como cuando le envió a Andalucía en 1641 para asegurar la presencia de duque de Medinasidonia en Madrid, una de las acciones con la que se atajó la sublevación nobiliaria de Andalucía.

Cuando Olivares dejó las labores de gobierno en 1643, se inició una fuerte pugna por su sucesión y en la misma, inicialmente, no pareció que Luis Méndez de Haro estuviese bien situado ni existió inicialmente por parte del monarca ningún gesto especial que hiciese presagiar que sustituiría a su tío en el afecto del rey. Es más, la situación política de Luis Mendez de Haro en la corte se vio comprometida cuando su tío el conde-duque empezó a flaquear en su salud, cuestión que fue aprovechada por sus rivales para arremeter contra toda su familia y comprometer la ascendencia de esta en la corte, lo que le afectaba directamente. Pero el rey depositó en él su confianza para que solventase los diversos y grandes problemas que asolaban a la monarquía hispánica y que habían sido originados por la forma en que su tío realizó su labor política, así como por la realidad de que España empezaba a mostrar los síntomas claros de su agotamiento como la potencia hegemónica en Europa. Luis Méndez de Haro evitó en lo posible el gobierno despótico que había empleado su tío, pero no por ello permitió que se discutiese su autoridad. Igualmente fue partidario del diálogo, lo que se reflejó desde su juventud en sus modales afables y extremadamente educados desde que inició la vida cortesana, pero esto no impidió que lo combinase con el desarrollo de una serie de campañas militares cuando ello fue necesario.

Otro cambio respecto a su tío fue que no salió enriquecido con el ejercicio del gobierno ni uso su influencia para asuntos privados. Los problemas políticos que heredó fueron las sublevaciones exitosas de Cataluña y Portugal, así como el intentó que se llevó a cabo en Italia. En el plano exterior, el conflicto con Francia y los Países Bajos en el marco general de la Guerra de los Treinta Años. Todas estas circunstancias adversas tenían además un reflejo interior de malestar social y declinar económico. La línea de actuación principal de Luis Méndez de Haro y Guzmán consistió en alcanzar acuerdos con las potencias exteriores enemigas para así poder dedicar los recursos militares de la corona a resolver los asuntos internos. Respecto a los Países Bajos, firmo, en el marco de la paz de Westfalia, el tratado de Münster el 30 de enero de 1648 y con lo que finalizaba la Guerra de los Treinta Años en Europa. Quedaba aún pendiente la resolución de la guerra con Francia, que no sucedió hasta más de diez años después. Esto ocurrió en 1659, pese a que las conversaciones de paz dieron inicio en 1657. El diecisiete de noviembre de 1659 se firmó el tratado de los Pirineos, la paz fue precedida de numerosas conversaciones y encuentros, hasta veinticuatro, con el cardenal Mazarino, primer ministro de Francia durante el reinado de Luis XIV. Encuentros que tuvieron lugar en la isla de los Faisanes, en la desembocadura del río Bidasoa, que era fronterizo entre los dos reinos. El tratado consagró la pérdida territorial del Rosellón, Artois así como de diversas plazas de Flandes, Hainaut y Luxemburgo. A pesar de todo esto fue recompensado en 1660 con la grandeza de España por parte del monarca así como con la concesión del ducado de Montoro. En esta política de negociaciones y con el fin de atraer a Inglaterra contra Francia, el gobierno de la monarquía hispánica fue el primero que reconoció al gobierno republicano inglés bajo las órdenes de Oliverio Cromwell tras la decapitación del monarca Carlos I, pero sin embargo dicho acercamiento no logró los frutos deseados.

En cuanto a la política interna, esta tuvo sus luces y sus sombras. En el lado positivo se dominó a la nobleza levantisca. El hecho más sobresaliente de todo su gobierno fue la conclusión de la sublevación de Cataluña, que se había iniciado en la festividad del Corpus de 1640 (Corpus de Sangre). El final de la sublevación vino dado por el éxito en la conquista de Barcelona por parte de Juan José de Austria, hijo ilegítimo de Felipe IV, y con la que concluyó la también denominada Guerra de Els Segadors. En el lado negativo y mezcla de la política interior con la exterior fue la independencia definitiva de Portugal, reino que también se había sublevado contra la monarquía hispánica en 1640. Las tropas españolas fueron derrotadas por las lusas el 4 de enero de 1659 en la batalla de Elvas. Esta derrota ocurrió cuando los hispanos perseguían a los portugueses dentro de su país después de que estos habían participado en el asedio a la plaza de Badajoz.

En el aspecto económico, intentó el fomento de la agricultura, cuestión en la que tampoco tuvo mucho éxito debido a la continua sangría de mano de obra que desde el campo, especialmente castellano, salió a los diversos conflictos en los que estaba envuelta la monarquía. Como noble de su época, como heredero de la cultura del Renacimiento y preludio de la época de la Ilustración, fomentó igualmente las artes y las letras. De hecho, parte de la magnífica biblioteca que su tío, el primer conde-duque, había logrado reunir, se la dio su tía viuda, en especial los códices y manuscritos más antiguos, aunque este a su vez se los dio a su hijo Gaspar de Haro, marqués de Heliches, quien a su vez dio dos tercios de la misma al rey. Más tarde, en 1650, tres años después de la muerte de su tía, fue depositario de los libros y papeles privados de su tío.

El reinado de Felipe IV

Bibliografía

  • HELLIOT, J. H., El conde-duque de Olivares. Crítica, Barcelona, 1990.

MFD

Autor

  • MFE. / 0110 MFD