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HistoriaPolíticaBiografía

Guardiola Bustillo, Santos (1812-1862).

Militar y político hondureño nacido en San Antonio de Oriente el 1 de noviembre de 1816 y fallecido en Comayagua, el 11 de enero de 1862, al ser asesinado por un complot de su propia guardia nacional. Ocupó la presidencia de la República en el período comprendido desde el 17 de febrero de 1856 hasta su triste deceso.

Devenir militar

Su padre, Esteban Guardiola, tenía por oficio el de impresor, mientras que su madre, Bibiana Bustillo, se dedicaba a tareas domésticas. Aunque Santos Guardiola aprendió el oficio paterno, en 1825 ingresó en la Academia Militar de Tegucigalpa, donde fue instruido por el coronel Narciso Benítez. En 1832 fue enviado a Choluteca, para combatir en las campañas de El Espino y Opoteca contra las tropas de Vicente Domínguez, bajo las órdenes de Francisco Morazán. Su valor en el campo de batalla le hizo merecedor del rango de capitán en 1830, después de las campañas de El Espíritu Santo y San Pedro de Perulapán. En 1844 ascendió, sucesivamente, a comandante y a teniente coronel, por lo que fue enviado, en marzo del mismo año, como comandante en jefe del ejército hondureño a sofocar la rebelión de San Antonio de Texiguat.

Con el grado de general de brigada alcanzado después de combatir la insurrección, fue comisionado como miembro del consejo militar que tomó partido en la guerra de la Confederación Centroamericana, que enfrentó a Honduras, El Salvador y Nicaragua. De esta forma, obtuvo una importante victoria en León (Nicaragua), el 25 de enero de 1845, que le valió el ascenso a general de división. Venció también a las tropas de José Trinidad Cabañas en Nacaomé, y entre julio y agosto del citado año conquistó para Honduras los enclaves salvadoreños de Puerto de la Unión y San Miguel, pero fue derrotado en la batalla de El Obrajuelo, el 7 de agosto de 1845. Cuando el 17 de noviembre de ese año, mediante la firma del Tratado de Sensenti, se puso fin al conflicto de la Confederación, Santos Guardiola regresó a Honduras decidido a entrar en la carrera política.

En 1846 fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores por el presidente Coronado Chávez. Después de que éste entregara el poder al Consejo de Ministro, Guardiola fue uno de los miembros de tal junta que, el 12 de febrero de 1847, invistieron como nuevo presidente a Juan Nepomuceno Fernández Lindo y Zelaya, quien confirmó a Santos Guardiola la cartera ministerial que gozaba en el gobierno anterior. En este mismo año, Guardiola contrajo matrimonio con Ana de Arbizú, el 30 de marzo de 1847. A pesar de la confianza mostrada por Juan Lindo en el general Guardiola, la relación entre ambos se fue deteriorando con el paso de los años, hasta el punto de que en 1850 el general encabezó un golpe de estado contra la presidencia. Al no tener éxito, Guardiola se vio obligado a exiliarse a Guatemala, donde también participó en el intento de derrocar al presidente guatemalteco, José Cabañas. Fue derrotado en la batalla de El Sauce (León, Nicaragua), aunque su principal cometido durante estos años fue luchar contra William Walker, el aventurero norteamericano que había apoyado a Cabañas a cambio de suculentas prebendas. Por ello, aunque el pacto del 18 de julio de 1856 aseguró la paz entre Guatemala, Nicaragua y El Salvador, Guardiola tuvo diversos encontronazos con el que habría de ser su gran enemigo, Walker. Aprovechando la amnistía decretada por este tratado, Guardiola regresó a Honduras y se presentó a las elecciones para la presidencia, comicios en los que obtuvo una sorprendente victoria.

Su labor como presidente de Honduras

Al frente de la presidencia de la República, Guardiola contó con el apoyo de su hombre fuerte, el vicepresidente José María Lazo. Su principal cometido fue continuar en la lucha contra William Walker, para lo cual firmó un tratado de concordia con sus vecinos centroamericanos, Guatemala y El Salvador, el 18 de julio de 1856. A tal efecto, fueron enviadas tropas de los tres países a Nicaragua, aunque la unión no dio el resultado apetecido y, para colmo, los habitantes de Honduras tuvieron que sufrir el castigo de una epidemia de cólera que los soldados hondureños trajeron de regreso a su fracasada expedición. A pesar de ello, uno de los mayores triunfos de su mandato presidencial tuvo lugar algo más tarde, el 28 de noviembre de 1859, cuando Honduras firmó el ventajoso convenio Lennon Wyke-Cruz, mediante el que Inglaterra reconocía la soberanía de la República sobre la región de la Mosquitia y la isla de Bahía; el convenio, ratificado posteriormente en abril de 1861, supuso una gran mejoría en la estabilidad internacional del gobierno hondureño. Pero los ingleses no se resignaron a perder otro enclave valioso, como era la Isla del Tigre, ínsula que ocuparon militarmente en octubre de 1859, apenas un mes después de firmado el convenio, lo que motivó la vehemente protesta del presidente Santos Guardiola.

En lo referente a labores educativas, Santos Guardiola confió en el padre Manuel de Jesús Subirana, evangelizador de los xicaques y payas. Gracias a su mediación, en 1857 se consiguió la reapertura del Colegio Tridentino de Comayagua, que había sido vetado y obligado a cerrar anteriormente. De igual forma, el periódico fundado por él, "El Vigilante", si bien al principio se utilizó únicamente para adquirir adeptos y votos a su candidatura, poco más tarde derivó en uno de los medios de comunicación que contribuyó principalmente a elevar el nivel cultural del país.

El 7 de febrero de 1860, Santos Guardiola tomó posesión en Comayagua de su segundo mandato presidencial, tras haber sido reelegido por el Congreso y el Senado de la República de Honduras. El cambio más importante de su gobierno afectó a la vicepresidencia, en la que Victoriano Castellanos sustituyó a José María Lazo. En esta segunda etapa se produjo un hecho decisivo en la pacificación del país ante los ataques de William Walker: el 6 de agosto de 1860, el inglés atacó a la guarnición del puerto de Trujillo y se hizo con el control del mismo. La rápida reacción del gobierno de Santos Guardiola permitió al ejército de la República asediar Trujillo y hacer capitular a Walker, que fue ejecutado el 12 de septiembre del mismo año.

La última etapa de su mandato se vio empañada por los conflictos con la jerarquía eclesiástica, a raíz de que, en cumplimiento de las cláusulas del Convenio Lennon Wyke-Cruz, Santos Guardiola decretase la libertad de culto en todo el país. El vicario general de la diócesis, Miguel del Cid, dictó la excomunión contra el presidente el 26 de diciembre de 1860, dando el espoletazo de salida a la llamada Guerra de los Curas (1861-1862), en la que el vicario Del Cid fue expulsado y encabezó una revuelta popular contra el gobierno de Santos Guardiola. Sólo la mediación de Jesús Zepeda, nuevo vicario general a partir de junio de 1861, y la propia intervención del papa Pío IX, levantando la excomunión presidencial, consiguió acabar con el conflicto. Para zanjar todas las disputas, el pontífice honró a Santos Guardiola con la Gran Cruz de la Orden de San Gregorio Magno, si bien a título póstumo, ya que una oscura trama política acabó con la vida del presidente Guardiola en enero de 1862.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez