González, Gregorio (ca. 1580-d. 1604).
Poco sabemos sobre este autor, nacido a finales del XVI en Rincón de Soto (La Rioja) y autor de El Guitón Honofre, un libro de carácter picaresco que permaneció inédito hasta 1973. Sabemos, por sus propias declaraciones al frente de su obra, que estudió en el colegio trilingüe de Alcalá y en Salamanca y que, en 1604, año en que está fechado el prólogo de su única obra, dedicado a don Carlos de Arellano y Navarra, era gobernador del estado de Alcanadre, lo que no es sino una forma de decir que administraba las propiedades de don Juan Ramírez de Arellano, a cuya familia parece estar muy ligado el autor y en cuya casa afirma haber escrito la obra. Todo ello ha hecho pensar a parte de la crítica si no será la obra que nos ocupa una obra en clave en la que un escritor aficionado escribe algo cuyo último sentido sólo está al alcance del círculo humano que lo rodea.
La obra, conservada en un único manuscrito, de asendereada vida por cierto, descubierto en 1927 en París por Paul Langeard, narra las vicisitudes de Honofre Caballero (obsérvese la ironía del nombre), hijo de unos labradores pobres, a cuya muerte pasa por tutores y amos diversos hasta acabar ingresando en la Orden de Predicadores, tras haber estado a punto de ir a la cárcel a causa de una estafa. Destacan de la obra de González, junto con el apego temático a los tres autores mayores del género picaresco y alguna influencia superficial de La Celestina, el hecho de evitar la mancha de nacimiento en su pícaro (hijo, como ya hemos señalado, de padres honrados) y la frecuente ironía con que se tratan los temas religiosos, desde el sacristán enamorado de Sigüenza hasta el interesado final, en el que Honofre se hace fraile para huir de la justicia, pasando por las constantes burlas que se hacen de la aún joven Compañía de Jesús.
Respecto de la influencia de El Buscón de Quevedo sobre El Guitón, hállase la crítica dividida, puesto que suponer que González tomara elementos quevedescos, que parece lo más fácil, supone adelantar una primera redacción del libro de Quevedo hasta el año de 1604, en que está fechado el Honofre, en tanto que suponer que Quevedo pudiera haber conocido la obra de González es asunto que choca contra el absoluto desconocimiento actual sobre la difusion manuscrita de la obra de González, de la que Tamayo de Vargas da muy pocas noticias que Nicolás Antonio se limita a repetir. La primera opción ha sido defendida por Francisco Rico y Joseph H. Silverman y la segunda por Domingo Ynduráin.