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PinturaBiografía

Géricault, Théodore (1791-1824).

Pintor y escultor francés. Su obra ocupa la línea divisoria entre el Neoclasicismo y el Romanticismo, el espacio que en la historia de Francia va desde el final del gobierno de Napoleón a la Restauración de Luis XVIII. Para unos es un precursor del Romanticismo, para otros encarna la imagen del pintor romántico, del artista maldito que sigue una trayectoria artística marginal respecto del arte oficial y que tiene una muerte trágica en plena juventud.

Géricault nació en 1791 en Rouen, dentro de una familia acomodada, que se trasladó a París con pocos años a causa del trabajo de su padre. Nunca sintió interés por los estudios, pero desde temprana edad se entusiasmó por el dibujo, sobre todo de caballos, que serán la pasión de su vida.

En 1808 frecuenta el taller de Carle Vernet (1758-1836), un pintor de batallas, cuadros de historia y cuadros de caballos, al que Géricault admiró pero al que abandonó en 1810 por el taller de Pierre-Narcisse Guérin (1774-1833), pintor oficial de maneras davidianas, con un numeroso grupo de discípulos. En este taller trató de ajustarse a la dura disciplina del aprendizaje, sin que su maestro estuviera conforme con sus progresos. En 1811 se inscribió en la École des Beaux-Arts.

En frecuentes visitas al Museo del Louvre tuvo ocasión de copiar la más variada pintura: flamencos como Rubens, españoles como Velázquez e italianos como Tiziano y Caravaggio, cuadros todos producto de los saqueos de los ejércitos napoleónicos. En sus copias, Géricault está más interesado por captar el drama, el hecho reflejado en la tela, que en imitar el diseño o incluso el color.

Cuando, en 1812 presenta al Salón El oficial de Cazadores de la Guardia, es premiado con una medalla, y su obra, muy alabada, es considerada una pintura llena de modernidad. En ella había tomado un motivo sencillo, un tema de género: un soldado que se dirige a caballo a la batalla. Toda la pintura trasmite ímpetu y sensación de energía, recordando en su composición los caballos de Vernet, pero sin la retórica de la gran batalla. Es sólo un retazo de la historia resuelto con una pincelada suelta y vibrante.

El Salón de 1814 recibe con desagrado su Coracero herido, la imagen del soldado que se retira vencido de la batalla, la otra cara de su pintura de 1812. La obra es duramente criticada, sin duda porque retrataba crudamente al héroe derribado, el símbolo de la derrota de Napoleón, del ocaso de su Imperio.

Después de un tiempo agitado, en que la política tuvo parte importante en la vida de Géricault pues era fiel a la causa de Luis XVIII, marchó a Italia en 1816. En Florencia copió insistentemente a Miguel Ángel y luego, en Roma, reprodujo con entusiasmo los motivos antiguos tomados de la mitología, que interpretó en gran cantidad de dibujos, con voluminosas figuras de acentuado movimiento, realizadas con trazos gruesos.

Su verdadero maestro fue Gros, quien influyó poderosamente, sobre todo en sus pinturas de caballos y en la elección de temas contemporáneos. Una vez más, los caballos vuelven a captar su atención cuando, en 1817, realizó un buen número de estudios con escenas de las carreras libres que se celebran en Roma. Los conservados en el Louvre y en el museo de Rouen recogen los momentos previos a la prueba, cuando es difícil contener a los animales.

De regreso a Francia, e instalado en una vivienda ocupada también por artistas y literatos de ideas liberales, se empapó del bullicioso ambiente parisino. Un hecho reflejado en la prensa de 1816 atrajo su atención durante mucho tiempo: el naufragio de la fragata Méduse frente a las costas de África, cuando navegaba hacia Senegal. El resultado fue el abandono, por parte de los oficiales de la nave en una balsa de 149 supervivientes, de los que tan sólo 15 fueron rescatados con vida. La falta de escrúpulos o la ineptitud de los responsables de la tragedia desató la polémica en la sociedad francesa. Géricault dedicó muchos esfuerzos para tratar de reconstruir el suceso hasta conseguir reflejarlo en su obra cumbre, La balsa de la Medusa, que presentó al Salón de 1819 con el título de Escena de naufragio. Previamente había hecho gran cantidad de bocetos de la posible composición y de los distintos personajes, incluso había pintado lienzos con estudios de piernas y brazos cortados (1812, Montpellier, musée Fabre) y de cabezas cercenadas de ajusticiados (Museo Nacional de Estocolmo), frecuentando depósitos y salas de disección. Toda la documentación sobre el hecho, integrada por diferentes aspectos del suceso, dieron lugar a un cuadro que podría ser histórico, pero que sólo refleja un hecho desgraciado, sin grandeza, en el que los protagonistas no son héroes, sino desdichados, retratados en el momento en que creen haber visto una señal de socorro en la lejanía, cuando ya muchos han muerto. Los colores apagados y los contrastes de luces y sombras le sirven para añadir dramatismo a la escena; sin embargo, el cuidado dibujo y la figuras atléticas dejan ver la educación académica de Géricault. La balsa de la Medusa abrió las puertas a la pintura romántica, sin las deudas literarias de La barca de Dante de Delacroix.

Su temperamento inestable y su desilusión por las críticas recibidas le llevaron en 1820 a Inglaterra, donde se entusiasmó con la pintura de los paisajistas ingleses Constable y Turner, pero también con las escenas de caballos, sobre las que hizo en 1821 su Derby de Epson (París, Louvre). También en Inglaterra ejecutó un buen número de litografías, numerosos dibujos y algunas pinturas sobre escenas populares, con un verismo y una fina observación que le convierten en el antecedente de los artistas del Realismo.

Entre 1820 y 1824, año de su muerte, realizó diez retratos de dementes del psiquiátrico de La Salpêtrière a propuesta del Dr. Georget. Los cinco lienzos que han sobrevivido son la prueba del concepto innovador de la pintura de Géricault, el retrato realista de unos seres que parecen reflejar en sus caras sus obsesiones, el retrato del inconsciente, la imagen de los que han roto con la sociedad: el ladrón, la ludópata, la envidiosa, el obsesionado con el mando y el raptor de niños.

Cuando Géricault falleció a consecuencia de una caída de caballo, en París, en 1824, en su trayectoria artística sólo estaba iniciada. Tenía 33 años. Otros cuadros suyos son: El cazador y el caballo; Ejercicios de tiro en el llano de Grenelle; La trata de negros; Lancero de la Guardia imperial.

Bibliografía

  • FRANCASTEL, Pierre: Historia de la pintura francesa. (Madrid: Alianza editorial, 1970).

  • NOVOTNY, F.: Pintura y escultura en Europa 1780-1880. (Madrid: Ed. Cátedra, 1986).

  • FRIEDLAENDER, Walter: De David a Delacroix. (Madrid, Alianza editorial, 1992).

Dolores Antigüedad del Castillo-Olivares.

Autor

  • Cecilia Guiter Viader