A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaBiografía

García Montero, Luis (1958-VVVV).

Poeta y escritor español, nacido en Granada en 1958, que está considerado uno de los máximos representantes de la llamada "poesía de la experiencia", estética poética dominante en la década de los ochenta y mitad de los noventa. En 1996 fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía.

Doctor en Filología Hispánica y profesor de Literatura en la Universidad de Granada, en la que se doctoró sobre la poesía vanguardista de Rafael Alberti. Formó parte del consejo de redacción de revistas como Olvidos de Granada, Renacimiento, Fin de siglo y Hélice. Publicó más de una decena de libros de poesía, ámbito en que es sumamente conocido, aunque también editó una novela -junto a Felipe Benítez Reyes, y una decena de ensayos literarios. Entre los más importantes cabe referir La otra sentimentalidad (1983), manifiesto poético escrito junto a los poetas Javier Egea y Álvaro Salvador; Poesía, cuartel de invierno (1987), donde estudia a algunos de los poetas españoles más representativos; Confesiones poéticas (1993), en que reúne algunos de sus artículos y estudios en torno a la actual poesía española; Es sexto día, donde estudia a los poetas más importantes de la historia de la poesía española, según su criterio; y Gigante y extraño (2002), un ensayo que incide en la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer. Junto a Antonio Muñoz Molina publicó el libro ¿Por qué no es útil la literatura? (1993). También es llamativo el volumen crítico Lecciones de poesía para niños inquietos (1999). Asimismo realizó una adaptación teatral de La Celestina.

Luis García Montero surgió en los primeros ochenta, bajo el magisterio del profesor Juan Carlos Rodríguez, participando en el conocido movimiento poético "La otra sentimentalidad”, cuyas vertientes estéticas parecían dirigirse hacia la ideología literaria de autores como Antonio Machado (de donde surgió su marbete diferenciador) o Louis Althusser, que reivindicaban el hecho de la intimidad como axioma creativo. Así, pues, toma García Montero -y otros poetas de este "otra sentimentalidad”, como Álvaro Salvador, Javier Egea, Jiménez Millán o Benjamín Prado-, esta base lírica en el sentido de reflexión moral ante el hecho de la creación literaria, lo que a finales de los años ochenta enlazó con la otra "poesía de la experiencia”, aquella dada en los poetas de los años cincuenta, como Gil de Biedma o Carlos Barral, que referían a su vez otros poetas de la tradición española, como es el caso de Luis Cernuda.

Su obra poética tiene varias fases. Una primera viene marcada por la consecución del premio Adonais, en 1982, con el libro El jardín extranjero (1983), con el que daba una nueva perspectiva a la poesía española de los primeros ochenta, todavía ahogada en el culturalismo y esteticismo subyacente en la década del setenta. Tras este aldabonazo, otro libro clave para la poesía de los ochenta iba a ser Diario cómplice (1987), donde desarrollaba, de igual manera que en el anterior, los presupuestos de la ‘otra sentimentalidad’, situando al poeta en una preciada urbanidad.

Tras editar Las flores el frío, García Montero publicó Habitaciones separadas (1995), con el que gano el Premio Nacional de Poesía. El autor ya se hallaba implícito en una estética que vino a llamarse "poesía de la experiencia”, que pronto ganó muchos adeptos y, al tiempo, demasiados detractores. Lo cierto era que García Montero formó parte de muchos poetas que vinieron a conformar una llamada "poesía figurativa”, dentro de una expresiva "línea clara”, lejos de presupuestos abstractos y surrealistas.

Tras este nuevo éxito, el poeta granadino publicó un poemario de amor, Completamente viernes (1999) y, en 2003, La intimidad de la serpiente, con el que daba un giro a su poética, esta vez apuntando hacia una expresión más vanguardista, casi en muchos aspectos con imágenes surrealistas, dentro del coloquialismo que siempre caracterizó a sus poemas. En abril de 2004 obtuvo el Premio Nacional de la Crítica a la mejor obra de poesía por esta obra.

En 2005 fue elegido comisario del centenario de Francisco Ayala, quien solicitó expresamente la elección del poeta granadino como director de los actos en su honor, entre los que destacan la celebración de un congreso internacional y una exposición.

Además de los mencionados, obtuvo también, entre otros, los premios Adonais (1982) y Loewe (1993).

Obra poética

Y ahora ya eres dueño del Puente de Brooklyn, 1980.
Tristia, 1982.
El jardín extranjero, 1983.
Rimado de ciudad, 1983.
Égloga de los dos rascacielos, 1984.
En pie de paz, 1985.
Diario cómplice, 1987.
Anuncios por palabras, 1988.
Las flores del frío, 1991.
Habitaciones separadas, 1994.
Además, 1994.
Completamente viernes, 1998.
Antología personal, 2001.
Antología poética, 2002
La intimidad de la serpiente, 2003.

Bibliografía sobre la obra poética

  • GARCÍA, Miguel Ángel: "Introducción” a Antología poética, Madrid, Castalia, 2002.

  • JIMÉNEZ MILLÁN, Antonio (ed.): Luis García Montero. Complicidades, Málaga, Litoral, Nº 217-218, 1998.

  • MAINER, J. C.: "Los cuellos alzados y fumando. Notas para una poética realista”, en Luis García Montero: Casi cien poemas, Madrid, Hiperión, 1997, pp. 9-29.

  • NOVO, Yolanda: "Luis García Montero o la complicidad de la escritura poética”, Ínsula, Nº 487, 1987, pp. 18.

  • ROSO, Pedro: La otra sentimentalidad de Luis García Montero, Córdoba, Trayectoria de Navegantes-Suplemento de Antorcha de Paja, 1993.

  • VV.AA.: Luis García Montero: Poesía en el Campus, Nº 26, Universidad de Zaragoza, 1994.

Antología de poemas

Recuerda que tú existes tan sólo en este libro,

agradece tu vida a mis fantasmas,
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde,
que, centinela incómodo, el teléfono
Se convierte en un huésped sin noticias,
que hay un rumor vacío de ascensores
querellándose solos, convocando
mientras suben o bajan tu nostalgia.
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace
sabernos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira.

Recuerda que yo existo porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página.

(de Diario cómplice)

LIFE VEST UNDER YOUR SEAT

Señores pasajeros buenas tardes
y Nueva York al fondo todavía,
delicadas las torres de Manhattan
con la luz sumergida de una muchacha triste,
buenas tardes señores pasajeros,
mantendremos en vuelo doce mil pies de altura,
altos como su cuerpo en el pasillo
de la Universidad, una pregunta,
podría repetirme el título del libro,
cumpliendo normas internacionales,
las cuatro ventanillas de emergencia,
pero habrá que cenar, tal vez alguna copa,
casi vivir sin vínculo y sin límites,
modos de ver la noche y estar en los cristales
del alba, regresando,
y muchas otras noches regresando
bajo edificios de temblor acuático,
a una velocidad de novecientos
kilómetros, te dije
que nunca resistí las despedidas,
al aeropuerto no,
prefiero
tu recuerdo por mi casa,
apoyado en el piano del Bar Andalucía,
bajo el cielo violeta
de los amaneceres en Manhattan,
igual que dos desnudos en penumbra
con Nueva York al fondo, todavía
al aeropuerto no,
rogamos hagan uso
del cinturón, no fumen
hasta que despeguemos,
cuiden que estén derechos los respaldos,
me tienes que llamar, de sus asientos.

(de Habitaciones separadas)

Las confesiones de Don Quijote

Casi nadie me llama por mi nombre,
vulgar y cotidiano como la rebeldía.

Prefieren otorgarme
la nobleza ridícula que yo mismo elegí,
el título de un pobre caballero,
de una triste ilusión,
Y me recuerdan hoy
por el delirio de mis noches,
alunado, valiente
en la cabalgadura de los sueños
al confundir gigantes y molinos.
No les resulta fácil
convivir con el nombre de las cosas.
El dolor y el desvelo
convierten los rebaños en batallas,
las cuevas en enigmas
y la fealdad inhóspita en belleza [...]

(de La intimidad de la serpiente)

Canción de espera

Aguardo la canción
que no sale de mí.
Me he sentado a esperar en la almadraba.

Dama de sangre azul es la paciencia.
Conmigo se ha sentado en esta roca
impuramente gris de la almadraba.

Me he sentado a esperar
la marea y la luna clandestina
que sueña en la almadraba.
No comparto el silencio.

Y no sé qué decir.
Me he sentado a esperar en la almadraba.

(de La intimidad de la serpiente)

Ricardo Pérez Virtanen

Autor

  • G.F.S.E. ; 0305 RPV