García Fernández, Sergio (1980-VVVV).
Golfista español nacido en Borriol (Castellón) el 9 de enero de 1980. Con un juego alegre, espontáneo e intuitivo, su talento sorprendió en el circuito profesional y despertó la admiración de miles de aficionados que encontraron en el joven castellonense al nuevo Severiano Ballesteros del golf español. Sus seguidores saludaron su llegada con el apelativo de "El Niño".
Apenas había cumplido los cuatro años de edad cuando su padre, jugador del Club de Campo Mediterráneo de Castellón, colocó un palo de golf en las manos del pequeño Sergio. La pasión paterna se transmitió de forma inmediata y la progresión extraordinaria de su juego dio los primeros resultados en 1989 cuando se proclamó campeón de España en categoría alevín. Comenzó a competir de forma regular en torneos nacionales e internacionales y después de ganar el Campeonato infantil de Levante en 1990 y 1991, fue campeón español de la categoría en 1992 y séptimo clasificado en el Campeonato Mundial Topolino, competición en la que ocupó la tercera posición sólo un año después.
Cumplió los catorce años y, tras adjudicarse los títulos de campeón de España en las categorías cadete y junior, logró la victoria en el Campeonato del Mundo Topolino Trophy; triunfo que le permitió alcanzar la decimocuarta posición de la clasificación amateur en 1994. De la mano de su progenitor, Sergio continuó trabajando para mejorar su juego y, tres años después, ganó el Open de Cataluña, su primer torneo con participación de profesionales. En 1998 fue campeón de la Copa del Rey y mejor jugador aficionado en el Open de España antes de acreditarse como vencedor del Open Británico amateur y convertirse en el mejor jugador europeo de la categoría. Al final de la temporada, había conseguido la victoria en trece torneos para profesionales y dos records de puntuación en el torneo Nike del circuito PGA de Estados Unidos y en el Open de España del circuito europeo, donde presentó sendas tarjetas con ocho y once golpes bajo par.
Con su debut en el Masters de Augusta en 1999, junto con los veteranos Ballesteros, Olazábal y Jiménez, Sergio García se convirtió en la nueva promesa del golf español. El Niño concluyó el prestigioso torneo con 295 golpes, siete sobre el par del campo, la mejor tarjeta de los jugadores amateur. Había llegado el momento de dar el salto a la categoría profesional y Sergio no defraudó las esperanzas puestas en su juego. En julio de 1999 se proclamó campeón del Open de Irlanda y en el mes de octubre logró el triunfo en el Masters de Alemania, sus dos primeras victorias en la categoría absoluta del circuito europeo.
En 2000 no consiguió añadir títulos a su palmarés aunque mantuvo la regularidad durante toda la temporada y logró situarse en las primeras posiciones de algunos de los principales torneos del circuito. Un año después, los aficionados esperaban la explosión definitiva del golfista español. El Niño debía confirmar en el green la genialidad de la que hablaban profesionales, seguidores y periodistas especializados de Europa y Estados Unidos. Su proyección fue irregular y combinó actuaciones extraordinarias con algunos fracasos que los analistas atribuían a la inexperiencia y a la debilidad psicológica del jugador en los grandes compromisos. Sobre todos los obstáculos que debía superar para confirmarse como un nueva estrella del golf, se imponía además la figura de Tiger Woods, "el Tigre", un jugador arrollador dotado de un talento incontestable y llamado a convertirse en el nuevo rey del green. Pero en un momento en el que los mejores jugadores del mundo parecían rendidos ante la superioridad de Woods, Sergio estaba dispuesto a demostrar sus aptitudes, su habilidad y su forma particular de entender el golf.
Su primer éxito llegó en el mes de mayo cuando inauguró su palmarés de títulos en el circuito PGA de Estados Unidos al proclamarse campeón del Torneo Colonial en Texas. Dos semanas después se colocó en la última jornada del Open de Estados Unidos con grandes posibilidades de triunfo aunque finalmente no pudo con la presión y su actuación resultó decepcionante. Volvieron a escucharse voces críticas y, una vez más, Sergio acalló la polémica con su segunda victoria en el durísimo circuito profesional americano. García mostró los mejores golpes de su repertorio en el torneo Bluick Classic y se proclamó campeón indiscutible con una tarjeta de 268 golpes, 16 bajo el par del campo y 12 menos que su gran rival, el Tigre, que sólo pudo acabar en decimonovena posición. Por primera vez, el golfista de Castellón se imponía al californiano Tiger Woods y la prensa estadounidense se deshacía en elogios para destacar la solidez, el desenfado y la pasión que envolvían el juego del español. El quinto título de su carrera como jugador profesional llegó en el mes de septiembre en París, donde volvió a ofrecer un recital de juego en la última jornada para imponerse al sudafricano Retief Goosen, vigente campeón del Open de Estados Unidos, y adjudicarse el Trofeo Lancome. García puso el broche final a su mejor temporada como profesional con una nueva victoria en el torneo de Sun City, disputado en Sudáfrica.
Con un apretado programa en el que estaba prevista su participación en 26 torneos (15 en el circuito estadounidense y 11 en el europeo), García comenzó el año 2002 adjudicándose el primer triunfo de la temporada en el circuito norteamericano en Kapalua (Hawai). Después participó en el Masters de Augusta, donde se quedó sin opciones frente a la exhibición de Woods y sólo pudo ser octavo. De inmediato, pasó página en su agenda y llegó a Canarias para disputar y ganar el Open de España, su primer triunfo del año en el circuito europeo. En la misma temporada, acabó cuarto en el Open USA, octavo en el Open Británico y décimo en el Campeonato de la PGA. Antes de concluir el año, se adjudicó en el Open de Corea del Sur su primera victoria en el circuito asiático y formó parte del equipo europeo, capitaneado por Sam Torrance, que logró imponerse al combinado estadounidense en la Ryder Cup. A punto estuvo también de conquistar el Mundial Match Play pero fue superado en la final por el surafricano Ernie Els.
La temporada 2003 arrancó con una decepcionarte participación en el Masters de Augusta, donde no logró presentar batalla y quedó descartado para la lucha por el triunfo final. Su juego no mejoró en los meses siguientes y apenas superó el corte en la mitad de los torneos del circuito americano. Tampoco lo logró en el Campeonato de la PGA. No obstante, el jugador encontró una justificación lógica para explicar sus malas estadísticas: el objetivo principal de su trabajo durante todo el año no fue la conquista de títulos sino la transformación de su swing. Antes de concluir la temporada encontró remedio a tanto sinsabor y conquistó el segundo título de su carrera en el torneo de Sun City.