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LiteraturaBiografía

García Calderón, Ventura (1886-1959).

Escritor peruano, nacido en París el 23 de febrero de 1886 y muerto en la misma ciudad el 27 de octubre de 1959. Fue hijo de Francisco García Calderón Landa -quien había sido presidente provisorio del Perú durante la ocupación chilena de Lima (1881) y fue desterrado a Chile por negarse a una cesión territorial-, y Carmen Rey Basadre. De regreso en el Perú, desde julio de 1886 inició sus estudios escolares en el Colegio de los Sagrados Corazones de Lima (1891-1901), donde tuvo por compañeros a su hermano Francisco y a José de la Riva-Agüero. En 1903 ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde también siguió las carreras de Ciencias Políticas y Administrativas y Derecho, pero no llegó a culminar sus estudios porque a la muerte de su padre (1906) la familia decidió establecerse en Francia. En París se desempeñó como canciller del consulado peruano (1906-10) y posteriormente fue nombrado para el mismo cargo en Londres (1911), pero luego de regresar a Lima renunció como acto de protesta por la prisión de Riva-Agüero, encabezando las manifestaciones estudiantiles en contra del gobierno de Augusto B. Leguía. Aprovechó su corta estancia en su patria para viajar a la sierra, y al año siguiente regresó a París, siendo en 1914 nombrado segundo secretario de la Legación del Perú en Madrid, y posteriormente cónsul peruano en El Havre y encargado de negocios en Bélgica (1916-21). En 1921, al poco tiempo de ser nombrado Jefe de la Oficina de Propaganda del Perú en París, renunció a su cargo por divergencias con el gobierno, que nuevamente era presidido por Leguía.

Entre 1921 y 1932 se mantuvo alejado del servicio diplomático, trabajando como director de algunas casas editoriales y escribiendo artículos para diarios de Argentina, Venezuela, México y Cuba. En 1932 fue designado delegado del Perú ante la Sociedad de Naciones, cargo que desempeñó hasta 1938 con algunas interrupciones. Ocupó también las funciones de ministro plenipotenciario del Perú en Brasil (1932-33), Polonia (1935), Bélgica (1935-39), Francia (1940), Portugal (1941) y Suiza (1941-45). En 1949 regresó al Perú por última vez, pero en diciembre del mismo año retornó a París, al haber sido nombrado delegado permanente del Perú en la UNESCO, ejerciendo esta misión hasta su muerte ocurrida luego de haber sufrido un ataque de hemiplejía.

Aunque ocupó gran parte de su vida cargos diplomáticos, García Calderón es, sobre todo, un literato cuya obra, escrita en español y francés, le valió ser propuesto en 1933 como candidato al Premio Nobel de Literatura por un grupo de escritores peruanos, franceses, belgas y españoles. Al fracasar en su intento por conseguir el premio, la Academia Francesa le propuso su incorporación, pero el escritor no aceptó cumplir el requisito previo de renunciar a su nacionalidad peruana. Quizás como compensación, fue incorporado como miembro de la Real Academia de Lengua y Literatura Francesa de Bélgica (10-VI-1939). Otras distinciones que recibió fueron la de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burdeos (1947), Medalla de Oro de la Academia Francesa (1948), Comendador de la Legión de Honor de Francia (1950) y diversas condecoraciones por los gobiernos de Perú, Francia, Bélgica, Italia y Brasil. Fue director de las revistas América Latina, Revue d'Amerique Latine, Hispania, Mundo Ibérico y la Revue Latine de París y colaborador de Revista de América de París, El Mercurio de Nueva Orleans, Excélsior de México, La Nación, La Prensa y Caras y Caretas de Buenos Aires, El Universal de Caracas, Actualidades, El Comercio, y La Crónica entre otros. Dentro de su labor editorial se encuentra la dirección de la Colección de Escritores Americanos publicada por la Casa Editorial Maucci de Barcelona (12 vols.) y la dirección en París de la Biblioteca Liliput (28 vols.). Asimismo se debe mencionar la importante contribución que realizó como director de la Biblioteca de Cultura Peruana (13 vols.) publicada en París en 1938 bajo los auspicios del gobierno peruano, trabajo que ciertamente contiene omisiones y fallas, pero que en conjunto no ha sido superado como panorama de la literatura peruana.

Su primer libro fue Frívolamente (sensaciones parisienses) (París 1908), conjunto de crónicas sobre la vida en París durante "la belle époque". Le siguieron las antologías Del romanticismo al modernismo. Prosistas y poetas peruanos (París 1910), donde repitió las opiniones expresadas por Riva-Agüero sobre la literatura peruana, y Parnaso peruano (París 1910), y dentro de la misma línea La literatura peruana (1535-1914, Nueva York-París 1914), trabajo de síntesis que mereció una crítica despiadada por parte del escritor Federico More, publicada en la revista limeña Colónida. Siguió inmerso en la crónica, género en el cual logró un dominio notable, con los libros Bajo el clamor de las sirenas (París 1920), conjunto de artículos literarios sobre Europa durante la guerra mundial que previamente habían aparecido en revistas europeas y americanas, En la verbena de Madrid (París 1920), donde reunió algunas prosas breves sobre la vida madrileña y la literatura española, y Sonrisas de París (Buenos Aires 1926). Una selección de sus ensayos sobre literatura hispanoamericana aparecido con el título de Semblanzas de América (Madrid 1920) lo mostró como uno de los principales críticos literarios de la época. Su filiación modernista, por otro lado, se encuentra presente en Cantinelas (París 1920), colección de poesías y prosas líricas que revelan en el autor un trasfondo romántico y sentimental.

Una acusación que siempre persiguió a Ventura García Calderón fue la de afrancesamiento. El escritor siempre lo negó, y ante una opinión de un crítico que lo llamó "un maestro del rápido estilo afrancesado" respondió con su ensayo El nuevo idioma castellano (carta al hispanista James Fitzmaurice Kelly), publicado originalmente en francés en la revista Hispania y luego traducido al español y publicado como folleto (Madrid 1924). En este ensayo proclamó la independencia de su estilo y realizó una defensa del idioma español moderno, llamándose a sí mismo "hispanista aficionado". Lo cierto es que la imputación no carecía de fundamento porque el escritor siempre exaltó los valores de la cultura francesa como lo muestra su libro Cette France que nous aimons (Ginebra 1945), llegando en muchas ocasiones a contraponer esos valores con los angloamericanos, que consideraba perniciosos.

Por otro lado el escritor también se interesó por la ficción, publicando los libros de cuentos Dolorosa y desnuda realidad (París 1914), La venganza del cóndor (Madrid 1924), Danger de mort (París 1926), Couleur de sang (París 1931), Virages (París 1933), Le sang plus vite (París 1946), Le serpent couvert de regards (París 1947), y la novela corta Si Loti hubiera venido (París 1926), donde narra un viaje imaginario al Perú realizado por el novelista francés Pierre Loti. En estas obras se constata un buen manejo de la técnica del cuento y un depurado estilo que convierten a su autor en el primer exponente de la narrativa peruana moderna. A esto se debe agregar el hecho de ser los cuentos de Ventura García Calderón, especialmente los de La venganza del cóndor, los primeros dentro de la literatura peruana que alcanzaron una verdadera difusión internacional, al ser rápidamente traducidos a los principales idiomas europeos. No se exagera tampoco cuando se señala que durante muchos años la imagen del Perú que prevaleció en los círculos intelectuales europeos es la que se trasluce de estos escritos de García Calderón. Este éxito internacional no se repitió sin embargo en su país, donde en pleno auge del indigenismo se consideró que su obra ofrecía una visión distorsionada del indio peruano, presentado invariablemente como un ser derrotado.

Pero no sólo para la narrativa, el escritor se inspiró en el Perú. Entre sus obras se encuentran títulos como Para una antología de la limeña (Bruselas 1935), Vale un Perú (París 1939), Instantes del Perú (París 1941) y El Perú en la imaginación universal (prospecto de un libro futuro, Lima 1956), donde el autor mostró que la distancia y la larga ausencia no habían roto sus vínculos con su patria, de la que rescata sus aportes a la cultura mundial esbozados en el ensayo "Si desapareciera el Perú", incluido en Vale un Perú al lado de semblanzas de determinados personajes peruanos como Santa Rosa de Lima, la Perricholi, Pablo de Olavide y Flora Tristán. Otras publicaciones incluyen sus obras de teatro Holofernes (drama sincopado, París 1931), Ella y yo (Lima 1955), La vie est-elle un songe? (París 1958) y La Périchole (París 1959), la recopilación de artículos Aguja de marear (París 1936), además de una buena selección de sus principales obras con el título de Páginas escogidas (Madrid 1947).

Una mención especial merece el libro Nosotros (París 1946), concebido en 1936 como una respuesta al artículo "Filtrando a los García Calderón", aparecido en 1935 en el diario La Tribuna de Lima. En este artículo se lanzaron algunas acusaciones contra el escritor y su hermano Francisco, estableciéndose diferencias entre la generaciones de 1905, calificada como fracasada por no haber sabido plantearse los problemas del país, y la de 1920, donde sí habría una preocupación por las cuestiones sociales. Nosotros es un alegato del escritor en defensa de sus coetáneos, integrantes de lo que en el Perú se conoce como la "generación del 900", a través de la evocación de lo que significó para ellos ser jóvenes luego de la derrota en la guerra. Rechaza las imputaciones hechas y sin dejar de realizar alguna autocrítica, reclama un juicio justo sobre su participación en el proceso cultural peruano.

Muchos prejuicios han impedido una adecuada valoración de la obra de Ventura García Calderón, quien en vida fue el autor peruano de mayor renombre internacional. Especialmente en su patria consideraciones extraliterarias -referidas sobre todo a la clase social a la que perteneció el escritor- han motivado una agresiva y tendenciosa campaña en su contra. Fiel a su filiación modernista asumió una postura cosmopolita, sin dejar por eso de escatimar esfuerzos en favor de una adecuada difusión de la literatura y cultura peruana; sin embargo, la mayor parte de la crítica literaria -con honrosas excepciones- ha preferido enfatizar sus desaciertos narrativos al describir de forma pintoresca una realidad que no entendía -la indígena-, sin considerarse que enfocaba el tema desde un aspecto estético antes que sociológico, como corresponde a un escritor formado dentro de la tradición modernista.

Bibliografía

  • Julio Ortega, "Tránsito de Ventura García Calderón", en Crítica de la identidad. La pregunta por el Perú en su literatura, México: Fondo de Cultura Económica, 1988, pp. 69-92.

Autor

  • César Salas