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HistoriaLiteraturaBiografía

Galindo, Beatriz (ca. 1475-1535).

Humanista y profesora española, nacida en Salamanca, en la parroquia de San Román, hacia 1475 y fallecida en Madrid en 1535. Profesora de letras latinas de la corte castellana de los Reyes Católicos, fue una de las mujeres más cultas de la época de transición entre los siglos XV y XVI. Debido a su facilidad para el aprendizaje y verbalización del latín, fue llamada La Latina por sus admirados contemporáneos, apodo al que debe gran parte de su fama puesto que dio nombre al castizo barrio madrileño donde habitaba, y que se mantiene en la actualidad.

Vida en la corte castellana

Nacida en el seno de una familia hidalga de origen zamorano, instalada en Salamanca en busca de mejor fortuna, fue educada para tomar los hábitos religiosos, por lo que comenzó a tomar clases de Gramática en una de las instituciones dependientes de la universidad salmantina. Cuando apenas contaba con quince años, su habilidad para escribir latín ya era el rumor más extendido por la ciudad universitaria, pues se decía que no sólo traducía y leía con corrección exquisita, sino que era capaz, a la manera clásica, de hablar en latín, traduciendo directamente sus pensamientos en castellano a la lengua del Lacio. Posiblemente fuese esta fama, avalada por documentos de la universidad salmantina, la que le hizo variar su destino y cambiar el convento, donde enardecía a la concurrencia, por la corte de la reina Isabel, que comenzaba a ser una de las más cultas de Europa. El cronista G. Fernández de Oviedo (op. cit., p. 316) describe que, por aquella época, Beatriz era

"muy grande gramática y honesta y virtuosa doncella hijadalgo; y la Reina Católica, informada d'esto y deseando aprender la lengua latina, envío por ella y enseñó a la Reina latín, y fue ella tal persona que ninguna mujer le fue tan acepta de cuantas Su Alteza tuvo para sí".

Hacia el año 1492 ya estaba asentada como profesora de latín de las jóvenes damas de la corte isabelina, a la que había llegado acompañada de uno de sus hermanos, Gaspar de Gricio, quien también encontró rápido acomodo en la corte como secretario de la reina Isabel. Durante el año siguiente la propia Reina, a manera de ejemplo para sus damas, participó en las clases de Beatriz Galindo hasta que aprendió suficientemente la lengua latina; es posible que este acontecimiento influyese en la buena disposición que la soberana de Castilla mostró siempre hacia la dama, puesto que la mantuvo en su corte. Antes de 1495, avalada por esta amistad con la reina, había tomado matrimonio con Fernán Ramírez de Madrid, hidalgo madrileño que ocupaba el cargo de secretario del Consejo del rey Fernando, y contador de la casa del príncipe don Juan, hijo y heredero de los Reyes Católicos. Además, es posible que ella misma fuese holgada con el nombramiento de Camarera Mayor de la reina Isabel, pero los datos son contradictorios al respecto. No obstante, lo que sí queda claro es su importante presencia en la corte regia, un papel que, habitualmente desempeñado por hombres, Beatriz Galindo realizó de manera incomparable a juicio de sus contemporáneos.

Entre los más fervientes aduladores de su figura se halla el humanista italiano Lucio Marineo Sículo, quien también daba clases a los jóvenes donceles de la corte castellana. El admirado erudito describe así a una de las más avezadas humanistas castellanas de la época:

"Camarera y consejera de la misma Reina, mujer muy adornada de letras y santas virtudes, la cual, así por éstas como por la doctrina singular, fue muy privada y bienquista en la casa real; y, por la lengua latina, que hablaba sueltamente, fue dicha por sobrenombre la Latina".
(Citado por Gómez Molleda, p. 177).

Dejando de lado la polémica sobre si fue o no camarera de la reina, es bastante más importante destacar que el testimonio de Sículo exalta la privanza de Beatriz Galindo como consejera, esto es, la alta estimación que Isabel la Católica tenía de sus consejos. No en vano, incluso después de la muerte de la reina (1504), el propio rey Fernando solicitó su presencia en la corte con el fin de solucionar varios asuntos que habían quedado pendientes por el llorado deceso, ya que, en su opinión, por la cercanía y confianza de la Latina en el entorno de la fallecida reina, era la persona más indicada para poner fin a los temas en cuestión. Todas estas cuestiones referentes al papel consejero de la dama salmantina fueron profundamente resaltadas por el jurista F. Llanos y Torriglia, autor de la más completa monografía sobre la humanista castellana.

La Latina en Madrid

La posición de Beatriz Galindo dentro del organigrama regio no decayó con la muerte de la Reina Católica, pues todos los integrantes de la corte admiraban su erudición y su sabiduría. Aunque no se tiene certeza documental, es bastante posible que pasase a formar parte del séquito de la princesa Margarita de Austria, siguiendo así a sus dos hijos, Fernán y Nuflo Ramírez de Madrid, que fueron pajes del príncipe de Asturias don Juan (cf. De la Torre, op. cit., p. 67). No obstante, sí existe una fecha concreta para su retirada de la corte: 1510, cuando falleció su marido, el secretario Fernán Ramírez. Al abandonar la regia estancia, Beatriz Galindo decidió avecinarse en Madrid, ciudad donde ya había fundado en 1506 un hospital, dedicado a la asistencia y educación de jóvenes huérfanas. Posteriormente, fundó también el monasterio de la Concepción Jerónima, a cuya biblioteca donó la mayoría de sus libros tras su muerte. Los últimos años de su vida, Beatriz Galindo invirtió desinteresadamente la mayoría de sus rentas en fundaciones pías y religiosas, pero sin olvidar el componente cultural que tanta utilidad le había proporcionado, en un loable intento de que todas las mujeres, huyendo de las convicciones de la época, tuviesen una participación en la cultura y supiesen, cuanto menos, leer y escribir.

En el citado estudio de Llanos y Torriglia destaca, por su desconocimiento en general, un aspecto de la última fase de la vida de Beatriz Galindo, totalmente asentada en Madrid: su relación con el emperador Carlos V. Alentado por la fama de sabia y prudente consejera, es posible que ambos se entrevistasen en Madrid en 1525, tras el regreso del emperador de Flandes. Lo que sí queda meridianamente claro es que, a partir del año siguiente, la Latina desempeñó el cargo de alcaidesa de la fortaleza de El Pardo, por orden directa del emperador. Lejos de ser una mera dignidad palaciega, los distintos documentos manejados por Llanos demuestran su activa participación en la construcción de nuevas torres, la reparación de murallas y, cómo no, la dotación de una biblioteca para los ratos de ocio de los soldados. Antes de fallecer, en noviembre de 1535, dejó por único heredero a su nieto, Diego Ramírez de Madrid, al que legó las posesiones territoriales más importantes (su casa, en el barrio que lleva su nombre, así como la protección del Hospital fundado en 1506), y se contiene un interesante inventario de su biblioteca particular, que fue a parar, como ya se ha citado, al monasterio de la Concepción Jerónima. Entre las obras que se le atribuyen a Beatriz Galindo destaca, sin duda, unos Comentarios a Aristóteles, dedicado a la reina Isabel, y que figura en algunos inventarios de sus libros, así como algunas poesías latinas sueltas (conservadas en cartapacios y, precisamente por eso, de dudosa identificación). No es de extrañar que, algunos años más tarde, todavía la fama de La Latina resonase en la actividad literaria de otro madrileño de postín, Lope de Vega, quien dedicó la silva V de su Laurel de Apolo a Beatriz Galindo, erudita salmantina y madrileña de adopción, a modo de merecido homenaje a una de las más destacadas humanistas del solar hispano:

"Como aquella Latina
que apenas nuestra vista determina
si fue mujer o inteligencia pura,
docta con hermosura
y santa en lo difícil de la corte;
mas, ¿qué no hará quien tiene a Dios por norte?
"

Bibliografía

  • FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G. Batallas y Quincuagenas. (Ed. J. B. de Avalle-Arce, Salamanca: Ediciones de la Diputación, 1989).

  • GÓMEZ MOLLEDA, Mª D. "La cultura femenina en la época de Isabel la Católica. Cortejo y estela de una reina". (Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXI, 1 [1955], pp. 137-195).

  • LLANOS Y TORRIGLIA, F. Beatriz Galindo: una consejera de Estado. (Madrid: Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, 1920).

  • TORRE, A. DE LA. La Casa de Isabel la Católica. (Madrid: CSIC, 1954).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez