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MúsicaBiografía

Furtwängler, Wilhelm (1886-1954).

Director de orquesta y compositor alemán nacido en la ciudad de Berlín el 25 de enero de 1886 y fallecido en Baden-Baden el 30 de noviembre de 1954.

Wilhelm Furtwängler nació en una familia culta capaz de apreciar las aptitudes artísticas del niño prácticamente desde sus primeros años. Su padre, arqueólogo, y su madre, pintora, consideraron oportuno dar a su hijo una educación privada que, pasados los primeros años en los que el niño asistió normalmente a las clases de una escuela local, transcurrió apartada del contacto con otros escolares de su edad y a cargo de preceptores que eran ya especialistas consagrados en diversas disciplinas artísticas.

Furtwängler mostró pronto su preferencia y su particular habilidad para el estudio de la Música, que su conocimiento de otras disciplinas artísticas le permitió explorar desde una perspectiva más amplia. Su primera intención fue la de dedicarse a la composición, una actividad que comenzó a practicar desde sus primeros años componiendo diversas obras de cámara, varios movimientos sinfónicos, al menos una sinfonía completa y trabajando, como tantos otros compositores europeos contemporáneos y anteriores a él, sobre textos de Goethe, como diversos fragmentos de Fausto o la Walpurgisnacht. Sin embargo, las primeras interpretaciones públicas de sus obras no obtuvieron el éxito que el compositor hubiera deseado, lo que debió de desalentarlo, al menos momentáneamente, para seguir adelante en esta dirección. La dirección orquestal, no obstante, sí proporcionaba a Furtwängler no solamente el medio de vida necesario para seguir adelante con sus estudios musicales y su actividad creativa al tener lugar el fallecimiento de su padre en 1907, sino también el camino más directo para adentrarse en el aprendizaje del estilo de los grandes maestros, entre ellos el de su admirado Beethoven.

Los comienzos de su trayectoria como compositor fueron relativamente anónimos, lo que le permitió conocer y experimentar las dificultades de la que iba a ser su profesión desde los escalones más bajos. Su primer puesto fue el de ensayador del teatro de Breslau, desde donde pasó a Zurich para enseguida ser reclamado por la ópera de Munich y, más tarde, por la de Estrasburgo, siempre ocupando posiciones secundarias escondidas tras el protagonismo de otros maestros más reconocidos de los que, sin duda, Furtwängler aprovecharía todas las oportunidades para aprender. Con 25 años le fue ofrecido su primer empleo significativo como director de la ópera de Lübeck, seguido por una oferta de la ópera de Mannheim que lo daría a conocer como uno de los directores alemanes más prometedores del momento. En esta época resultó fundamental para el joven Furtwängler el comienzo de su relación con el teórico Heinrich Schenker, que se convertiría en uno de sus principales asesores interpretativos.

A partir del año 1922, al aceptar el puesto de director de la orquesta del prestigioso Leipziger Gewandhaus, comenzaría para Furtwängler una época en la que las orquestas más prestigiosas de su época se disputarían su colaboración, y esto no solamente en Europa, sino también en América. El músico tuvo así la oportunidad de establecer una relación regular con las Orquestas Filarmónicas de Viena y de Berlín, así como con la de Nueva York. La experiencia de Furtwängler en Estados Unidos no siempre sería fácil, pero al mismo tiempo la popularidad del director entre las orquestas europeas no hacía otra cosa que aumentar.

Los años oscuros.

A pesar de la gran admiración que la meticulosamente edificada carrera de Furtwängler despertó siempre en Europa, del intenso grado de comunicación que el particular “gesto” del director parecía conseguir en cada una de las orquestas con las que tuvo oportunidad de colaborar y de la gran personalidad que revelaban sus interpretaciones, tan ricas en planos sonoros y tan atrevidas en la elección de unos tempi con los que otros directores de la época no siempre se mostraban de acuerdo, fueron varios los círculos musicales que terminaron cerrando sus puertas al director alemán.

El caso más claro de antipatía por las interpretaciones de Furtwängler, extensiva más tarde a la personalidad del músico, se dio desde un principio en Norteamérica, con la Orquesta Filarmónica de Nueva York a la cabeza. Esta institución había enviado al músico, a partir de 1925, diversas invitaciones para dirigirla; en un principio, fueron los conflictos con los profesores de la orquesta los que dieron lugar al nacimiento de unas reticencias hacia el director que iban a traducirse, al menos a los ojos de la gran mayoría de la audiencia, en una rivalidad entre Furtwängler y el también director orquestal Arturo Toscanini, rivalidad que, por lo demás, apenas sí se encontraba fundada en bases reales. Lo cierto es que cada uno de estos directores partía de unos presupuestos estéticos que daban lugar a que sus interpretaciones, particularmente las de las grandes obras sinfónicas creadas por los compositores románticos alemanes, resultaran radicalmente distintas. Así, frente a la concepción más academicista de estas obras característica de las interpretaciones del director italiano, la variedad de tiempos y de matices que Furtwängler se tomaba la libertad de introducir en sus versiones daba lugar, en unos casos, al aplauso más decidido de los públicos que preferían las versiones personales, mientras que, en otros, lo que se imponía era el desagrado frente a unas interpretaciones que, al menos según el juicio de parte de la crítica norteamericana, carecían de la coherencia y la fidelidad a la partitura original que sí caracterizaban las de Toscanini.

La rivalidad entre ambos músicos debió de ser, en todo caso, un nuevo producto de la imaginación de la crítica, teniendo en cuenta que, en 1936, el propio Toscanini sugirió el nombre de Furtwängler para sucederlo como director de la orquesta de la Sociedad Filarmónica de Nueva York, un puesto que finalmente no le sería otorgado. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el director alemán se convirtió definitivamente en persona non grata en los Estados Unidos, debido a la corriente de opinión que daba por hecho sus conexiones y su acuerdo con el gobierno nazi. Este rechazo de los americanos hacia Furtwängler se tradujo en un veto a la propuesta que la Orquesta Sinfónica de Chicago pensaba presentar al músico para que éste aceptase el puesto de director de la institución.

El representativo papel desempeñado por Furtwängler en los años del nacionalsocialismo como director de la más representativa orquesta de Alemania, así como su insistencia en permanecer en la Alemania de Hitler a lo largo de los años en los que otros músicos optaban por emigrar a Estados Unidos o a Suiza, fueron suficientes para que muchos dieran por hecho su comunión con las doctrinas nacionalsocialistas. Así, se convirtió en los años sucesivos a la guerra en un personaje odioso en varios círculos musicales americanos y, en menor medida, también en algunos europeos. Frente a esta opinión, otros músicos y seguidores de la trayectoria profesional de Furtwängler se han esforzado en interpretar la actitud del director como la prueba de su total convicción acerca de la posición del arte como una realidad ajena a las circunstancias políticas momentáneas. Como argumentos para sostener su postura, los defensores de Furtwängler se han referido, entre otros, a la resistencia del director a emplear el saludo nazi durante los conciertos, tal y como mandaban las ordenanzas de la época, así como a sus esfuerzos por facilitar la huida de varios músicos, entre ellos algunos judíos. En todo caso, difícilmente podrían exigirse responsabilidades políticas a una mentalidad tan absolutamente dedicada a la investigación y la expresión artística, y tan ajena a todo cálculo relacionado con los aspectos prácticos de la vida como la que el músico dio muestras de poseer a lo largo de toda su existencia.

Al margen de estas vicisitudes, Furtwängler continuó llevando a cabo en los años siguientes al final de la guerra una intensa actividad musical, reclamado por orquestas de toda Europa. Su influencia ha quedado patente no sólo en las grabaciones de sus interpretaciones, reeditadas años más tarde en ediciones digitales,sino también en el magisterio que ejerció sobre varias generaciones de músicos, entre ellos el entonces violista y más tarde también director de orquesta Carlo Maria Giulini, quien tuvo la oportunidad de tocar bajo su batuta durante la etapa en la que fue miembro de la Augusteo Orchestra de Roma, una de las orquestas con las que ocasionalmente colaboró el director alemán.

Discografía seleccionada.

-L. van Beethoven: Sinfonías 1-9. Director: Wilhelm Furtwängler. Intérpretes: Schwarzkopf, Höngen, Hopf, Edelmann; Coro de la Orquesta del Festival de Bayreuth; Orquesta Filarmónica de Viena. EMI 653- 763 606-2 (5 CD).
-J. Brahms: Sinfonía nº 1 Op. 68 en Do menor. Director: Wilhelm Furtwängler. Interpretada por la Orquesta Filarmónica de Berlín (DG 427 402-2) y la Orquesta Filarmónica de Viena (EMI 637 – 252 321 – 2) (6 CD).
-J. Brahms: Sinfonía nº 2 Op. 73 en Re mayor. Director: Wilhelm Furtwängler. Interpretada por la Orquesta Filarmónica de Berlín. EMI 637 – 252 321 – 2 (6 CD).
-J. Brahms: Sinfonía nº 3 Op. 90 en Fa mayor. Director: Wilhelm Furtwängler. Interpretada por la Orquesta Filarmónica de Berlín. EMI 637 – 252 321 – 2 (6 CD).
-J. Brahms: Sinfonía nº 4 Op. 98 en Mi menor. Director: Wilhelm Furtwängler. Orquesta Filarmónica de Berlín. EMI 637 – 252 321 – 2 (6 CD).
-R. Schumann: Sinfonía nº 4 Op. 120 en Re menor. Director: Wilhelm Furtwängler. Interpretada por la Orquesta Filarmónica de Berlín. DG 427 404-2.
-G. Verdi/ A. Boito: Otello. Director: Wilhelm Furtwängler. Intérpretes: Martinis, Wagner, Dermota, Jaresch, Vinay, Bierbach, Greindl, Monthy, Schöffler; Coro de la Staatsoper de Viena. Orquesta Filarmónica de Viena.
-R. Wagner: Tristán e Isolda. Director: W. Furtwängler. Intérpretes: Flagstad, Thebom, Evans, Schock, Suthaus, Davies, Fischer-Dieskau, Greindl; Coro del Covent Garden; Orquesta Filarmónica de Londres. EMI 667-747 322-8 (4CD).

Bibliografía.

  • GILLIS, D.: Furtwängler and America, Nueva York, 1970.

  • HÜRLIMANN, M.: Wilhelm Furtwängler im Urteil seiner Zeit, Zurich, 1955.

  • SEIBERT, W.: Furtwängler: Mensch und Künstler, Buenos Aires, 1950.

  • SLONIMSKY, N.: Baker’s Biographical Dictionary of Musicians, Nueva York.

  • WOOLDRIDGE, D.: Conductor’s World, London, 1970.

  • BOWLES, M.: The Art of Conducting, London, 1963.

  • HALL, C. J. (compilador): A Twentieth-Century Musical Chronicle. Events 1900-1988, Nueva York; Westport, Connecticut; Londres, 1989.

Lucía Díaz Marroquín.

Autor

  • LDM