A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
PinturaBiografía

Friedrich, Caspar David (1774-1840).

Pintor nacido en la ciudad báltica de Greifswald. Fue el artista más sobresaliente del romanticismo alemán y quien mejor representó la nueva idea que adquirió la pintura de paisaje, concebida de un modo sublime y religioso y donde la naturaleza, captada de forma indeterminada pero minuciosa, abrumaba por su inquietante belleza.

Educado en el seno de una puritana familia protestante de la clase media artesanal, Friedrich inició su formación en Copenhague asistiendo a la Academia desde 1794 hasta 1798. Esta institución le ofreció una sólida educación en las técnicas del dibujo. Allí coincidió con otros artistas relevantes del romanticismo germano y contactó con la corriente ossianica, una moda literaria que reclamaba los componentes y símbolos originarios de la mitología nórdica. A partir de 1798 se estableció en la capital del Electorado de Sajonia, Dresde, uno de los focos culturales y científicos más destacados de Centroeuropa, ciudad que contaba con importantes colecciones y museos, una notable Academia de Bellas Artes y un activo grupo de artistas dedicados a la pintura de paisaje.

Sus primeros trabajos fueron apuntes del natural realizados en lápiz, pluma, tinta, sepias, así como estampas que captaron los paisajes costeros de Pomeramia, su región natal, obras que pronto tuvieron una acogida favorable por parte de la crítica y una atención especial de personajes ilustres, como Goethe, con quien Friedrich mantuvo una estrecha relación desde 1805.

Dos años después, y ya con un dominio admirable del arte del paisaje, el artista emprendió en el taller la técnica al óleo, sin ignorar la meticulosa fidelidad a la naturaleza, lo que dio como resultado un singular lenguaje plástico apreciable desde sus primeros cuadros, como Niebla o Playa con pescador, ambas de 1807. Pero su peculiar percepción de la naturaleza pronto provocó polémicas, como la originada a raíz de la realización del conocido Altar de Tetschen o La cruz de las montañas, una obra encargada por una aristócrata de Dresde para la capilla de su palacio, con funciones de retablo o cuadro de altar.

La precisión del dibujo, los numerosos puntos de vista, la carencia de un primer plano, la composición piramidal de un tema que se cifra en un crucifijo enclavado en unas rocas y flanqueado por altos abetos, así como una cumbre que escondía una puesta del sol, rompían con la estructura paisajística tradicional, normativa y académica.

El paisaje de Friedrich era lo más alejado de las apacibles naturalezas arcádicas y revolucionaba por su carácter simbolista y espiritual. Hasta ese momento nadie había conseguido incitar a la devoción o expresar las ideas religiosas por medio de un género todavía considerado inferior, como era el paisaje. De esta forma, abría un nuevo rumbo para este género pictórico, que podía reflejar un contenido religioso y capaz de provocar emoción, ánimo y vida interior, como demuestran El monje junto al mar o La Abadía en el Robledal, ambas presentadas en la Exposición de la Academia de Berlín en 1810 y sintomáticas de la tendencia del artista por los paisajes abruptos y rocosos, las montañas y abismos, las tierras y costas solitarias, las ruinas, brumas y tinieblas, naturalezas inaccesibles, cargadas de desasosiego y soledad, en las que la representación del hombre, parecía enfrentarse al poder inabarcable de la naturaleza. Buen ejemplo de ello, es la serie de paisajes con figuras humanas de espaldas, que a manera de espectadores dentro del cuadro contemplan la lejanía, la luna, el mar o los impresionantes acantilados de las costas como Rocas cretáceas en Rügen (1818), uno de sus lugares favoritos al que reiteró en varias vistas, Salida de la Luna sobre el mar (1820-26) o Las edades (c. 1835).

Puerto a la luz de la luna (Óleo sobre lienzo, 1811). Colección Oskar Reinhart (Winterhur, Suiza).

Con todo, el carácter irreal y visionario de sus obras convivió con el tipo de paisaje nórdico que Friedrich plasmó en numerosas ocasiones como reflejo de su compromiso ante la naturaleza autóctona de Sajonia y Bohemia, aunque también plasmó paisajes en los que nunca estuvo, del Ártico o de Sicilia, para los que se sirvió de descripciones, libros de viajes y dibujos. En todos se aprecia el sello personal de una visión de la naturaleza muy distinta a la pintura de paisaje de sus contemporáneos británicos, como Turner o Constable.

En Friedrich destaca la tendencia a la limitación y sobriedad del colorido y un interés por reflejar las fases cíclicas de la naturaleza (amaneceres y crespúsculos, el día o la noche, las estaciones del año etc...). En ocasiones pintó escenas de interiores con una atmósfera más intimista, como Mujer en la ventana, Vista desde la ventana o Friedrich en su taller, realizados con una gran simplicidad de medios y de tono melancólico. Un fuerte sentimiento hacia lo autóctono se potenció en sus cuadros desde 1813, a raíz de la invasión napoleónica y las guerras de liberación el pintor empieza a tratar un tipo de obra patriótica en clave heroica, como El Coracero en el bosque o Tumbas de héroes antiguos, homenajes a los combatientes muertos en las luchas contra Napoleón. Igualmente realizó una serie de proyectos conmemorativos y funerarios de estilo gótico, tumbas y obeliscos, que no llegaron a construirse.
Solitario y atormentado por sus obsesiones espirituales, murió en Greifswald en medio de la locura. No tuvo ningún discípulo destacado, pero sí una serie fiel de seguidores e imitadores. Aunque Friedrich cayó en el olvido a lo largo del siglo XIX su influencia fue fundamental para la posterior evolución de la pintura de paisaje, siendo reivindicada y rescatada su obra a comienzos del presente siglo.

Obra

Galería multimédia

Bibliografía.

  • Javier ARNALDO: Caspar David Friedrich, Madrid, ed. Historia 16, Colección El Arte y sus Creadores nº 33, 1996.

  • Jens Christian JENSEN: Gaspar David Friedrich. Vida y Obra, Barcelona, ed. Blume, 1980.wp

Victoria Soto Caba

Autor

  • Enciclonet