Fra Angélico (1395-1455)
Pintor italiano, activo desde 1417 en Florencia con el nombre de Guido de Pietro, posteriormente ingresó en el convento de San Domenico, con el nombre de Fra Angélico, donde llegó a ser prior en 1449.
Sus primeras obras conocidas son miniaturas, conservadas en la Biblioteca Laurenciana de Florencia, y tablas como el Tríptico de San Pedro Mártir de Florencia, la Virgen con niño y ángeles de Frankfurt, obras todavía góticas, que se entroncan con la obra de Lorenzo Mónaco y Gentile da Fabriano. Debido a este componente gótico y al rápido interés que muestra por la obra de Masaccio se le suele considerar como un autor de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Sin embargo, su obra se desarrolla durante los años treinta del siglo XV, cuando se está llevando a cabo la gran transformación en el sistema de representación. Realmente, se trata de un pintor conservador unido a una clientela tradicional, hecho que no le resta importancia ya que en esos años treinta, desaparecen de Florencia los grandes pintores de la época, y él se queda como único pintor sólido y de prestigio. A lo largo de su obra se puede observar cómo irá introduciendo las innovaciones sobre las que se estaba experimentando.
De sus primeras obras destaca La Virgen con cuatro santos de Parma, y la Anunciación del Prado de Madrid, obras en las que el tratamiento de la luz y el gusto por el detalle, y el estilizamiento de las figuras son todavía plenamente góticas. Lentamente las nuevas concepciones espaciales elaboradas por Masaccio se irán introduciendo en obras como La Crucifixión del convento de San Domenico, La Anunciación, la Adoración de los Magos y el Juicio universal del Museo di San Marco, o la Coronación de María de los Uffizi de Florencia.
Hacía 1430 Fra Angélico es el pintor florentino más relevante de la ciudad, lo que le permite realizar una serie de obras de gran importancia y prestigio. Entre 1433 y 1438 realiza tablas tan importantes como El tabernáculo de los Linaioli, La Coronación de María y el Retablo de San Marco. En ellas intenta una nueva forma de representación del arte sacro introduciendo los nuevos elementos renacentistas pero conservando la espiritualidad dominante en sus obras.
Entre 1438 y 1446 dirige los trabajos de pinturas al fresco del nuevo convento de San Marco en Florencia. Realizadas por él se encuentran las escenas de La Crucifixión, Noli me tangere, La Transfiguración. La Anunciación, Cristo escarnecido, La Coronación de María, La presentación en el templo y Virgen en el trono y ocho santos. En ellas introduce tímidamente elementos nuevos, como la utilización de colores más naturales y convincentes, la representación de arquitecturas con cierto gusto clásico y un intento de perspectiva. Mientras que mantiene otros tradicionales, las figuras encajadas en el espacio parecen recortadas y pegadas a él. En esta obra Fra Angélico incorpora elementos formales, pero no pretende una transformación del espacio artístico, que desde luego dista mucho de ser el espacio tridimensional, real y tangible de Masaccio.
A partir de 1446 trabaja en Roma, donde realiza los frescos de la Capilla de Nicolás V y de la capilla Niccolina en el Vaticano. En este momento Roma que había permanecido alejada de las grandes innovaciones artísticas, se incorpora con gran fuerza a ellas, como ciudad que toma conciencia de sí misma, y que pretende convertirse en la nueva Roma. Junto a Fra Angélico se encuentran trabajando en la ciudad artistas como Alberti o Piero de la Francesca. En los frescos transforma su arte introduciendo novedades, como un nuevo tratamiento de la luz y una representación con perspectiva. Pese a ello el espacio es compartimentado a la manera tradicional de superficies geométricas, donde se introducen sin unidad escenas de la vida de San Nicolás. En la escena de San Nicolás dando limosna es donde se observa mejor el cambio, las figuras se insertan en una composición coherente y centralizada; están dominadas por su presencia volumétrica y el espacio deja de ser bidimensional para a través de la perspectiva convertirse en tridimensional. La luz deja de ser irreal para convertirse en una luz generalizada, y se introducen fondos con arquitecturas de corte clásico.
Sus últimas realizaciones sobre tabla son escasas y muchas fueron llevadas a cabo, en gran medida, por sus discípulos. En 1447 inició junto a Benozzo Gozzoli, los frescos de la bóveda de la capilla de San Bricio de la catedral de Orvieto.
Normalmente, ha sido interpretado como la antítesis de Masaccio y de las nuevas corrientes; indudablemente, Fra Angélico representa a un grupo de artistas ligados a la tradición y sujetos a una demanda concreta, que difieren en gran medida del grupo de artistas minoritarios que sientan las bases del nuevo arte, pero a los que no ignoran, e introducen poco a poco sus nuevas soluciones. Su espiritualidad tendente a la trascendencia, muy elogiada por la crítica del siglo XIX, está comprometida con el pensamiento que entiende el arte como una acción proselitista, perfectamente de acuerdo con la doctrina dominica. Siguiendo estos conceptos, Fra Angélico rechaza el racionalismo que exalta al hombre y busca la belleza ideal, para ir en busca de la trascendencia; sus luminosos colores, sus escenas en tono contemplativo, el minucioso análisis de las cosas creadas, más que residuos de tradición gótica son interpretaciones místicas de la cultura del momento.
Bibliografía
-
ARGAN, G. C.: Fra Angélico. Barcelona, 1968.
-
BALDINI, U.: La obra completa de Fra Angélico. Barcelona, 1972.
-
BALLESTEROS ARRANZ, E.: Fra Angélico. San Sebastián de los Reyes, 1982.
-
BERENSON, B.: Los pintores italianos del Renacimiento. Barcelona, 1954.
-
BERGER, R.: El conocimiento de la Pintura. Barcelona, 1976.
-
ENZINA, J. De LA: Los Pintores italianos del Renacimiento. México, 1949.
-
POPE-HENNESSY, J.: El retrato en el Renacimiento. Madrid, 1985.
-
SEBASTIÁN, S.: Arte y Humanismo. Madrid, 1978.