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PinturaBiografía

Fortuny y Marsal, Mariano (1838-1874)

Pintor español, nacido en Reus el 11 de junio de 1838 y fallecido en Roma el 21 de noviembre de 1874, que fue un excelente maestro en el dominio de las diversas técnicas del óleo, el aguafuerte, el dibujo o la acuarela, fue el artista con más fama y renombre internacional del siglo XIX español. La producción de su corta vida, murió con 36 años, supuso la renovación de la pintura española postrromántica durante las décadas centrales de la centuria, consiguiendo ser uno de los escasos artífices adinerados, cotizados y apreciados por marchantes y coleccionistas.

De humildes orígenes, queda huerfáno de padres siendo niño. Su abuelo paterno, un escultor artesano, le inicia en sus primeros pasos artísticos enviándolo al taller de un pintor local donde Fortuny realiza sus primeros dibujos. En 1852, a la edad de 14 años, marcha a Barcelona y entra como ayudante en el taller de Domingo Talarn, pintor que le consigue un año después una beca en la Academia de Bellas Artes de Barcelona, donde inicia su trayectoria académica. En esta formación inicial incidió la corriente pictórica nazarena a través de su colaboración con Claudio Lorenzana, uno de sus profesores. Sus primeras pinturas las realiza siguiendo las directrices académicas imperantes, es decir, cuadros de asuntos históricos, mitológicos o religiosos. Una de ellas, Ramón Berenguer III alzando la enseña de Barcelona en la torre del castillo de Foix (1857), ganó el concurso para las pensiones de estudio en Roma convocadas por la Diputación de Barcelona.

Ese mismo año se publican sus primeras estampas para ilustrar la novela de Alejandro Dumas El mendigo hipócrita, así como algunos dibujos para una edición del Quijote, no abandonará desde entonces la técnica de estampación, especialmente la del aguafuerte. En 1858 se traslada a Roma. Allí descubre la obra de Rafael y el retrato de Inocencio X de Velázquez, obra que le impresiona especialmente. Coincide con otros pintores españoles, como Eduardo Rosales, y comienza a realizar dibujos y apuntes al natural o al aire libre, siguiendo las innovaciones realistas de la pintura del momento y desligándose de los temas académicos.

Un hecho fundamental marca el inicio de su trayectoria, la guerra entre España y Marruecos es el origen de un encargo de la Diputación de Barcelona al artista: la realización de un cuadro que evocara el heroismo de los voluntarios catalanes en la guerra de África. En 1860 se traslada a Tetuán y convive con las tropas, actuando como un auténtico cronista gráfico en la realización de apuntes, dibujos, esbozos y bocetos del ejército español. Es testigo de la batalla de Wad-Ras, una acción que después plasmará en un pequeño lienzo con una composición agitada, de técnica suelta, a base de manchas vigorosas y una atmósfera brillante. Los dos meses que pasa en Marruecos le empujan a una nueva trayectoria en su pintura al experimentar la riqueza temática y ambiental que se le presenta ante los ojos. Es el punto de partida de su interés por lo exótico y su arranque para convertirse en el mejor orientalista de la pintura española.

Fortuny: La batalla de Wad-Ras. Museo del Prado.

De vuelta a la península pasa por Madrid y visita el Museo del Prado, interesándose por la obra de Velázquez, Ribera y Goya. Apenas llegado a Barcelona y tras la satisfacción que produce su trabajo en Marruecos, recibe el premio de un viaje por Europa para completar su conocimiento de escenas bélicas y con el fin de realizar la Batalla de Tetuán, un lienzo de grandes dimensiones que le obsesionará toda su vida y que dejará inconcluso, quizá por su poca costumbre al gran formato. Al igual que la Batalla de Wad-Ras, la composición se caracteriza por el contraste entre la agitación y la crueldad de la lucha y la luz y brillantez del cielo y del mar, siempre con esa técnica de manchas y rápida factura.

En París tiene la oportunidad de contemplar la obra de Delacroix y otros románticos que potencian en el artista el gusto por lo exótico y lo oriental. Prueba de ello es su Odalisca, firmada en Roma en 1861, un tema tópico entre los pintores franceses al que Fortuny incorpora un ambiente misterioso y un gran contraste lumínico. De la misma fecha es una obra de tono distinto, pero fundamental para entender su evolución y el dominio de su técnica. Se trata de una acuarela, Il Contino, la primera recreación del ambiente dieciochesco tan del gusto de la época y con el gran virtuosismo que tanta fama dieron al artista. Se aprecia en ella la influencia de Meissonier y de la temática rococó de Watteau o de Tiepolo. Junto con la Odalisca, se expone en Barcelona en 1862 y obtiene una elogiosa crítica. Este tipo de cuadro de pequeño formato, como toda la obra de Fortuny, se conoce como "temas de casaca" e implica su gran éxito comercial entre el público, canalizado por su marchante francés, Adolphe Goupil. A pesar de que Fortuny llega a renegar de este tipo de obra de gusto burgués, demandada constantemente por su marchante y su clientela, realiza verdaderas joyas, como El coleccionista de estampas (1866) o La vicaría (1867-1870), una de sus obras maestras que reflejan tanto su deuda a Goya como la perfección de su soltura, la luminosidad vibrante, la riqueza del color, los brillos y la composición atrevida. Son rasgos que se aprecian en obras que responden a otra temática, algunas realizadas en Roma, como Idilio (1868), una deliciosa acuarela que evoca la atmósfera pastoril de los poemas antiguos, o los trabajos tras su segundo viaje a Marruescos años antes, en 1862. La serie de marroquíes y escenas de costumbres y de tipos como herradores, vendedores de tapices o sencillamente paisajes son claras muestras de su maestría técnica en la precisión, en el empaste y en la delicadeza de los asuntos tratados. Son de destacar también otras obras relacionadas con temas orientales, como su Fantasía árabe (1867), o con visiones literarias, la Fantasía sobre Fausto (1866), por ejemplo, que es una original interpretación del mito con una composición muy rica en contrastes sombríos y luminosos. En los primeros años de la década de los 70 Fortuny selecciona nuevos temas, a raíz de su viaje a Andalucía, fascinado por lo pintoresco de los rincones de Sevilla y Granada. Como han puesto de manifiesto los historiadores, uno de los aspectos más interesantes de su obra de género es haber conseguido una concepción realista y moderna al vincular la temática hispana y castiza con la pintura de género del panorama artístico internacional. Reconocido por crítica y público, rico, gran coleccionista de antigüedades y casado con la hija de Federico Madrazo, a quien conoció en uno de sus primeros viajes a Madrid, Fortuny es un incansable viajero. De nuevo en 1872 se dirige a Marruecos y recorre las más importantes capitales europeas, para establecerse definitivamente en Italia cuando el gobierno de la Restauración funda en Roma la Academia Española de Bellas Artes y le ofrece la dirección. En esta última etapa consigue liberarse de su marchante Goupil y su estilo se hace cada vez más moderno y verista. Su estancia en Nápoles le hace profundizar en la luminosidad mediterránea, reconocible en el Desnudo en la playa de Portici (1874), mientras que alejado de la retórica imperante y de las exigencias comerciales se recrea en obras, como La elección de modelo (1874) Los hijos del pintor en el Salón Japonés (1874), de un increíble refinamiento y un sorprendente colorido. Una inesperada enfermedad acaba con su vida el 21 de noviembre de 1874 en su casa de Roma, truncando la obra y la carrera del más internacional y admirado artista español del siglo.

Bibliografía

  • Lourdes CERRILLO RUBIO: Mariano Fortuny, Madrid, Historia 16, Colección Cuadernos de Arte Español nº 21, 1992.

  • C. REYERO y M. FREIXA: Pintura y escultura en España, 1800- 1910, Madrid, Cátedra, 1995.

Autor

  • Enciclonet