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FilosofíaBiografía

Fichte, Johann Gottlieb (1762-1814).

Filósofo alemán que, seguidor en un principio de la doctrina de Kant, llegó, sin embargo, a separarse radicalmente de ella para construir un sistema idealista original, denominado "idealismo subjetivo", que considera como punto de partida de toda realidad el Yo Absoluto, del que se deriva todo lo demás.

Vida y obras

Hijo de un modesto tejedor, Fichte tuvo acceso a los estudios gracias al apoyo económico del barón de Miltitz, en la escuela de Pforta primero, y luego en Jena y Leipzig donde estudió filosofía y teología. Tuvo que ganarse la vida como preceptor en Zurich, ciudad en la que conoció a Juana Rahn, que más tarde sería su mujer. Pasó por Königsberg (1791) y allí conoció a Kant, quien leyó el manuscrito de su obra Ensayo de una crítica a toda revelación. Kant se mostró complacido con ella, pues por entonces Fichte era kantiano. Poco después la obra se publicó de forma anónima, por lo que en un principio fue atribuida a Kant. Cuando se conoció el nombre del verdadero autor, éste alcanzó notable celebridad. Fue profesor en Jena, pero tuvo que dejar la cátedra, acusado de ateísmo y vistas las ideas expuestas en su escrito Sobre la razón de nuestra fe en una providencia divina (1798). Más tarde enseñó en Erlangen y luego en la universidad de Berlín, de la que fue el primer rector. En esta ciudad, aparte de sus escritos filosóficos, publicó sus Discursos a la nación alemana, dirigidos a incentivar la lucha antinapoleónica. Durante la guerra de independencia enfermó de tifus, a consecuencia de lo cual murió en Berlín.

Sus obras más relevantes, además de las citadas, son: La religión dentro de los límites de la sola razón (1793), Fundamentos de toda la doctrina de la ciencia (1794, tuvo sucesivas reelaboraciones), El destino del hombre (1800), Los caracteres de la edad contemporánea (1806), Crítica de las revelaciones, De la revolución francesa, Destino del hombre de letras, Derecho natural, Sistema de moral, Teoría de la religión.

Metafísica y teoría de la ciencia

Fichte pretende interpretar a Kant como, según él, debe ser verdaderamente interpretado. Parte del principio de que la auténtica realidad es el Yo Absoluto (véase Ego o yo). Del Yo Absoluto -entendido como Yo universal- se deriva todo lo demás, incluido el yo finito, que es captado mediante lo que él llama "intuición intelectual". El Yo se manifiesta en tres momentos, que a su vez corresponden al principio de la ciencia: 1. La primera consecuencia de la acción del yo es ponerse a sí mismo, en ejercicio de su libertad absoluta. Al ponerse a sí mismo el yo se advierte como existente. Esta primera proposición es tomada por Fichte como tesis. 2. El yo al ponerse a sí mismo, pone automáticamente al no-yo (lo que le es externo). Este no-yo es la antítesis. 3. De la contraposición entre el yo y el no-yo surge, en un tercer momento, la limitación, y de aquí, la conciencia, la cual, por medio de las categorías del entendimiento, otorga condición de mundo objetivo a lo externo al yo, que se hace de este modo asequible a la ciencia (síntesis). Con esta doctrina, Fichte da por formuladas las bases del conocimiento y, de paso, asigna a los fenómenos una dependencia absoluta del espíritu. De aquí surge su "idealismo subjetivista". Esta actividad es todo lo contrario a la opción "dogmática", rechazable, según él, que consiste en deducir las ideas a partir de los objetos. Fichte, más que buscar la cosa-en-sí, busca perfilar la experiencia. Por medio del idealismo cree abrir el camino a la libertad humana, y erige al yo activo y creador.

Moral

Estamos impelidos a obrar. Pero para mejor obrar, debemos conocer. El progreso moral consiste en aspirar a la síntesis que supone para el hombre vencer y transformar las resistencias constantes que el mundo representa para él. El yo se perfila por la acción, se manifiesta, dando oportunidad al despliegue que representa la libertad, sin otro imperativo que no sea el de hacer del yo lo que debe ser. No caben, por lo tanto, leyes heterónomas, sino únicamente los dictados de la conciencia, que es conciencia del propio deber. El ejercicio comprensivo por parte del espíritu ha de ir forzosamente seguido de la acción, fuerza espiritualizadora del mundo. Este obrar transformador del mundo es, para el Fichte de los últimos escritos el que marcha al compás del Yo Absoluto, identificado con Dios. Cae así en un panteísmo idealista sin paliativos, teñido de emanantismo neoplatónico.

Por lo que hace a la praxis política, Fichte se muestra generoso a la hora de atribuir potestades a la autoridad. El Estado tiene que defender a los ciudadanos que están dispuestos a cooperar con la buena marcha de la colectividad, contra aquellos individuos inactivos y displicentes. A él le corresponde también controlar la actividad económica -llegando incluso a los monopolios-, y la educación de la sociedad.

Autor

  • Cipriano Camarero Gil