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EsculturaBiografía

Fernández, Gregorio (1576-1636).

Escultor español, posiblemente de origen gallego, aunque documentalmente se tiene noticia de él en 1576 cuando era alumno de Francisco del Rincón en Valladolid, ciudad en la que permanece a lo largo de toda su vida, y donde desarrolla su más importante actividad. Muere el 22 de enero de 1636.

Su primera obra conocida data de 1605, fecha en la que ya tenía titulo de maestro y un taller propio, aunque es posible que colaborara anteriormente en los talleres de Adrián Álvarez y en el de los Velázquez. A partir de ese año se acredita como un gran maestro, y será el más importante autor de los encargos de la mitad norte de Castilla. En su obra se acusa la influencia de la escultura castellana anterior de Berruguete y Juan de Juni, así como los modelos italianos de Pompeo Leoni, aunque elabora un estilo propio que se va a caracterizar por su realismo. Sus figuras muestran un gran verismo anatómico, y expresividad en el rostro y las manos, aunque están cubiertas por mantos de rígidos pliegues.

Su fama artística lleva a que se le encarguen retablos completos, aunque la costumbre era que el cuerpo del mismo fuera realizado por un arquitecto o ensamblador. Estos serán muy arquitectónicos y sobrios, estructurados en pisos y calles, que se separan generalmente por columnas corintias, y dinteles y cuya ornamentación se limita a grotescos y pequeños relieves.

La Piedad. Gregorio Fernández. Valladolid.

En su obra escultórica se manifiesta como un excelente creador de tipos iconográficos, que luego serán ampliamente imitados. Codifica la iconografía de la Inmaculada, o la de Santa Teresa, que fue canonizada en 1622, también la de santos jesuitas o la de la Magdalena penitente, igualmente crea la iconografía de temas como el Cristo yacente, Cristo en la columna, la Piedad o la Dolorosa.

En su obra se pueden diferenciar tres etapas, la primera se desarrolla desde 1605 hasta 1612, donde se muestra dependiente de los modelos de la escultura vallisoletana anterior, aunque su modelado será más vigoroso, sobrio, rígido y de una mayor naturalidad y dramatismo. De este período son las obras de San Martín, el Retablo de la parroquia de San Miguel, La Piedad del convento de San Francisco, todas ellas en Valladolid.

La segunda etapa se desarrolla desde 1612 a 1628, en ella se acentúan todos sus rasgos propios anteriores, el dramatismo, la sobriedad, el naturalismo, y las anatomías vigorosas; abandona la dependencia de los modelos anteriores, con una mayor incidencia de la obra de taller. De este momento son sus mejores obras, como el Retablo de la iglesia de Santos Juanes en Nava del Rey, el Retablo de la colegiata de Lerma, el de Las Huelgas Reales de Valladolid, y el de San Miguel de la Victoria, así como sus esculturas Cristo yacente, Magdalena Penitente, la Inmaculada y el paso procesional del Descendimiento, así como La Flagelación.

Después de este período Gregorio Fernández sufre una grave crisis, debido, principalmente, a problemas de salud, con un vacío de obras importante, que se alarga hasta su muerte. Su última obra fue el retablo de la cartuja de Aniago, que dejó inconcluso.

Sus realizaciones llegan a sus clientes y al fervor popular, gracias a la simplicidad de planteamientos estéticos e ideológicos. El espectador se identifica rápidamente con el sufrimiento de sus ennoblecidos Cristos o Vírgenes, según las ideas contrarreformistas de religiosidad popular. Su figuras no muestran ningún tipo de idealización, sino un realismo sin alardes.

Bibliografía

  • ANDRÉS ORDAX, S.: Gregorio Fernández en Alava. 1976.

  • Gregorio Fernández. Madrid, Ministerio de Cultura, 1980.

  • MARTÍN GONZÁLEZ, J.J.: Escultura Barroca castellana. Madrid, Tecnos.

  • MARTÍN GONZÁLEZ, J.J.: Escultura barroca en España: 1600-1770. Madrid, Cátedra, 1993.

  • PORTELA SANDOVAL, F.J.: Escultura barroca castellana. San Sebastián de los Reyes, Hiares, 1981.

EAC.

Autor

  • Esther Alegre Carvajal.