Fabián y Fueros, Francisco (1719-1801).
Eclesiástico español, obispo de La Puebla de los Ángeles (México) y arzobispo de Valencia, nacido en Terzaga (Guadalajara) el 7 de agosto de 1719 y fallecido en Torrehermosa (Guadalajara) el 3 de agosto de 1801.
Francisco Fabián y Fueros nació en una pequeña localidad perteneciente al señorío de Molina, en la actual provincia de Guadalajara. Era hijo de Esteban Fabián y Ana Fuero, el primero natural de Terzaga y la segunda nacida en Tierzo. Huérfano a edad temprana, un hermano de su madre, sacerdote en Almazán, lo llevó con él a esta última población, en donde hizo estudios de latín y humanidades, concluidos los cuales pasó a completar su educación en el colegio carmelita de Calatayud (Zaragoza). Tras ganar una beca, entró en el seminario conciliar de Sigüenza (Guadalajara). En 1741 se licenció en artes y teología en la Universidad-Colegio de San Antonio de Portacoeli de la citada ciudad, y el 26 de mayo de 1743 se doctoró en teología. El 13 de junio siguiente fue elegido rector de la universidad seguntina, cargo que Fabián y Fueros conservaría hasta 1751, con algunas estancias intermitentes en el colegio de Santa Cruz de Valladolid. En junio de 1755, el rey lo nombró canónigo de la catedral de Toledo y abad de San Vicente, con una dotación de 28.700 reales.
En el cabildo de la catedral toledana, Fabián y Fueros coincidió con importantes eclesiásticos como Felipe Fernández Vallejo, Rodríguez Arellano y Francisco Antonio de Lorenzana, con quien compartió su afición por el estudio de la historia y la lingüística. En 1765, Carlos III lo nombró obispo de Puebla de los Ángeles (México), una de las principales diócesis de América. Durante su estancia en Puebla puso en marcha un completo programa de reformas con el fin de eliminar las supersticiones, promover la disciplina eclesiástica, extender la religiosidad y organizar las finanzas y la administración del rico obispado. Fabián y Fueros realizó muchos esfuerzos para imponer la vida común en los conventos femeninos de Puebla, arriesgada empresa que inició en 1765 con un edicto en el que exhortaba a las monjas a guardar la pobreza y comer en comunidad.
Con la complicidad y colaboración de Francisco Antonio Lorenzana en el arzobispado de México (1766-1772), prohibió la compra y venta de celdas para el uso individual de las monjas, expulsó a las niñas y familiares de los conventos, limitó el número de sirvientas, introdujo economías y nuevas prácticas en las fiestas, impuso la observancia estricta del número de las distintas clases de monjas (velo negro, velo blanco y supernumerarias), decretó la olla común y cambió la duración del cargo de priora o abadesa a la mitad: de tres años a uno y medio. Estas medidas, impuestas con cierta ingenuidad y brusquedad por parte del obispo poblano -dispuso hasta la telas que debían vestir las monjas-, confrontó dos modelos de conventos, sintetizados a grandes rasgos en las partidarias de la vida privada (apasionadas) y de la vida común. Sin embargo, no todos los conventos poblanos se avinieron a cumplir los mandatos obispales, por lo que se inició un largo conflicto que se solucionaría años más tarde gracias a su sucesor, Victoriano López (1773-1786), también nacido en Terzaga (Guadalajara). El episodio más famoso fue la rebeldía de un grupo de monjas del convento de Santa Inés de Monte Punciano, quienes se refugiaron en unas dependencia del convento y reclamaron la intervención de las autoridades civiles. Para doblegar el recelo de las monjas, encargó al clérigo José Ortega Moro la redacción de un libelo que se publicó sin licencias con el título Carta a una religiosa para su desengaño y dirección (1774), que fue recogido por orden real.
Otro de los problemas que Fabián y Fueros tuvo que solucionar fue la expulsión de los jesuitas (1767) y la ocupación de sus iglesias y haciendas. Parte del clero local y de los conventos femeninos se opusieron a la medida real. Se difundieron por la ciudad numerosas sátiras y pasquines que acusaban de jansenista y luterano al obispo, quien participó activamente en la celebración del IV Concilio Provincial Mexicano (1771) y había pedido la disolución de la Compañía de Jesús en una de sus sesiones. No obstante, no todas las actuaciones de Fabián y Fueros fueron tan polémicas. Erigió una academia de Bellas Artes y elaboró nuevas ordenanzas para la Biblioteca Palafoxiana. De entre la importante labor cultural que llevó a cabo, merece la pena destacar la recuperación del culto y la liturgia mozárabes gracias a la edición de la Missa Gótica seu Mozarabica en las prensas del Seminario Palafoxiano de Puebla en 1770, lujoso volumen en el que participó su amigo Francisco Antonio de Lorenzana. Otra empresa de colaboración fue la beatificación de don Juan de Palafox y Mendoza, antecesor de Fabián y Fueros en el obispado poblano. También impulsó la castellanización de los indígenas mexicanos, y él mismo llegó a dominar el nahua. Por último, en 1770 publicó una colección de pastorales (Colección de providencias diocesanas), en la que plasmó sus ideas antijesuitas y regalistas (fue partidario de la autoridad real frente a la de los papas), lo que le valieron su nombramiento de arzobispo de Valencia.
Fabián y Fueros tomó posesión del arzobispado de Valencia el 21 de noviembre de 1773, dignidad a la que renunció el 9 de enero de 1794. Durante su período, fundó el Real Seminario de la Purísima Concepción y Santo Tomás de Villanueva (4 de noviembre de 1790), cuya inauguración provocó tensas relaciones con el regente de la ciudad Antonio Ignacio González de Yebra. Tampoco fueron buenas las relaciones con la universidad, donde impuso la Gramática de Juan de Iriarte en lugar de la Gramática latina de Gregorio Mayans. Este último lo calificó de “crédulo y vengativo”. Los conflictos llegaron a su cenit cuando el arzobispo fue acusado de fomentar tumultos populares por impedir la salida de los eclesiásticos franceses que residían en territorio valenciano. El arzobispo argumentó la protección y hospitalidad otorgada por Carlos IV después de la Revolución francesa, pero el capitán general, duque de la Roca, fue tajante en sus órdenes de expulsión. El pulso entre ambas autoridades se acentuó con el apoyo a cuatro monjas ursulinas francesas que se encontraban alojadas en el Colegio de la Enseñanza. La protección de Fabián y Fueros provocó graves disturbios y alborotos. El 23 de enero de 1794, el capitán general ordenó el arresto del arzobispo en su palacio, pero logró huir de Valencia vestido de cura. Retirado en Terzaga, su ciudad natal, Pío VI le aceptó la renuncia el 28 de mayo de 1795. A su muerte, acaecida el 3 de agosto de 1801 en Torrehermosa, Fabián y Fueros pertenecía al Consejo de Su Majestad y poseía la cruz de la Orden de Carlos III.
Bibliografía
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Salvador Bernabéu Albert (Escuela de Estudios Hispanoamericanos, CSIC)