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LiteraturaMúsicaPinturaBiografía

Eulate Sanjurjo, Carmela (1871-1961).

Poetisa, narradora, ensayista, traductora, pintora, pianista y crítica musical puertorriqueña, nacida en San Juan el 30 de agosto de 1871 y fallecida en Barcelona (España) el 3 de julio de 1961. Considerada como una de las figuras más destacadas del arte y la intelectualidad puertorriqueñas de todos los tiempos, es recordada no sólo por la innegable calidad literaria de su obra y por sus fructíferas labores de animación y promoción cultural, sino también por el papel relevante que desempeñó dentro del movimiento en pro de la igualdad y la emancipación de la mujer, del que fue pionera en su ámbito geo-cultural antillano.

Vida

Nacida en el seno de una familia acomodada, oriunda de España y radicada en Puerto Rico, tuvo acceso desde su temprana infancia -en contra de lo que venía siendo habitual en las mujeres de su tiempo- a una esmerada formación académica que contribuyó a desarrollar y consolidar ese talante humanista que apuntó desde niña. Recibió los primeros rudimentos de su educación en su Puerto Rico natal, y poco después en Cuba, colonia española a la que se había trasladado su familia. Durante su niñez y juventud viajó con mucha frecuencia debido a la profesión de su padre, que ocupaba un alto mando en la Marina Española, lo que permitió a la joven Carmela ampliar sus estudios en España. Su precocidad intelectual y su extraordinaria sensibilidad artística quedaron bien patentes desde 1886, cuando, a la temprana edad de quince años, publicó un relato original en la prestigiosa Revista Puertorriqueña, a la sazón dirigida por el gran escritor costumbrista -de origen asturiano- Manuel Fernández Juncos (1846-1928). A partir de entonces, fueron frecuentes sus colaboraciones en los principales rotativos y revistas de su isla natal, en los que dejó estampados no sólo sus escritos de creación literaria, sino también numerosas traducciones de textos escritos en los más variados idiomas, ya que, merced a sus numerosos viajes por todo el mundo, llegó a conocer y dominar a la perfección el inglés, el francés, el alemán, el italiano, el ruso, el árabe y el catalán. En esta faceta suya de traductora, vertió al castellano numerosos poemas de algunos autores tan destacados en la historia de las Letras universales como William Shakespeare (1564-1616), Lord Byron (1788-1824) o Paul Verlaine (1844-1896); pero su mayor aportación en este campo fue, sin lugar a dudas, la traducción del texto árabe medieval titulado Cantigas de amor (1912), que la convirtió en la arabista más importante de su país.

Aunque su auténtica pasión, manifiesta en ella desde sus primeros años de existencia, fueron los libros, su acusada vocación artísticas le permitió brillar en otras disciplinas creativas como la música y la pintura. Durante su estancia en la capital española, cursó estudios de música y se graduó en el Conservatorio de Madrid, ciudad en la que pronto destacó por las críticas musicales que publicó en los periódicas, que le revelaron como una de las mejores cultivadoras del género. Durante algún tiempo ejerció la docencia como profesora de piano en el Real Conservatorio de la Villa y Corte, donde también tuvo ocasión de exhibir su obra pictórica. Pero su fama traspasó las fronteras de los países hispanohablantes y llegó, entre otros muchos lugares de América y Europa, hasta Roma, en donde designada miembro de la academia Arcadia (en la que tomó parte bajo el pseudónimo literario de Dórida Mesina) y miembro asimismo del Patrimonio de Biedma (por sus valiosas contribuciones a las Letras hispánicas). Además, Carmela Eulate Sanjurjo fue miembro de la Academia Gallega y socia del Hispanic Atheneum de Washington. En su fecunda, longeva y azarosa existencia -falleció en la Ciudad Condal a los noventa años de edad, después de haber recorrido medio mundo y haber residido en numerosos países-, fue, ciertamente, una de las mujeres puertorriqueñas más conocidas y admiradas.

Obra

Sus primeras incursiones en el terreno de la creación literario vinieron, como ya se ha apuntado más arriba, por el cauce genérico de la narrativa breve, al que aportó algunos relatos tan destacados como los titulados "Dos hermanas" (1892), "En un palco" (1897) y "Uno de tantos" (1893). Estos y otros relatos de Carmela Eulate vieron la luz en las páginas de los más difundidos periódicos y revistas de Puerto Rico, como La Prensa, La Ilustración Puertorriqueña, El Mundo, Puerto Rico Ilustrado y la ya citada Revista Puertorriqueña. Pero su actividad como prosista no alcanzó su punto culminante hasta mediados de la última década del siglo XIX, cuando la escritora sanjuanera dio a la imprenta su narración extensa titulada La muñeca (1895), una espléndida muestra del naturalismo americano que se presentó prologada por uno de los grandes maestros en el cultivo de dicha corriente, el doctor Manuel Zeno Gandía (1855-1930), autor de La Charca (1894), la novela naturalista por excelencia en las Letras puertorriqueñas.

En su faceta de ensayista, Carmela Eulate Sanjurjo se significó por su audaz y bien argumentada defensa de los derechos de la mujer, como quedó bien patente en sus ensayos titulados La mujer y el arte (1915), La mujer en la historia (1915) y La mujer moderna (1924). Situada, merced a la publicación de estas obras y de otros muchos artículos suyos de idéntica naturaleza temática, a la cabeza del movimiento feminista, la escritora de San Juan fue una de las principales defensoras del derecho de la mujer al sufragio y a recibir una educación similar a la que se impartía a los hombres. Precisamente este interés por los asuntos pedagógicos la llevó a ocuparse también de la instrucción que recibían los niños puertorriqueños, para acabar convirtiéndose -dentro de ese valiente compromiso cívico que asumió a lo largo de toda su vida- en la mayor valedora de la implantación de la enseñanza gratuita, tanto para los niños como para las niñas. En su opinión, la instrucción básica que debían recibir los menores tenía que incluir forzosamente las semblanzas biográficas de las grandes figuras históricas de la Humanidad, ya que de ellas se podían extraer los valores positivos necesarios para el desarrollo del individuo y el progreso de la sociedad. Y así, tras haber estudiado los programas educativos y haber constatado la insuficiencia de estos contenidos, se consagró con ahínco a la escritura de una serie de biografías que, a la postre -y junto a su ya citada novela La muñeca-, constituyeron la parte más sobresaliente de su producción impresa. Entre estas obras, cabe recordar aquí las tituladas Los amores de Chopin (1934), Isabel la Católica (1942), Vida de Schubert (1942), Santa Teresa (1931) y Wolfgang Amadeo Mozart (1936).

Menos relieve tiene en nuestros días la obra poética de Carmela Eulate, si bien conviene subrayar algún acierto suyo de notable interés dentro de este género, como el poemario titulado Homenaje a Chopin.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.