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HistoriaBiografía

Eduardo I Balliol, Rey de Escocia (ca. 1295-1364).

Aristócrata escocés, hijo de Juan I Balliol, y rey de Escocia entre 1332 y 1356. Nació hacia 1295 y falleció en enero de 1364 en la localidad inglesa de Wheatley (condado de York).

Después de la muerte de su padre en Normandía (1313), Eduardo, como primogénito, quedó como jefe del poderoso linaje Balliol, aunque durante el extenso reinado en Escocia de Robert I Bruce, Eduardo permaneció administrando las posesiones familiares en Normandía, pues la preeminencia del linaje rival, los Bruce, hacía imposible el retorno de Eduardo. Sin embargo, a la muerte de Robert (1329), vio la oportunidad de regresar a Escocia para elevar sus pretensiones al trono. La situación en el reino era tensa, ya que el sucesor de Robert, su hijo David II, era apenas un niño, por lo que un consejo de regencia, encabezado por Donald, conde de Marr, se hizo cargo del gobierno. Aprovechando estas circunstancias, Eduardo Balliol encabezó un grupo de disidentes, formado principalmente por aquellos linajes normandos e ingleses que habían sufrido las incautaciones de tierras y rentas en época de Robert I, beneficios que engrosaron las posesiones de aquellos linajes que habían apoyado al rey fallecido en su lucha por la independencia. De esta forma, con la aristocracia escocesa dividida, Eduardo Balliol capitaneó un ejército que invadió Escocia en 1332; los leales a los Bruce, encabezados por el propio conde de Marr, presentaron pelea, pero fueron derrotados el 12 de agosto de 1332 en la batalla de Dupplin Moor, en la que el conde perdería la vida y, con ella, gran parte de la causa del rey-niño David. Así pues, el 24 de septiembre del mismo año, Eduardo fue coronado como rey en Scone, a la manera clásica de la monarquía escocesa.

Pero a esta gran victoria, Eduardo sumó un terrible error de cálculo que, a la postre, acabó costándole su recién adquirida corona: el 23 de noviembre de 1332, en una solemne ceremonia celebrada en Roxburgh, prestó pleito homenaje feudal al monarca inglés, Eduardo III; esta vinculación vasallática significaba, entre otras cosas, que su homónimo inglés quedaba convertido en señor feudal de Escocia, con posibilidad de decisión en los asuntos particulares del reino. Por esta razón, y aunque se trataba, en esencia, de la misma política que había seguido su padre, Juan I Balliol, cuarenta años antes (total connivencia con la monarquía inglesa para acceder al trono de Escocia), las voces contrarias comenzaron a oírse por todo el reino.

De esta forma, Archibald Douglas, jefe del poderoso clan MacDouglas, comenzó a aglutinar en torno a sus tropas señoriales las de otros clanes, sobre todo los Campbell, los Murray y los Stewart (tronco del futuro linaje regio Estuardo); enarbolando la causa de David II Bruce, la coalición de tropas escocesas derrotó a los partidarios de Eduardo I Balliol en la batalla de Annan (cerca de Dumfries), el 16 de diciembre de 1332, y obligó al propio rey a huir hacia Inglaterra. Menos de un año tardó en rehacer Eduardo su posición, ya que, en julio de 1333, cruzó el Tweed acompañado de Eduardo III (y de un gran ejército inglés obviamente), para derrotar a los insurrectos escoceses en la batalla de Halidon Hill, celebrada el 19 de julio de 1333. De nuevo con ayuda inglesa, Eduardo recuperaba el trono.

En realidad, el único gran beneficiado de esta situación de pugna entre diferentes facciones escocesas fue, como es lógico suponer, el rey inglés, que, además de las prerrogativas sobre Escocia adquiridas por el vínculo feudal, después del apoyo prestado en Halidon Hill vio incrementados sus dominios con gran parte del territorio de las Lowlands, incluidos enclaves tan importantes como Berwick, que pasaron a dominio inglés. Tras ello, el gobierno de Eduardo I Balliol fue mucho más endeble y problemático, ya que las rebeliones fueron constantes, siempre esgrimiendo el agravio que suponía para la independencia escocesa esta presencia inglesa en lo más alto de la cúpula de poder.

A todo ello se unió la presencia de un oscuro personaje, miembro del clan MacDouglas, llamado Douglas de Liddesdale, verdadero factótum de la caída en desgracia de Eduardo I Balliol. En principio, Douglas fue el principal dirigente de la oposición nobiliaria, entre 1336 y 1340, que clamaba por el regreso a Escocia de David II Bruce, pues éste había sido enviado a Inglaterra en 1332 como garantía de que Eduardo I cumpliría los pactos con el monarca inglés. En esta primera fase de la lucha, el rey fue derrotado en diversas ocasiones, lo que aprovecharon los opositores para minar el ya de por sí precario dominio regio sobre Escocia, principalmente porque le arrebataron el dominio de Edimburgo, Stirling, Dumbar y Perth. Pero cuando por fin volvió a Escocia David II Bruce, en 1342, Douglas de Liddesdale se pasó al bando contrario (legendariamente, previo pago de grandes cantidades de dinero por parte de Eduardo Balliol). Por ello, cuando el jefe de la casa de David II Bruce, sir Alexander Ramsey, fue asesinado por Liddesdale, la acusación popular señaló indefectiblemente al propio rey Eduardo, cuestión que significó el principio de su fin.

A partir del asesinato de sir Ramsey, todos los clanes escoceses se juramentaron para expulsar a Eduardo Balliol de Escocia; a pesar de ello, el gran ejército de highlanders puesto en marcha para la ocasión fue derrotado por tropas inglesas que defendían la causa de Balliol en la batalla de Neville's Cross (1346). Esta derrota, con un gran número de pérdidas entre los opositores al régimen de Eduardo, podría haber significado su estabilidad en el trono de no mediar una noticia imprevista: en realidad, la victoria se debía a que un traidor había notificado a los ingleses el sitio exacto donde podrían atacar al todavía emergente ejército escocés; tal traidor no era otro sino sir Douglas de Liddesdale, que había caído en el anzuelo tendido por Eduardo III de Inglaterra, creyendo la oferta de éste para coronarse rey de Escocia. De nuevo el monarca inglés salía victorioso de las acometidas fratricidas escocesas y de la debilidad de sus dirigentes, que habían tornado sombrío el brillante panorama independentista trazado medio siglo atrás por Robert I Bruce.

Los últimos diez años de reinado de Eduardo I Balliol fueron tensos, confusos y caracterizados por los conflictos internos y las continuas disputas nobiliarias en pro de uno u otro contendiente, tensiones agravadas por la presencia del otro candidato y rival, David II Bruce, así como por el apoyo que brindaron a éste los principales clanes escoceses. La situación se hizo tan insostenible que el 21 de enero de 1356, obligado por el propio Eduardo de Inglaterra, Eduardo I Balliol fue obligado a abdicar, en beneficio de David II Bruce. Tras esta ceremonia, el último monarca Balliol de Escocia se retiró a Inglaterra, donde vivió pensionado por la corona inglesa hasta su muerte, en 1364. Con él, también se extinguió de manera natural el linaje Balliol (falleció sin hijos). Dejó atrás un reinado caracterizado por la conflictividad, dentro de un proceso de crisis general visible en toda la Europa medieval del siglo XIV que puede ser aplicable como característica más acusada de su turbulento reinado.

Bibliografía

  • MITCHINSON, R.: A History of Scotland. (Londres-Nueva York: Methuen, 1980).

  • MORGAN, K. O.: The Oxford History of England. (Oxford: University Press, 1988).

Enlaces en Internet

http://www.historic-scotland.gov.uk/live-root-historic/sw-frame.htm; Página oficial del gobierno de Escocia sobre diversas materias de la historia del país.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez