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PolíticaLiteraturaBiografía

Donoso Cortés, Juan (1809-1853).

Famoso pensador político español cuya trascendencia se debe, en gran medida, a la considerable influencia de sus opiniones entre contemporáneos y generaciones posteriores a la suya, así como a la controversia creada por sus teorías sobre la dictadura y sus críticas contra los excesos del liberalismo y del parlamentarismo.

Donoso Cortés nació el 6 de mayo de 1809 en el Valle de la Serena (Badajoz), lugar al que tuvo que desplazarse su familia desde la que era residencia habitual en Don Benito, como consecuencia de las batallas que se libraban en Extremadura contra las tropas napoleónicas. La formación liberal de Donoso se inició en la Universidad de Salamanca, famoso centro irradiador de tal pensamiento, a donde fue enviado por su padre en 1820. Cuatro años más tarde inició la carrera de Jurisprudencia en la Universidad de Sevilla. Gracias a su amigo, el poeta liberal Manuel José Quintana, Donoso se fue introduciendo en el ambiente literario de la ciudad, sus tertulias y cafés, lo que le llevó a componer algunos versos e incluso un drama que no llegó nunca a ser estrenado. En 1829, por mediación de su amigo, le ofrecieron la cátedra de Estética y Literatura en el Colegio de Cáceres y, poco tiempo después, en 1830, contrajo matrimonio con Teresa García Carrasco. Dos años más tarde volvió a instalarse en la corte, donde se involucró en la política activa como partidario de Isabel II y defensor del liberalismo. Fue entonces cuando escribió a Fernando VII su Memoria sobre la situación de la Monarquía.

En 1833 fue nombrado oficial quinto de la Secretaría de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia de Indias. Su atracción por la literatura aumentó al entablar relación con los escritores románticos (Quintana, Larra, Espronceda). Compuso el poema épico El cerco de Zamora y comenzó sus colaboraciones con la prensa más importante del momento (La Abeja, El Correo Nacional, El Porvenir o La Revista de Madrid), desde cuyas tribunas defendió los principios liberales. En 1834 el gobierno liberal moderado, presidido por Martínez de la Rosa, lo nombró secretario con ejercicio de decretos del Ministerio de Estado. Ese mismo año murió la que fue hija única del matrimonio, y apareció publicado su folleto Consideraciones sobre la diplomacia y su influencia en el estado político y social de Europa desde la Revolución de julio hasta el tratado de la cuádruple alianza. En 1835 murió su mujer y él se desplazó a Extremadura para comenzar una campaña en favor del gobierno central y de la reina Mª Cristina. De esa fecha es su folleto titulado La Ley electoral considerada en su base y en relación con el espíritu de nuestras instituciones. Además, fue nombrado secretario del recién fundado Ateneo Literario de Madrid, en tanto que el cargo de primer presidente fue ostentado por el duque de Rivas.

En 1836 fue elegido por primera vez diputado en las Cortes por Badajoz y sus colaboraciones en la prensa se hicieron muy frecuentes. A esta popularidad se vinieron a sumar los elogios suscitados por el famoso Curso de Derecho Público que Donoso impartió aquel año en el Ateneo, donde defendió la razón como principio armonizador de la sociedad, cuyo orden se rompe ante la facultad de elección del hombre. Al año siguiente fue elegido diputado por Cádiz, se intensificó su colaboración en la prensa y obtuvo la dirección de El Porvenir. En otro periódico, en El Correo Nacional, aparecieron publicados los artículos que componen la serie que escribió sobre El clasicismo y el romanticismo. En esta época sus escritos dejaban sentir el alejamiento de sus antiguos principios liberales y la defensa, cada vez más ferviente, de la institución de la monarquía, que ahora consideraba la auténtica depositaria de la soberanía popular. En 1841 inició las gestiones pertinentes para poder obtener el cargo de tutor de las infantas pero, tras su fracaso, partió hacia Francia, en donde también permanecieron como emigrados políticos del moderantismo Martínez de la Rosa, Zea Bermúdez y Alcalá Galiano, y en donde se había instalado la reina Mª Cristina cuando Espartero y sus partidarios lograron desterrarla. Durante esta expatriación, Donoso entró en contacto con los pensadores católicos franceses, fundamentalmente con Luis Veuillot, quien se convirtió en un gran amigo. El estímulo y ejemplo de una religión sentida y vivida dejó una huella esencial en su evolución ideológica.

Cuando en 1843 cayó finalmente el gobierno de Espartero, Donoso Cortés regresó a España y fue elegido diputado por Badajoz. En esos momentos pronunció en las Cortes el Discurso sobre la declaración de la mayoría de edad de doña Isabel II, donde defendía su nombramiento como reina; hecho que tuvo lugar el 8 de noviembre de ese mismo año. Isabel II lo nombró entonces enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en misión especial, por lo que Donoso regresó a París en busca de Mª Cristina. En la misma línea, la Revista de Madrid publicó su Historia de la Regencia de María Cristina. Poco después fue nombrado secretario de la reina y elegido de nuevo diputado, desde cuyo cargo emprendió la reforma de la Constitución de 1837. La evolución ideológica de este político era ya manifiesta: consideraba que la autoridad pública venía de Dios y que el Estado había de ser religioso. Su opinión respecto a la política exterior, que consideraba inexistente hasta el momento, era la de que España había de procurarse la unión con Portugal, África e Hispanoamérica. En 1846 se le concedieron los títulos de vizconde del Valle y marqués de Valdegamas.

En esa época es evidente lo que él mismo llamaba su conversión; proceso que se vería acelerado con la muerte de su hermano Pedro en 1847, un triste acontecimiento que Donoso interpretó como un “instrumento” eficaz y poderoso de Dios para lograr este cambio: “El misterio de mi conversión (porque toda conversión es un misterio) es un misterio de ternura. No le amaba, y Dios ha querido que le ame, y le amo: y porque le amo, estoy convertido.” Ese año publicó en El Faro una serie de artículos sobre las reformas emprendidas por el papa Pío IX. Aquí, el nuevo Donoso se mostró defensor de la Iglesia y enemigo del liberalismo amparador de los desórdenes y las revoluciones. En 1848, con motivo de su ingreso en la Real Academia Española, pronunció uno de sus discursos más famoso, que versaba sobre la Biblia. Esta segunda época en el pensamiento de Donoso Cortés es la de mayor trascendencia y por la que quedó consolidado como uno de los grandes eruditos del siglo. En 1849 pronunció su discurso sobre la Dictadura, en el que defendía esta opción como medida necesaria en los casos excepcionales en los que el cuerpo social se viera amenazado, aunque prevenía contra una concentración de poderes excesiva si se prolongaba más tiempo del indispensable. Al año siguiente pronunció en el Parlamento otro discurso, también famoso, sobre La situación general de Europa en el que pronosticaba la caída del Imperio británico y la revolución rusa, además de atacar al socialismo. A finales del mismo año pronunció en el Congreso el discurso La situación de España en el que hacía una dura crítica al gobierno de Narváez, quien aquella misma noche presentó a la reina su dimisión.

En 1851 se trasladó a París como embajador. Ese año apareció la que es considerada como su obra fundamental, el Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. Se trata de un libro en el que los argumentos filosóficos y teológicos se mezclan con los datos históricos y las reflexiones políticas del autor. La obra constituye una ardiente defensa de la Iglesia Católica y un ataque al liberalismo al que él mismo había pertenecido. Fue tal su éxito, que pronto se tradujo al italiano, francés y alemán, con lo que el nombre de Donoso Cortés y sus teorías se extendieron por gran parte de Europa. Donoso enjuicia muy positivamente el orden traído por el catolicismo a la esfera social, pues proporciona equilibrio entre sus clases y defiende el principio de la solidaridad; profundamente religioso y monárquico, se muestra partidario de una alianza entre el trono y el altar, y es especialmente duro con el parlamentarismo y la vacuidad de la vida política. También prevé la futura caída de las distintas tendencias liberales, porque considera que no sólo se olvidan de Dios, sino que no tienen conciencia del hombre, además, dice Donoso, todos sus principios son contravenidos por otros contraprincipios que los desmienten y considera que la escuela liberal se sustenta en la fuerza corruptora. En cambio, el socialismo aventaja al liberalismo porque al menos su discurso está familiarizado con los asuntos de Dios y tiene en cuenta al hombre y la sociedad. Sin embargo, hace una elocuente critica de Proudhon por lo que llama su dualismo maniqueo, del que resulta el enfrentamiento y rivalidad entre el hombre y Dios. La teoría de la que parte Donoso es que toda cuestión política implica una teología, por lo que su pensamiento también cae en el maniqueísmo, al concluir que en la política no hay más que extrema derecha y extrema izquierda. De ahí que considere que el futuro político debía resolverse entre las “falanges católicas” y las “falanges socialistas”. Evidentemente, Donoso rechaza las escuelas socialistas, pues todas son filosóficamente racionalistas, políticamente republicanas y, desde el punto de vista religioso, ateas.

La obra apareció casi simultáneamente en España y en Francia, donde despertó pronto la polémica, incluso llegó a ser atacada por difundir herejías. Desde el ámbito del Obispo de Orleáns se acusó a la obra, entre otras apostasías, de ser deísta, maniqueísta y sabelianista. Por ello, Donoso hubo de recurrir al mismo Pío IX para que estudiase la obra y diera su veredicto, que fue favorable. Esta obra fue encomiada por las mayores personalidades del momento (Metternich, Montalembert, Schelling), y muchas de las consideraciones que allí exponía su autor siguen despertando el interés de los pensadores modernos.

La última obra de Donoso fue la carta al cardenal Fornaríx sobre los errores de nuestro tiempo, considerada como un antecedente del Syllabus. En los últimos años de su vida, Donoso, cansado de la vida política y diplomática, se volcó en las obras de caridad; gastó más de lo que ganaba en hacer donativos, aun a costa de su bienestar. En 1853, con sólo cuarenta y tres años, una pericarditis aguda le causó la muerte.

La influencia de su pensamiento, avalado por su ejemplar caridad, es mayor de lo que muchos de sus herederos ideológicos reconocen, pues su imagen de adalid del catolicismo perjudicó la apreciación objetiva de su contribución al pensamiento político. No obstante, la tarea de recuperación de su legado tiene en Carl Schmitt a uno de los mejores divulgadores de su pensamiento, con cuyo trabajo se inicia una época de reinterpretaciones de las teorías donosianas que le reconocen como una de las figuras más destacadas de la historia del pensamiento político europeo.

El reinado de Isabel II

Bibliografía

  • BENEYTO, José María: Apocalipsis de la modernidad: el decisionismo político de Donoso Cortés. Barcelona: Gedisa, 1993.

  • DONOSO CORTÉS, Juan: Ideario de Donoso Cortés. Recopilado por Antonio Porras. Madrid: Jasón, 1931.

  • GRAHAM, John T.: Donoso Cortés: Utopian romanticist and political realist. Columbia: University of Missouri Press, 1974.

  • GALINDO HERRERO, Santiago: Donoso Cortés. Madrid: Publicaciones Españolas, 1953.

  • SCHMITT, Carl: Interpretación europea de Donoso Cortés. Madrid: Rialp, 1952.

  • SCHRAMM, Edmund: Donoso Cortés. Su vida y su pensamiento. Madrid: Espasa Calpe, 1936.

  • SUÁREZ, Federico: Introducción a Donoso Cortés. Madrid: Rialp, 1964.

M.Á.VARELA OLEA

Autor

  • MFE. M.Á.VARELA OLEA.