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Ocio y entretenimientoBiografía

Domínguez Díaz, Roberto (1951-VVVV).

Matador de toros español, nacido en Valladolid el 21 de febrero de 1951. Es sobrino del torero vallisoletano Fernando Domínguez Rodríguez.

El día 2 de septiembre de 1970, en el pequeño coso de Medina del Campo (Valladolid), toreó su primera novillada picada. Para tomar la alternativa, compareció en el ruedo de Palma de Mallorca el 20 de agosto de 1972, donde su padrino, el coletudo alicantino José María Dols Abellán (“José Mari Manzanares”), le cedió los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque a un astado perteneciente a la ganadería de don José Cebada Gago. Asistió a la ceremonia, en calidad de testigo, el diestro abulense Julio Robles Hernández.

La confirmación de este doctorado taurino tuvo lugar en las arenas de la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid), el día 19 de mayo de 1975. Hizo las veces de testigo en aquel trance el matador madrileño Ángel Teruel Peñalver, quien, ante el mismo torere que había actuado de padrino en la toma de alternativa, cedió a Roberto Domínguez Díaz la lidia y muerte de un toro perteneciente a la vacada de Martín Berrocal.

En su primera etapa como matador de toros, Roberto Domínguez, dotado de unas cualidades excepcionales para el ejercicio de la lidia, no quiso prodigarse en la acumulación de actuaciones dentro de una misma temporada (solía firmar un número de contratos que oscilaba en torno a los treinta y tantos festejos). Era ya entonces un torero fino, elegante y, a la vez, poderoso y dominador, capaz de someter cualquier embestida -por áspera que fuera- al tiempo que creaba una emoción estética.

Tras un período de descanso que se concedió durante la temporada de 1986, volvió a pisar los ruedos en 1987, año en que, como venía siendo habitual en él, toreó cerca de treinta corridas. Dos años más tarde realizó una temporada triunfal (tal vez la mejor de su carrera), en la que los éxitos se contaron por decenas entre las cincuenta tardes en que se vistió de luces. Estos triunfos le reportaron un centenar de contratos en la temporada de 1990, y medio centenar de ellos en cada una de las dos siguientes. En 1992, coherente con su pensamiento de que un matador de toros no debe arrastrar su decadencia por los ruedos en donde le han visto triunfar, se retiró definitivamente del ejercicio activo de la profesión.

Entre sus virtudes, cabe recordar el buen manejo del capote, el poderoso inicio de sus faenas más inspiradas, y su extraordinaria habilidad para descabellar a las reses (a las que despenaba quedándose él solo frente a ellas, sin el auxilio de sus peones, ligeramente genuflexo y blandiendo, en lugar del habitual estoque de cruceta, el mismo acero con el que había entrado a matar).

Autor

  • JR.