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PinturaBiografía

David, Jacques-Louis (1748-1825).

Pintor francés neoclásico, cuya obra representa la consecución del ideal neoclásico en pintura. Su misma trayectoria refleja la búsqueda previa de un estilo, la culminación al crear un lenguaje nuevo, y la decadencia cuando ya otras inquietudes están dominando el campo de las artes.

Nació en París el 30 de agosto de 1748. Huérfano de padre a los nueve años, quedó bajo la protección de su tío y tutor, el arquitecto Desmaisons, y de su padrino, Michel Sedaine, miembro y secretario respectivamente de la Academia de Arquitectura. Éstos le proporcionaron una temprana educación en humanidades y dibujo, primero en la Academia de Saint-Luc y luego en el taller de Joseph-Marie Bien (1716-1809), pintor de fama integrado en el movimiento europeo de recuperación de la antigüedad.

Tras varios intentos consigue el Premio de Roma en 1774 con el cuadro Antioco y Estratonice (1774, París, École nationale des Beaux- Arts). El lienzo tiene, tanto en el colorido como en la composición, el recuerdo de la pintura del siglo XVII. El tema y la composición están tomados de una escena de Pietro da Cortona (1596-1669) para la decoración del Palacio Pitti de Florencia, y el colorido está en la línea de la pintura del francés Poussin (1594-1665); sin lugar a dudas la innovación está en el componente moralizante de la escena: el príncipe Antioco que enferma a causa del amor imposible hacia su madrastra Estratonice; la contención de este amor y el respeto hacia su padre incluyen a la pintura en la nueva corriente regeneradora de las artes.

En 1775 está como pensionado en Italia en compañía de Vien que había sido nombrado Director de la Academia Francesa en Roma. Durante los cinco años de estancia dibujó incesantemente los modelos de la antigüedad, pero también se entusiasmó, en los viajes por el país, con las pinturas de los viejos maestros como Correggio o Rafael. Su adhesión a las corrientes renovadoras del neoclasicismo se vio reforzada por la compañía del teórico francés Quatremère de Quincy que seguía las doctrinas de Winckelmann.

A su regreso a Francia comienza a evidenciar lo que había aprendido durante su pensionado; las obras que mostró en el Salón de 1781, la más notoria Belisario pidiendo limosna (1780-81, Lille, Museo de Bellas Artes), y Andrómaca velando el cadáver de Héctor (1783, École des Beaux-Arts) con la que se le recibe como miembro de la Academia, reflejan un perfecto conocimiento de la historia antigua griega y romana y la soltura en el empleo de los detalles arqueológicos; un colorido nada brillante con contrastes de luces y sombras le permite graduar el dramatismo, algo que ha recogido de las pinturas de Caravaggio y de sus seguidores. Sin embargo, aún está en la línea de un Poussin renovado por los temas de exaltación de las virtudes patrióticas.

El Juramento de los Horacios (1784-85, París, Louvre) que presentó al Salón de 1785, con el que alcanza ya una total depuración de su estilo sin deudas con la pintura anterior, es un manifiesto del Neoclasicismo. Representa el momento en que los tres hermanos Horacios juran ante su padre salvaguardar a Roma frente a Alba, mediante un combate personal con sus primos los Curiacios. David ha elegido el tema, en parte sacado de Tito Livio, como exemplum virtutis, como modelo de virtud patriótica. En un escenario casi geométrico se representan en primer plano los personajes separados en dos grupos bien delimitados, las figuras masculinas componen una imagen que refleja la energía del grupo que pronuncia el juramento, por contra las mujeres forman un conjunto unido por sus vestidos de amplios pliegues y por el sentimiento de dolor mesurado ante lo que se avecina. Los ropajes tienen colores vivos pero neutralizados por el conjunto; compositivamente es muy simple con una perfecta adecuación a la corriente neoclásica: una absoluta simplicidad formal para expresar las excelsa virtud patriótica de los personajes.

La notoriedad que alcanzó con los Horacios hizo de David el pintor del momento, el artista que interpretaba las necesidades históricas de la Francia prerrevolucionaria. Cuadros posteriores como La muerte de Sócrates (1787, Nueva York, Metropolitan Museum of Art) y Bruto (1789, París, Louvre) inciden en la exaltación del estoicismo y de las virtudes cívicas.

David se comprometió con la Revolución y llegó a ser diputado y presidente de la Convención; su voto apoyó la ejecución del rey Luis XVI y de María Antonieta. Se ocupó en organizar y escenificar los actos y fiestas patrióticos; sus cuadros de aquellos años son auténticos manifiestos de la Revolución. El Juramento del Juego de Pelota (1793-94, Palacio de Versalles) reproduce el acto de solicitar una constitución y por ende de enfrentamiento al poder real. La Muerte de Marat (1793, Bruselas, Museo de Bellas Artes) es con su composición austera, su colorido neutro y su rigor dibujístico, el símbolo perfecto del mártir revolucionario asesinado por sus ideas.

La caída de Robespierre supuso la cárcel para David y la retirada de sus cuadros. A la llegada al poder de Napoleón recuperó su prestigio artístico bien alimentado por un taller en el que se daban cita discípulos luego de renombre como Gros, Gerard, Girodet o Ingres. Su estilo se adaptó pronto a representar las glorias y virtudes del Emperador al que sirve de propaganda; lo retrata a caballo cruzando los Alpes (1801, Château de Malmaison) identificado con la figura de Aníbal, o en su estudio (1812, Washington, National Gallery of Art) trabajando por el bienestar de su pueblo.

Napoleón en su estudio (Óleo sobre lienzo, 1812). Galería Nacional de Arte (Washington).

La gloria de Napoleón y la fastuosidad de su corte quedaron reflejadas en La Coronación de Josefina (1807, París, Louvre) un trabajo que representa con minuciosidad la lujosa ceremonia y retrata a todas las personalidades del momento.

La derrota de Napoleón trajo el exilio para David, su pintor, que se refugió en Bélgica donde siguió dedicado a la pintura y a su enseñanza, pero cada vez con un estilo más descolgado de las modas del momento. Cuadros como Amor y Psique (1817, Cleveland, Museum of Art, Ohio) hablan de una versión académica y fría de los temas clásicos, aunque algunos de sus retratos de esos años tengan aún la frescura y la inmediatez que David era capaz de conseguir. Su muerte en 1825, fue el final de una trayectoria artística que marcó toda una época.

Jacques-Louis David. Grabado. El Juramento de los Horacios.

Las sabinas (Óleo sobre lienzo, 1799). Museo del Louvre (París).

Bibliografía.

  • FRANCASTEL, Pierre: Historia de la Pintura Francesa (Desde la Edad media hasta Picasso). Ed. Alianza, Madrid, 1970.

  • FRIEDLAENDER, Walter: De David a Delacroix. Ed. Alianza, Madrid, 1992.

  • CARMONA MATO, Eugenio: David. Colección el Arte y sus creadores, nº 27. Historia 16, Madrid, 1995.

María Dolores Antigüedad del Castillo-Olivares

Autor

  • mfe.