Daiber, Iván (1955-VVVV).
Artista chileno, nacido en La Unión el 17 de agosto de 1955, ha cultivado la pintura, arquitectura y escultura, destacando especialmente en esta última faceta dentro de un estilo muy personal que rompe con las tendencias artísticas anteriores.
Nacido en el seno de una familia con inquietudes artísticas, el joven Daiber encaminó su primera formación hacia la biología, estudios que abandonó pronto para emprender la carrera de arquitectura en la Universidad de Chile. Se licenció en 1982, aunque ya anteriormente había comenzado a interesarse por el dibujo y la pintura, asistiendo a clases en la Facultad de Arte, en la Academia de Juan Francisco González y en el Instituto Cultural Las Condes, entre otros centros de enseñanza; por el contrario, su formación escultórica fue totalmente autodidacta, lo cual no fue óbice para que desarrollara una profunda pasión por esta disciplina artística, que al principio combinó con la pictórica. En 1988 presentó en la Galería La Fachada de Santiago su primera muestra de obras escultóricas a base de desechos de madera, titulada Zoo; al año siguiente participó en la exposición Aquellos años ochenta, una muestra controvertida por el carácter rupturista de sus obras. En 1991 obtuvo el primer reconocimiento a su labor con el Primer Premio en el Concurso de Escultura de Parque Arauco. A partir de entonces, se convirtió en uno de los escultores más admirados, aunque también más polémicos, del panorama artístico chileno, con reconocimiento también fuera de sus fronteras. A finales de la década de 1990 realizó amplias exposiciones individuales en Argentina, Canadá, Estados Unidos y España, en este último país en el marco de la Feria de Arte Contemporáneo, y dos de sus obras, Diablo y Los pollitos dicen, pasaron a formar parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes de Chile.
La obra escultórica de Iván Daiber es, ante todo, un desafío a los cánones y reglas tradicionales de esta disciplina en una postura que sobrepasa el inconformismo para situarse en el campo de la abierta rebeldía, razón por la que algunos le califican como un artista "irreverente" y un "antiescultor", aunque él mismo ha reconocido que no hace escultura, sino arte plástico. No obstante, la irreverencia es patente si se tiene en cuenta la actitud lúdica y frívola, cargada de ironía, con la que a través de su obra desarrolla una particular visión del arte y el mundo; actitud que en un primer momento invita a la sonrisa, pero que conlleva una capa más profunda para la reflexión. Combinando materiales clásicos, como la madera y el bronce, con objetos domésticos (botones, granos de arroz, etc) sus creaciones representan figuras animales y humanas, especialmente femeninas, repetidas casi de forma obsesiva al modo de maniquíes de moda, mezclando en ocasiones el elemento animal con el humano.
Entre otros premios, y además de los ya mencionados, Daiber recibió el Primer Premio del Concurso de Murales, organizado por la Asociación de Seguridad Ovalle (1992), el Primer Premio de Escultura del Ministerio de Obras Públicas (1996), y el FONDART (1993 y 1994). En 1997 alcanzó un gran éxito con la muestra individual Ensambles: a golpes y caricias, realizada a cabo en el Museo Nacional de Bellas Artes.
