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PolíticaHistoriaBiografía

Cromwell, Oliver (1599-1658).

Dictador y político británico nacido en Huntingdon el 25 de abril de 1599 y muerto el 3 de septiembre de 1658. Fue el principal dirigente de la guerra civil inglesa y de la República, así como el artífice del Protectorado. Dirigió el ejército parlamentario que derrotó a las fuerzas del rey Carlos I y el impulsor del juicio en el que se condenó a muerte al monarca en 1649. Desde 1653 hasta su muerte, Cromwell ejerció el título de lord Protector de Inglaterra, Escocia e Irlanda y ejerció el poder de forma dictatorial.

Cromwell fue educado en Huntingdon por Thomas Beard, un estricto puritano que influyó notablemente en su joven pupilo. Posteriormente ingresó en el Sidney Sussex College y completó sus estudios académicos en la Universidad de Cambridge, donde estudió leyes.

Después de contraer matrimonio en 1620 con Elizabeth Bourchier regresó a su localidad natal para hacerse cargo del patrimonio familiar. En 1628 fue elegido para el Parlamento en representación de Huntingdon, cargo que ocupó hasta 1629. Como parlamentario se distinguió por su intransigencia con respecto al catolicismo y su fervor puritano. En 1636 se trasladó por motivos familiares a la localidad de Ely.

En medio del conflicto entre el rey y los escoceses por motivos religiosos, Carlos Ise vio obligado a convocar el Parlamento en 1640 con el objeto de obtener los fondos necesarios para someter a los rebeldes; entre abril y mayo de 1640 se reunió el llamado Parlamento Corto, ya que los diputados protestaron por los abusos cometidos por la Corona y fue rápidamente disuelto. En este momento Cromwell regresó a la vida política y se incorporó tanto a este Parlamento como al siguiente, conocido con el nombre de Parlamento Largo, que, convocado también en 1640 ante los incesantes avances de la revuelta escocesa, estuvo bajo el control de los puritanos, los cuales tenían mayoría parlamentaria.

Ante las exigencias parlamentarias, Carlos I se encontraba indefenso, sin la ayuda de sus aliados naturales. La aristocracia estaba debilitada por la decadencia económica y profundamente dividida en sus lealtades políticas y religiosas; la jerarquía eclesiástica se encontraba aislada y sus divisiones internas eran muy profundas; la Administración central y la corte estaban desmoralizadas; y las fuerzas armadas destrozadas por las derrotas.

En 1641 se aprobó el Acta Trienal por la cual el Parlamento debía ser convocado al menos una vez cada tres años, lo que suponía un importante victoria del parlamentarismo sobre las prerrogativas regias, al mismo tiempo que suponía un punto de fricción entre ambos poderes. Poco después el Parlamento lograba otra importante victoria, al declarar ilegales las instituciones fiscales de carácter medieval que eran el sustento de la Casa Tudor. El rey por su parte intentó buscar apoyos entre los escoceses y los católicos, lo que fue mal visto por el Parlamento; el enfrentamiento entre ambos poderes parecía inevitable.

En 1642 la batalla entre parlamentaristas y monárquicos continuó favoreciendo a los primeros, que lograron arrancar al rey los últimos vestigios de las añejas prerrogativas regias de carácter medieval. El mando del Ejército y de la Armada pasó a depender directamente del Parlamento, sin que el rey pudiese oponerse. Carlos I entró en la Cámara de los Comunes con la intención de detener al líder del Parlamento, John Pym, pero éste pudo escapar y logró que el rey apareciese ante el pueblo como un tirano y un inepto. En esta situación, Carlos I viajó a Escocia en busca de un ejército con el que enfrentarse al Parlamento. El 22 de agosto de 1642 se inició la guerra civil entre el Parlamento puritano, los denominados Cabezas Redondas (por su cabellos muy cortos a la moda puritana), y los monárquicos, denominados Caballeros, donde se englobaba la alta aristocracia y la mayoría de los anglicanos y católicos. Cromwell, por su parte, reclutó un regimiento de caballería y se puso a las órdenes del Parlamento. Tras la derrota inicial de Edge, Cromwell entendió la necesidad de crear una caballería de élite, con la cual logró un consolidado prestigio militar tras derrotar en varias ocasiones a las tropas realistas, hasta el punto de que en 1644 fue ascendido a lugarteniente de Edward Montagu. Ese mismo año derrotó a las tropas del rey en la batalla de Marstoon Moor, en la que tanto él como su regimiento de caballería fueron apodados como Ironsides.

En 1645, Cromwell se convirtió en el lugarteniente del jefe militar del parlamentarismo, Thomas Fairfax, del que recibió el encargo de reorganizar el Ejército, lo cual hizo según el modelo de su escuadrón de Ironsides. Al mando de este regimiento participó en la decisiva batalla de Naseby el 14 de junio de 1645, en la que el ejército real fue aniquilado.

Tras la derrota de Naseby los monárquicos se rindieron y entablaron negociaciones con los parlamentaristas para alcanzar una paz que beneficiase a ambos bandos. Con Inglaterra gobernada por el Parlamento la sociedad se dividió en varias facciones, los levellers (secta protestante que propugnaba la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y exigía la libertad absoluta de conciencia y culto), los puritanos, los episcopálianos, los presbiterianos, y el resto de caballeros y clérigos que discutían sobre los destinos del reino y el camino a tomar una vez suprimida la monarquía. Todos estos elementos extremistas fueron depurados, al igual que la oposición de anglicanos, presbiterianos y católicos.

En 1648 se produjo un nuevo rebrote de la guerra civil tras la fuga del rey a Escocia, donde reunió un nuevo ejército y marchó sobre Inglaterra. Cromwell volvió a coger las armas, reprimió un intento de rebelión en Gales e hizo frente a los escoceses, a quienes derrotó en Preston. Tras esto y pese a la opinión del Parlamento, Cromwell se negó a reiniciar las conversaciones con Carlos I. En el mes de noviembre expulsó a la oposición del Parlamento (véase: Parlamento Rabadilla) e inició los trámites para que el monarca fuese juzgado por alta traición. El 30 de enero de 1649, Cromwell logró que el rey fuese ajusticiado y decapitado, lo que supuso la abolición de la monarquía, el Consejo Real, la Corte del Tesoro, el Almirantazgo e incluso la Cámara de los Lores; Inglaterra quedó bajo el gobierno exclusivo del Consejo de Estado y del Parlamento Rabadilla.

Tras la muerte del rey se estableció la República, dirigida por Cromwell, en la cual el poder legislativo pasó a manos del Parlamento y la política interior y exterior a un Consejo de Estado de 41 miembros, pertenecientes a una oligarquía religiosa y defendido por el Ejército. Nada más hacerse con el poder, Cromwell dedicó sus energías al sometimiento de Irlanda y Escocia. Logró someter a la nobleza, controlar la prensa, derrotar la rebelión de los levellers en Burford y aniquilar las facciones más radicales de la Revolución. Entre 1650 y 1653 se desató una ola de persecuciones y matanzas contra los irlandeses y contra los escoceses. Por el Acta de Asentamientos de 1653, los católicos irlandeses fueron deportados al territorio de Connaught; por su parte, los presbiterianos escoceses lucharon por la restauración de los Estuardo pero fueron derrotados por los ejércitos de la República.

El Parlamento Rabadilla degeneró rápidamente en un órgano estéril e inmovilista controlado por las oligarquías dominantes, lo que motivó que el Ejército empezase a desconfiar del Parlamento. Ante la negativa parlamentaria a disolverse, Cromwell lo disolvió por la fuerza de las armas el 21 de abril de 1653. El Parlamento Rabadilla fue sustituido por un nuevo Parlamento, denominado Parlamento de los Santos, compuesto por puritanos, que defendió un programa de reformas en materia educativa, social y fiscal, pero que pronto se mostró tan inútil como el anterior. El 12 de diciembre de 1655, Cromwell disolvió el Parlamento y aceptó una nueva constitución en la que se instauraba un nuevo sistema de gobierno, el Protectorado, fórmula mixta entre la monarquía y el parlamentarismo. Al mismo tiempo fue nombrado por la nueva constitución como lord general del Ejército y lord Protector de Inglaterra, Escocia e Irlanda. En principio, Cromwell compartía el poder con un Consejo de Estado compuesto de 21 miembros, que en realidad estaba sometido por entero a sus dictados. Cromwell se convirtió en un monarca de hecho, pero supo rechazar sabiamente el uso del título real que podía haberle costado la pérdida del apoyo del Ejército. Se instauró un régimen de total austeridad puritana: cierre de teatros, cabaret, carreras y combates de gallos, entre otras medidas.

Sus principales objetivos fueron lograr un gobierno estable y tolerante para todas las sectas puritanas. En 1657 aceptó una petición del Parlamento para crear una segunda cámara parlamentaria y la potestad de nombrar a su sucesor, pero se negó a aceptar el título de rey. El éxito de Cromwell se basó en el mantenimiento de la paz y la estabilidad, y en el fomento de la tolerancia religiosa para cualquier credo no católicos; un buen ejemplo de ello fue el regreso de los judíos en 1655, tras su expulsión de 1290.

En política exterior, Cromwell, mantuvo un poderoso Ejército y una temible Armada con los cuales ganó el respeto y el temor de Europa. En alianza con Francia arrebató a España la plaza de Dunkerque en 1658, desde donde partió hacia Calais. Pero el mantenimiento de este esfuerzo militar dejó maltrechas las arcas públicas, por lo que Cromwell no tuvo más remedio que incrementar la presión impositiva sobre el reino con la consiguiente pérdida de popularidad.

El 3 de septiembre de 1658 Cromwell falleció y fue enterrado en la abadía de Westminster. Le sucedió al frente del gobierno su hijo, Richard Cromwell, que fue incapaz de mantenerse en el poder. En 1660 la monarquía fue restaurada en Inglaterra, en la persona de Carlos II. El nuevo rey inició su reinado en medio de sangrientas venganzas, ordenó duros castigos contra los asesinos de su padre, hizo exhumar el cadáver de Cromwell para que fuese ahorcado por traidor, y confiscó todos los bienes de la República, además de relevar de sus cargos a todos los republicanos, a lo que hay que añadir la sustanciosa pensión conseguida de la Asamblea, hechos todos que confirieron al rey un poder casi absoluto, con la nación completamente a su merced. La cabeza de Cromwell fue exhibida en Westminster.

Pese a su innegable capacidad como estadista, Cromwell fracasó en su intento de consolidar la República en Inglaterra, debido a que no fue capaz de hacer frente a los diferentes grupos de oposición, el Ejército, los nobles, los puritanos y el Parlamento, los cuales acabaron formando un frente unido contra el dictador. Los monárquicos nunca le perdonaron el asesinato del rey y los republicanos le acusaban de traicionar a la República al establecer el Protectorado. Su gran fracaso consistió en no lograr acabar con la arraigada tradición monárquica de Inglaterra.

Bibliografía

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JACJ

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez