A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
PeriodismoLiteraturaBiografía

Chénier, André (1762-1794).

Poeta, periodista, militar, diplomático, libelista y agitador político francés, nacido en Constantinopla el 29 de octubre de 1762 y fallecido en París el 26 de julio (o el 7 de termidor, según el calendario revolucionario) de 1794. Fue hijo del historiador y diplomático Louis Chénier (1723-1796) y hermano del poeta y dramaturgo Marie-Joseph Chénier (1764-1811). Autor de una interesante producción poética inspirada en un clasicismo helenizante y en su rico y variado universo espiritual, está considerado como una de las figuras más destacadas del Neoclasicismo europeo.

Vida

Nacido en el seno de una familia acomodada e influyente, vino al mundo en la capital del Imperio otomano, donde su padre había sido destinado como embajador de Francia. En contra de lo que suelen afirmar algunos de sus biógrafos, no era hijo de una ciudadana griega, sino de una turca que profesaba la religión católica. Al regreso de su familia al territorio francés, inició sus estudios en la ciudad de Carcasona (en el actual departamento de Aude), de donde pasó a París para seguir completando su esmerada instrucción en el prestigioso Colegio de Navarra de la ciudad del Sena. Ya en plena juventud, quiso seguir, en un principio, la carrera militar; pero al poco tiempo se cansó de la vida castrense y comenzó a cultivar su innata vocación literaria, plasmada -en estos primeros compases de su oficio de escritor- en las páginas de diferentes publicaciones periódicas de París.

Su deseo de ampliar sus horizontes vitales y sus conocimientos culturales le llevó luego a viajar por varios países de Europa; y así, tras un largo recorrido por Suiza, Italia y Grecia -donde bebió con agrado de las mejores fuentes literarias de la Antigüedad grecolatina-, se afincó durante tres años en Londres, donde ejerció misiones diplomáticas en la embajada francesa. Desde la capital inglesa, André Chénier acogió con complacencia y entusiasmo el estallido de la Revolución, por lo que regresó precipitadamente a París para tomar parte activa en los acontecimientos políticos y sociales que estaban resquebrajando los cimientos de la civilización occidental. Abierto como pocos a las ideas progresistas de la Ilustración, se integró plenamente en los foros artísticos e intelectuales revolucionarios y fue uno de los firmantes de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano; pero, ante la escalada de violencia y terror desatada por las facciones más extremistas, comenzó a desconfiar de la extrema izquierda -especialmente, del jacobinismo de Maximilien de Robespierre (1758-1794)- y decidió fundar un periódico, Journal de Paris, para tener una plataforma propia en la que le fuera más fácil difundir sus ideas moderadas y conciliadoras.

El clima de creciente tensión fue radicalizando el pensamiento de Chénier, quien arremetió duramente en sus panfletos y artículos periodísticos contra los jacobinos, lo que provocó que fuera amenazado y perseguido por éstos durante el período conocido como "el Terror". Huyendo de sus enemigos, se refugió primero en Ruan y más tarde en Versalles, aunque regresó pronto a París con la intención de ayudar a la familia de uno de sus amigos. Descubierto por los jacobinos, fue detenido y reducido a prisión en Saint-Lazare, en donde se entregó a la redacción de la mayor parte de sus poemas, que escribía en pequeños fragmentos de papel y hacía llegar a sus amigos escondidos en las canastas de la ropa sucia que sacaban de la cárcel. Gracias a esta argucia del propio Chénier, su producción lírica -que no fue recogida en un volumen impreso hasta 1819- ha podido llegar hasta nuestros días.

En 1794, puesto a disposición de un Tribunal Revolucionario formado por iletrados, André Chénier se negó a ejercer su derecho a la defensa, por lo que fue pronto hallado culpable, condenado a muerte y pasado por la guillotina en la Place du Trône (la actual Plaza de la Nación de la capital francesa), bautizada por los revolucionarios como "Place du Trône détrôné" ("Plaza del Trono destronado"). Contaba, a la sazón, treinta y dos años de edad, cuatro menos que su radical enemigo Robespierre, guillotinado dos días después. Sus restos mortales, confundidos con los de las otras cuatro mil víctimas ejecutadas en dicha plaza pública, reposan en una fosa común del camposanto de Picpus, ubicado en un monasterio parisino que los revolucionarios desocuparon para convertirlo en el cementerio de los ajusticiados. En la actualidad, un placa de mármol recuerda al visitante que, en una de las dos inmensas fosas comunes del lugar, yace el cuerpo decapitado de un joven poeta "hijo de Grecia y de Francia, muerto por la libertad".

Obra

Conocido en vida por sus artículos periodísticos, sus panfletos políticos y algunos poemas didácticos publicados en los medios de comunicación, André Chénier fue también autor de una de las producciones poéticas culminantes del Neoclasicismo europeo. Pocos años después de su desaparición, los primeros románticos creyeron ver en sus versos un cierto preludio del despertar poético que experimentó la cultura francesa a comienzos del siglo XIX; sin embargo, vista desde la perspectiva crítica actual, la obra del poeta nacido en Constantinopla constituye un ejemplo paradigmático de la estética y la ideología propias de un autor del Siglo de las Luces, tanto en la formulación de sus principios teóricos sobre la poética -plasmados, v. gr., en su célebre poema "L'invention" ("La invención", escrito en 1787)-, como en su predilección por el clasicismo helenizante y en su cultivo de unos temas que reflejan claramente la actitud espiritual de un poeta neoclásico (complacencia en el abandono melancólico, nostalgia de un ficticio pasado pastoril, evocación de una lejana época en la que primaba la bondad natural del ser humano, etc.). Por lo demás, la fluidez y claridad de su lenguaje poético, sumadas al sabio manejo de los procedimiento retóricos más usados por los poetas de la Antigüedad, redundan en el neoclasicismo de una poesía ajena por completo a la efusión desbordada del énfasis romántico y signada -además de todos los rasgos recién apuntados- por la presencia de la emoción contenida, la gracia equilibrada y la armoniosa correlación entre las formas y los conceptos.

En el volumen recopilatorio de sus versos -publicado por vez primera, como ya se ha indicado más arriba, a los veinticinco años de la muerte de su autor-, destacan las secciones tituladas "Elégies" ("Elegías"), "Bucoliques" ("Bucólicas") y "Iambes" ("Yambos"). La primera de ellas contiene algunas composiciones tan afortunadas como la oda "La jeune captive" ("La joven cautiva"); la segunda presenta, entre otros textos, el idilio "La jeune tarentine" ("La joven tarentina") y el poema "L'aveugle" ("El ciego"); por su parte, la sección "Yambos" está integrada por los versos satíricos que, desde la desesperación de la cárcel, Chénier dedicó a sus verdugos, aunque su cólera desatada no sólo arremete contra éstos, sino también contra la vileza, la traición y el deshonor de los antiguos amigos que han abandonado al poeta en su desdicha. Además, en dicho volumen recopilatorio aparecen dos cortos poemas filosóficos, "L'Hermès" ("Hermes") y "L'Amérique" ("América") que, a pesar de haber quedado inconclusos, muestran a las claras la condición de poeta ilustrado y neoclásico de Chénier, en la medida en que éste rinde culto a los mitos específicos del Siglo de las Luces. En casi todos los poemas citados -así como en otras composiciones suyas dignas de recuerdo, como las tituladas "Superstición" y "Astronomía"- se hace patente la huella de los grandes poetas clásicos como Horacio (66-8 a.C.) y Ovidio (43 a.C.-18 d.C.).

Al margen de su quehacer poético, en la obra literaria de André Chérnier también sobresalen su arriesgado libelo antijacobino Les autels de la peur (Los altares del miedo) y su volumen de reflexiones Essai sur les causes et les effets de la perfection et décadence des lettres et des arts (Ensayo sobre las causas y los efectos de la perfección y decadencia de las letras y las artes), obra inconclusa en la que el escritor natural de Constantinopla se hace eco de las ideas del autor italiano Vittorio Alfieri (1749-1803) -a quien había conocido en París- a propósito de la independencia de los literatos.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.