Chauvet, Marie (1916-1973).
Narradora y dramaturga haitiana, nacida en Puerto Príncipe el 16 de septiembre de 1916 y fallecida en Nueva York (Estados Unidos de América) el 17 de junio de 1973. Aunque su auténtico apellido era el de Vieux, ha pasado a la historia de las Letras por el del Chauvet, que adoptó tras casarse en segundas nupcias y empleó para firmar la mayor parte de sus obras. Fue una de las voces más rotundas, originales e independientes de las Letras antillanas contemporáneas, a las que aportó un singular punto de vista femenino en la denuncia de la injusticia, la opresión, la violencia y, en general, todos los sufrimientos padecidos por la compleja sociedad de su nación.
Hija del prestigioso político haitiano Constant Viuex -que, en su fructífera trayectoria dentro de la vida pública de su país, alcanzó a desempeñar los cargos de senador y embajador- y de la ciudadana de las Islas Vírgenes Delia Nones -que profesaba la religión judía-, creció en el seno de una familia acomodada perteneciente a las esferas sociales más altas de la clase mulata.
En contra de lo que venía siendo habitual entre las niñas de su tiempo, sus padres le proporcionaron una espléndida formación académica que contribuyó a consolidar su innata vocación humanística. Así, en 1933, cuando aún no había cumplido los diecisiete años de edad, alcanzó el grado de maestra de enseñanza elemental por la l'École Normale d'Institutrices (Escuala Normal de Institutrices); pero, a los pocos meses, se vio obligada a interrumpir su brillante progresión académica por mor de la inestabilidad política que se vivía en su isla, de la que tuvo que salir su padre urgentemente, rumbo al exilio, por haberse opuesto públicamente a la política gubernamental.
La joven Marie permaneció, pese a ello, en Haití, entregada al ejercicio de la docencia en Puerto Príncipe (ocupación que conservó durante buena parte de su vida). Allí contrajo nupcias, a muy temprana edad, con Aymon Charlier, doctor en Medicina, del que se divorcio muy pronto para casarse en segundas nupcias con el agente de viajes Pierre Chauvet (de quien, como ya se ha dicho más arriba, tomó el apellido que habría de darle celebridad como escritora).
Lectora voraz desde su infancia, Marie Chauvet compaginó su dedicación a la enseñanza con la redacción de una pieza teatral con la que habría de darse a conocer en los medios literarios haitianos. Se trata de La légende des fleurs (La leyenda de las flores [Puerto Príncipe, 1947]), obra en la que ya están presentes algunas de las claves temáticas que habrían de mantenerse constantes en el resto de su producción, como la preocupación por la igualdad y la justicia. En la mejor tradición de la literatura haitiana contemporánea -representada también por Jacques-Stéphen Alexis y, entre otros autores de la misma generación que Chauvet, por Marie Thérèse Colimon-, la escritora de Puerto Príncipe tomó la firme decisión de denunciar en sus obras la miseria y la opresión que afectaba a la mayor parte de sus compatriotas, víctimas seculares de la esclavitud, el colonialismo y la desigualdad social.
El erotismo y el instinto sexual, otro de los temas centrales en la literatura de Marie Chauvet, esta presente en su primera incursión en el género narrativo, la novela titulada Fille d'Haïti (Hija de Haití [París, 1954]), publicada en la capital a mediados de la década de los años cincuenta, después de que la autora hubiera estrenado, en su ciudad natal, una segunda obra dramática titulada Samba (llevada a las tablas en 1948, aunque inédita desde la fecha de su redacción). Con Hija de Haití, Chauvet sorprendió gratamente a la crítica francesa, que, más allá de las lógicas imperfecciones de una opera prima, supo atisbar una voz narradora rotunda y poderosa, dotada para la creación de sólidas historias que envuelven crudas denuncias sociopolíticas. La obra relata, en fin, las vicisitudes de Loto, hija de una prostituta, que acumula experiencias de gran dureza en medio de una inquietante inestabilidad revolucionaria fácilmente identificable con la situación política de Haití en los instantes previos a la llegada al poder de François Duvalier.
En su segunda narración extensa, Marie Chauvet cambió de registros temáticos y de coordenadas temporales para ofrecer una de las pocas novelas históricas de la Literatura haitiana. Se trata de La danse sur le volcan (La danza sobre el volcán [París, 1957]), ambientada en la Revolución Haitiana y centrada en la figura del héroe nacional Jacques Vincent Ogé (1750-1791), un mulato que encabezó la rebelión contra la autoridad de los blancos, lo que le condujo a morir en el cadalso, tras haber sido sometido a horribles torturas.
Fue a comienzos de los años sesenta cuando la autora de Puerto Príncipe empezó a gozar de cierto reconocimiento internacional por su labor literaria, gracias a la obtención del Grand Prix France-Antilles, que recayó en su tercera novela, Fonds-des-nègres (Puerto Príncipe, 1960). Atenta, como siempre, a las tribulaciones y los padecimientos de los más desfavorecidos, Marie Chauvet abordó, en esta interesante narración, el complicado subgénero temático de la novela campesina, adentrándose con decisión en el sendero abierto por Gouverneurs de la rosée (Gobernadores del rocío, 1944]), de Jacques Roumain, otro de los grandes maestros de la narrativa haitiana contemporánea. Chauvet colocó ahora su lupa de privilegiada observadora de la realidad nacional sobre una pequeña aldea campesina, para mostrar cómo los males y abusos inherentes al ejercicio del poder pueden llegar a corromper hasta las formas de vida más puras y elementales.
Consagrada, en fin, como una de las figuras descollantes de la actualidad literaria haitiana de los años sesenta, Marie Chauvet se erigió en una de las grandes animadoras de la vida cultural de su país. Única mujer escritora entre una generación de autores varones, abrió los salones de su casa a sus colegas de oficio y, durante varios años, organizó animadas tertulias en las tardes dominicales, a las que concurrían algunos de los literatos más afamados del momento, como Roland Morisseau, Auguste Thénor, René Philoctète, el gran poeta y pintor Davertige, Serge Legagneur y Anthony Phelps, todos ellos miembros fundadores -junto con la propia Chauvet- del grupo "Haïti Littéraire", uno de los colectivos de mayor relieve en las Letras antillanas de la segunda mitad del siglo XX.
Pero esta posición de privilegio dentro de la vida social y cultural haitiana pronto se vio amenazada por la consolidación en el poder del ominoso François Duvalier (tristemente famoso en todo el mundo por su apodo de "Papa Doc"), quien, desde el 1 de abril de 1964, ostentaba impúdicamente el título de Presidente Vitalicio de Haití. El firme y sincero compromiso de Marie Chauvet en defensa de los humillados y ofendidos (sus novelas están plagadas de denuncias contra las violaciones sufridas por las mujeres más débiles, contra los abusos padecidos por los pobres, contra los privilegios racistas heredados del pasado, etc.) provocó el recelo de rica clase terrateniente y mercantil, de raza blanca, que apoyó sin titubeos el régimen terrorífico de Duvalier a cambio de la promesa gubernamental de mantener su privilegiado status económico y social.
Ante el peligroso sesgo que estaba tomando la política en la pequeña nación antillana, Marie Chauvet reaccionó con valor y decidió continuar denunciando en sus libros la injusticia y la desigualdad. Fue así como concibió y realizó su proyecto narrativo más ambicioso, una espléndida trilogía novelesca titulada Amour, colère et folie (Amor, cólera y locura [París, 1968]), en la que los temas recurrentes en la narrativa de la autora (el instinto sexual, la sed de poder, la ambición de los ricos, la represión ejercida sobre los rebeldes, las vejaciones a que se ven sometidos los pobres y marginados, etc.) alcanzan sus cotas más altas de calidad literaria.
En apenas seis meses, Marie Chauvet -que, ante la expansión del poder omnímodo de Duvalier, había abandonado su trabajo para "encerrarse" discretamente en su casa- concluyó la primera redacción de esta trilogía. Consciente de la imposibilidad de publicarla en su país, envió el manuscrito a Simone de Beauvoir, quien, admirada por la calidad del trabajo de Chauvet y por la valentía con que sostenía sus ideas y valores, recomendó de inmediato la publicación de la obra a los responsables del prestigioso sello editorial Gallimard. Fue así como la obra maestra de Chauvet (en forma de una única gran novela compuesta de tres partes bien diferenciadas entre sí) comenzó a circulara por las librerías francesas a finales de los años sesenta; pero pronto desaparecieron del mercado todos los ejemplares, pues la familia de la propia escritora de Puerto Príncipe, en previsión de las represalias que habrían de caer sobre ella si la obra llegaba a Haití, rogó a Éditions Gallimard que suspendiese la distribución de Amour, colère et folie.
Durante más de tres décadas, la célebre trilogía de Marie Chauvet sólo circuló en copias clandestinas que se vendían a un elevado precio en el mercado negro, pues los poseedores de los escasísimos ejemplares de la primera edición que habían sido puestos en venta los custodiaban celosamente en sus bibliotecas, como auténticas rarezas de la edición contemporánea. Entretanto, la escritora haitiana, ante la escalada de crímenes cometidos por el gobierno de Duvalier y su inhumana guardia pretoriana (formada por los terroríficos tonton-macoutes), había optado por abandonar su país, rumbo al exilio en los Estados Unidos de América.
Instalada en Nueva York, Marie Chauvet se divorció de su segundo esposo y, al cabo de un tiempo, se casó en terceras nupcias con el ciudadano norteamericano Ted Proudfoot. A raíz de este nuevo matrimonio, abandonó el apellido de Chauvet y decidió firmar sus próximas obras con su nombre de soltera, Marie Vieux, recobrando así el apellido de su padre. Pero no alcanzó a publicar ningún texto bajo este nombre, pues, aunque concluyó una nueva novela a la que dio el título de Les rapaces (Los depredadores), nunca llegó a verla impresa, ya que murió, en medio de la tristeza y la soledad que le rodeaban en su exilio neoyorquino, a mediados de 1973.
Dicha obra postrera de Chauvet fue publicada póstumamente en su ciudad natal en 1986, trece años después de la desaparición de la autora, cuando "Papa Doc" llevaba ya quince años muerto y acababa de abandonar el país su no menos terrible sucesor, Jean-Claude Duvalier ("Baby Doc"). Fiel hasta el último instante de su vida al compromiso de denunciar cualquier abuso o injusticia, Marie Vieux arremete en este su testamento literario contra los ambiciosos grupos extranjeros que, con la connivencia de los poderes locales corruptos, explotan y esquilman los países del Tercer Mundo.
Obra
No olvida, además, la autora haitiana en dicha narración póstuma el análisis profundo de los personajes femeninos, tan ricos y complejos como los que pueblan sus obras anteriores, y, especialmente, la trilogía Amour, colère et folie (Amor, cólera y locura). Merece la pena detenerse en el comento de esta obra magna, una de las piezas más relevantes de la narrativa antillana contemporánea escrita por mujeres.
Claire, una mujer que, a sus treinta y nueve años de edad, aún sigue siendo virgen, es la protagonista de "Amour", la primera parte de este trilogía. Como tantos otros personajes femeninos de la narrativa de Chauvet, Claire no es sino una víctima de la opresión ejercida por la clases social que le rodea: la miserable aristocracia provinciana, que presta su apoyo incondicional a la autoridad, por muy injusta y opresora que sea, a cambio de ver mantenido su status. En este ambiente hostil, la protagonista de "Amour", a pesar de ser muy inteligente, vive sujeta a un permanente estado de frustración, derivado del color de su piel y de la imposibilidad de satisfacer sus deseos sexuales. Esto explica que intente subliminar estas carencias con el acaparamiento insaciable de instrumentos de poder, y con una extraña y secreta fascinación por un sádico militar que, a la postre, será el desencadenante del drama personal de Claire.
Es, asimismo, una mujer la protagonista de "Colère", la parte segunda de la trilogía. Se trata de Rose, exponente -en este caso- no del sadismo, sino de ese masoquismo en el que también está presente la violencia que parece una constante en la historia secular de la pequeña nación antillana. Es cierto que su propia familia la empuja despiadadamente hacia un sacrificio que se antoja imprescindible para salvar las propiedades heredadas de sus mayores; pero, en el fondo, es ella quien, víctima una vez más del medio en el que vive y de la educación que ha recibido, asume este sacrificio como una ofrenda o martirio que está muy cerca -como ya se ha indicado más arriba- del masoquismo más perverso.
"Folie", tercera y última entrega de este ambiciosa producción narrativa, sorprende al lector por los alardes experimentales de Marie Chauvet, sobre todo en lo que a los aspectos formales se refiere. A medio camino entre el género novelesco y la escritura teatral (y combinando, asimismo, de un modo un tanto extraño elementos reales y fantásticos), esta parte se ocupa del papel del escritor -y, por extensión, de la responsabilidad de cualquier artista o intelectual- en un régimen político totalitario, y de los medios de que dispone para enfrentarse contra la represión.
Cabe anotar, por último, que la escritora de Puerto Príncipe fue autora, amén de las obras ya citadas en párrafos anteriores, de un interesante relato que, bajo el título de "Ti-Moune nan bois", vio la luz en las páginas de la revista Optique 7, en su número de septiembre de 1954 (págs. 57-60)
Bibliografía
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J. R. Fernández de Cano