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HistoriaBiografía

Cavour, Camilo Benso. Conde de (1810-1861).

Político y estadista italiano, nacido en Turín en 1810 y fallecido en la misma ciudad el 6 de junio de 1861. Pese a sus orígenes aristocráticos, el joven Cavour se enroló en la Academia Militar de Turín a los 18 años de edad, aunque tuvo que abandonarla en 1831 debido, según parece, a que sus tempranas ideas liberales chocaban con el mundo militar turinés. Retirado a las posesiones que su familia tenía en Grinzana, se sintió atraído por los ideales liberales que el rey de Piamonte, Carlos Alberto, pretendía extender por la península itálica. La dinastía Saboya, que ya contaba con importantes apoyos políticos en las personas de Azeglio y Balbo, vio cómo el ideal de unión italiana contó, desde 1840, con los artículos periodísticos del joven Cavour. Un paso más en su carrera liberal tuvo lugar en el año 1847, cuando Cavour fundó el periódico Il Risorgimento, desde donde la libertad de comercio, la liberalización de los ferrocarriles y todo el ideario liberal en materia política encontró las páginas abiertas para poder expresarse.

Su actividad política en el Piamonte

La entrada plena en la esfera política piamontesa de Cavour comenzó en el año 1848, cuando fue elegido diputado del parlamento. Tras ser renovado en su acta parlamentaria al año siguiente, en octubre de 1850 fue nombrado ministro de Agricultura y Comercio, merced a su habilidad en el mundo de los negocios. Su buena labor al frente de las carteras citadas hizo que un año más tarde fuese elegido ministro de Finanzas en el equipo de gobierno presidido por Azeglio. Finalmente, a partir del 4 de noviembre de 1852 fue nombrado presidente del Consejo de Piamonte, lo que le dio el poder necesario para dar rienda suelta a su ideal político. Así pues, formó un ministerio netamente liberal basado en la pretendida búsqueda del connubio ("unión") entre su partido político y el de Ratazzi, de una ideología más izquierdista. Aún así, todo su programa político se puede definir en dos puntos principales: difusión del ideal burgués de unificación italiana y preparación de las medidas diplomáticas y militares necesarias para enfrentarse a los dos únicos enemigos de la causa italiana, como eran el Papa y el imperialismo de los Habsburgo.

Sin embargo, sus principales logros hay que buscarlos en el aspecto económico: la firma de acuerdos comerciales entre Piamonte y los principales estados de Europa hizo posible la entrada en el norte de Italia del capital necesario para acometer las reformas agrarias, cuyas mejoras se centraron, preferentemente, en el mejor aprovechamiento de las tierras mediante la implantación de nuevas técnicas de regadío. Todo ello se completó con la creación del Banco Nacional Sardo y la construcción de ferrocarriles que unieran el norte de la península itálica con el resto de territorios. Uno de sus planes políticos más arriesgados fue el de la desamortización del clero regular en el territorio piamontés: la confiscación de los bienes de más de trescientos conventos le enfrentó directamente con el Papa, que llegó incluso a excomulgarle, pese a lo cual continuó en el cargo tras ser ratificado por su principal valedor, el rey Carlos Alberto.

Por lo que respecta a la actividad militar, Cavour nombró como ministro de la Guerra a un experimentado reformador, La Marmora, en compañía del cual inició la labor de reorganización del ejército piamontés. Las medidas liberales de Cavour convirtieron a Turín en la ciudad anfitriona de un gran número de revolucionarios italianos que habían sido expulsados del resto de territorios, entre los que destacaron los miembros de la Sociedad Nacional Italiana. La especial complicidad que se estableció entre Cavour y el jefe de los Camisas Rojas de la Sociedad, Giuseppe Garibaldi, hizo que aquel utilizase a la Sociedad para cumplir sus expectativas unionistas.

El camino hacia la unidad italiana

Las excelentes relaciones comerciales establecidas en la etapa anterior con Gran Bretaña y con Francia hizo que Cavour se mostrase partidario de la entrada del Piamonte en la Guerra de Crimea (enero de 1855), principalmente con el objetivo de foguear al nuevo ejército. La victoria de los aliados europeos le permitió, de recibo, presentar la cuestión italiana en el Congreso de París (abril del mismo año). El apoyo tácito que recibió en dicha reunión le hizo tomar la primera medida a favor de la unificación: la ruptura de relaciones diplomáticas con Austria en el año 1857. El clima de tensión entre el norte de Italia y el imperio austro-húngaro aumentó aún más con ocasión del encuentro, en julio de 1858, de Cavour y Napoleón III en Plombieres. La entrevista entre ambos dignatarios finalizó con la promesa gala de ayuda militar a Cavour para expulsar a los austríacos del norte de Italia y para reorganizar la península en cuatro reinos: Piamonte al norte, Italia central, los Estados Pontificios y Dos Sicilias. A cambio, Cavour ofreció que la formación de una hipotética confederación de estados italianos estaría bajo la presidencia del Sumo Pontífice romano y la cesión de Saboya y Niza a Francia, si es que los habitantes de dichas regiones así lo aceptaban en público plebiscito. Como garantía de cumplimiento de dichas promesas, se concretó el enlace matrimonial entre el príncipe Napoleón, hijo de Napoleón III, y la princesa Clotilde, hija de Carlos Alberto, ceremonia celebrada en enero de 1859.

La guerra contra Austria

Una vez contando con el poderoso aliado francés, el hostigamiento público de Cavour hacia las autoridades austriacas provocó la reacción del Imperio mediante el envío de un ultimátum. Como era obvio, Cavour lo rechazó y ello significó el estallido del conflicto bélico entre ambas entidades nacionales. Tropas combinadas franco.piamontesas acantonadas en Turín resistieron los contingentes austriacos y, tras la batalla de Magenta (4 de junio de 1859), consiguieron ocupar toda Lombardía. Esta victoria provocó en Italia central un amplio movimiento revolucionario: Toscana, Parma, Módena y Romaña pidieron su anexión al Piamonte. Sin embargo, la presión diplomática austriaca y los temores de Napoleón III de no lograr lo pactado pusieron en peligro la unificación italiana: tras la firma unilateral de la paz entre Francia y Austria (armisticio de Villafranca, 11 julio 1859) Cavour dimitió. Pero volvió de nuevo al poder en enero de 1860 y, convencido de una vez por todas acerca de quiénes eran sus verdaderos enemigos, pasó a negociar con Francia la anexión de los territorios italianos que se encontraban en estado de revuelta, a cambio de Niza y Saboya. La valía diplomática de Cavour quedó, una vez más demostrada, puesto que la cesión de dichos territorios no excluyó la absorción de los estados napolitanos e, incluso, de su gran objetivo: la incorporación de los Estados Pontificios, a cambio de conceder a Roma el status de capital del nuevo reino.

Así pues, en enero de 1861 el parlamento reunido en Turín acordó la transformación del reino de Piamonte-Cerdeña en reino de Italia, hecho efectivo el 14 de marzo de 1861. Inmediatamente después de la proclama, Cavour comenzó a trabajar en la descentralización del reino y en la negociación, con el pontífice Pío IX, del acuerdo acerca del status de los Estados Pontificios, sin duda los dos problemas más graves a los que se enfrentaba el recién creado reino. Sin embargo, la muerte sorprendió al mandatario en junio de 1861, con lo que su sueño de una Italia confederada bajo la cabeza piamontesa quedó inacabado.

Bibliografía

  • DUROSELLE, J.B. Europa de 1815 a nuestros días. Vida política y relaciones internacionales. (Barcelona: Labor, 1978).

  • RENOUVIN, P. Historia de las relaciones internacionales. (Madrid: Akal, 1982).

EDMC

Autor

  • Eva Mª De Miguel Ceballos