Catalina de Alejandría, Santa (¿-307).
Mártir decapitada por orden del emperador Maximino hacia el año 307. Los datos históricos son muy escasos, pero el episodio de su martirio inspiró una leyenda con el siguiente desarrollo: el emperador había promulgado un edicto que ordenaba ofrecer sacrificios a los dioses, por lo que una joven cristiana de nombre Hecaterina, extraordinariamente bella, rica y docta, se trasladó al templo e interpeló en público al Emperador. A esta interperlación siguió un debate religioso-filosófico entre ella y los mejores retóricos convocados por el Emperador, los cuales al final se declararon vencidos. Estos fueron condenados a la hoguera, se convirtieron y pidieron a Catalina la señal de Cristo. El Emperador mandó golpear y encarcelar a Catalina. Durante los días que esta pasó en prisión recibió milagrosamente alimento de una paloma. Fue condenada a sufrir el tormento de la rueda, pero se vio liberada por un ángel. Por último, el Emperador ordenó que fuera decapitada y cuatro ángeles transportaron su cuerpo al Monte Sinaí, donde su culto es antiquísimo. Está considerada generalmente como protectora de los jóvenes y patrona de los filósofos.