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PeriodismoLiteraturaBiografía

Castro Canizales, Joaquín (1902-1992).

Narrador y periodista salvadoreño, nacido en Quezaltepeque (en el departamento de La Libertad) el 7 de noviembre de 1902, y fallecido en San Salvador en 1992. Considerado como uno de los periodistas más prolíficos e interesantes de la prensa centroamericana del siglo XX, publicó gran parte de sus obras bajo diferentes pseudónimos (Artemio de Lepioche, Martín Gales, T. A. Plasto, Big Ben, etc.), pero fue sobre todo conocido por el apodo de Quino Caso.

Alentado desde muy temprana edad por una acusada vocación humanística, antes de haber alcanzado los veinte años de edad ya había publicado numerosos artículos en los medios de comunicación de su entorno geográfico. Posteriormente, fue nombrado corresponsal en su ciudad natal de los rotativos Diario de Occidente y El heraldo de Sonsonate, y a partir de 1923 se incorporó a la redacción del primero de los medios citados, en calidad de reportero.

Cada vez más introducido en los círculos periodísticos salvadoreños, en 1924 se unió a los escritores Arístides R. Salazar y Francisco Delgado para lanzar, en la ciudad de Santa Ana, el semanario Orientaciones. Poco tiempo después, ya instalado en la capital salvadoreña, consiguió entrar en la redacción del diario La Prensa como corrector de pruebas, desde donde dio el salto al Diario del Salvador, entonces dirigido por el poeta y periodista Román Mayorga Rivas. En estos azarosos comienzos como trabajador y colaborador en cuantos medios de comunicación se ponían a su alcance, Joaquín Castro Canizales ocupó también un puesto de redactor en El día, en Patria (a las órdenes de Alberto Masferrer) y en el Diario Latino.

Esta constante presencia en la vida pública salvadoreña, unida a su audacia y decisión a la hora de esgrimir por escrito sus argumentos, le costó un período de exilio en Honduras, iniciado en 1935, a raíz de un artículo en donde manifestaba su abierta oposición a la reelección del general Martínez. Pero sus vicisitudes políticas no habían hecho más que comenzar: tras una breve estancia en el país vecino, donde colaboró en el diario El norte, Joaquín Castro pasó a Nicaragua para fundar en Managua el rotativo El pueblo, un medio valiente y progresista que fue destruido por el ataque de la organización reaccionaria juvenil "Camisas azules". Lejos de arredrarse ante estos violentos acontecimientos, el vigoroso periodista de raza que era desde sus orígenes Quino Caso organizó a sus trabajadores en una cooperativa y lanzó desde ella el semanario La opinión, iniciativa que apenas cumplió un año de existencia.

Por aquel entonces, asumió también la dirección de Nicaragua aérea, un informativo radiofónico que difundió su popularidad por todo el territorio nicaragüense. A partir de 1938 comenzó a colaborar en el diario La prensa, de Managua, un rotativo de signo conservador dirigido por Pedro Joaquín Chamorro, descendiente directo del antiguo líder del Partido Conservador y Presidente de la República de Nicaragua (1874-1878). Y un año después se instaló en Costa Rica para ponerse al servicio de la Embajada de Colombia en dicha nación. En este cargo estaba Joaquín Castro Canizales cuando, a raíz del estallido de la II Guerra Mundial, se convirtió en una de las figuras más destacadas de los medios informativos de toda Centroamérica, merced al servicio de noticias que, relativas al desarrollo de los acontecimientos bélicos, estableció para mantener al tanto a toda la Delegación Colombiana. La brillantez de esta cobertura pronto llegó a oídos de todo el cuerpo diplomático establecido en Nicaragua, que requirió los servicios de Quino Caso y lo convirtió en su principal fuente de información.

El renombre alcanzado por estos éxitos profesionales como periodista le animó a escribir, en 1940, una historia de la pequeña república centroamericana que, bajo el título de La epopeya de Costa Rica, se difundió en varios capítulos radiofónicos a través de Radio El Mundo y Radio Athenea. La enorme aceptación de esta obra motivó su posterior difusión impresa, en formato de libro.

En octubre de 1944, tras haber pasado cerca de dos lustros en el exilio, Joaquín Castro Canizales regresó a su país natal, donde volvió a trabajar en el Diario Latino. En compañía de otras figuras relevantes de la cultura salvadoreña -como Francisco Núñez Arrué, Carlos Manuel Flores y Manuel Aguilar Chávez-, fundó el semanario Nosotros, publicación que pronto fue clausurada por la Presidencia de la República. Idéntica suerte corrió Radiocomentarios, un informativo radiofónico que, fundado por el propio Quino Caso en 1947 en la cadena YSU, se había convertido en el programa más seguido en toda Centroamérica cuando, en diciembre de 1948, fue prohibido por la censura gubernamental. Pero, esta vez, la caída del gobierno que lo había clausurado permitió la vuelta a las ondas de Radiocomentarios, que inauguró así una segunda etapa floreciente bajo la batuta, de nuevo, de Castro Canizales, ahora libre de sus antiguos vínculos con el Diario Latino.

Sin embargo, y a pesar del relieve que llegó a alcanzar como comentarista radiofónico, Quino Caso nunca llegó a apartarse definitivamente de la prensa escrita. En 1949, en colaboración con Rodolfo Cordón, erigió un nuevo periódico, Adelante, que pronto cambió su cabecera por Tribuna Libre. Al frente de esta nueva publicación volvió a figurar Joaquín Castro hasta 1952, año en el que decidió consagrase otra vez con exclusividad a Radiocomentarios. Tras dos años dedicado por entero al periodismo radiofónico, aceptó la propuesta del Presidente de El Salvador, Óscar Osorio, y asumió la dirección de la Secretaría de Información de la Presidencia de la República, cargo que ocupó hasta 1958. Volvió, en dicho año, a dirigir Radiocomentarios, pero la clausura definitiva de dicho espacio, ocurrida en 1960, le apartó de nuevo de las ondas radiofónicas.

Por aquel entonces, ya consagrado como uno de los periodistas más influyentes de toda América Central, decidió dar el gran salto hacia el nuevo medio de la televisión; y así, en compañía de Carlos Rosas Gaitán, creó en 1961 el espacio Telediario salvadoreño, en el que se hizo cargo de la sección editorial. Tras esta pionera aventura televisiva, regresó a la prensa escrita para concluir su dilatada y fecunda trayectoria periodística como redactor y editorialista de su querido Diario Latino. Al margen de su trabajo en los diferentes medios de comunicación citados hasta ahora, Quino Caso tuvo tiempo y ocasión para fundar otros muchos rotativos, como la revista Lumen, el semanario humorístico Pedro de Urdemalas, el semanario político El nacionalista, etc.

En lo que se refiere a su condición de escritor, Joaquín Castro Canizales es ampliamente conocido en toda América Central por su celebérrima fábula titulada Hormiguita Linda y Ratoncito Pérez, una pieza tan difundida en todos los centros de enseñanza primaria de su entorno geo-cultural, que en Costa Rica (donde fue publicada) llegó a ser declarada obra de lectura obligatoria en las escuelas de todo el país. Además, el escritor de Quezaltepeque fue galardonado con el Primer Premio en los Juegos Florales de Quezaltenango, por su poema titulado "Las manos", en 1928, año en el que también dio a la imprenta su libro Rutas. Y al cabo de diez años publicó, en Costa Rica, uno de sus poemas más conocidos, el titulado "La voz de las cosas abscónditas".

Como ensayista, Quino Caso rayó también a gran altura en el panorama de las Letras centroamericanas, merced sobre todo a un volumen que publicó en Nicaragua cuando estaba en el exilio, titulado El nombre de Dios en el socialismo, en la democracia y en las leyes (Managua, 1936). Además, también publicó un denso estudio bajo el epígrafe De la serenidad (San Salvador, 1948).

Bibliografía

  • CAÑAS-DINARTE, Carlos. Diccionario escolar de autores salvadoreños (San Salvador: Consejo Nacional para la Cultura y el Arte [CONCULTURA], Dirección de Publicaciones e Impresos, 1998).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • JR.