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CineBiografía

Capra, Frank (1897-1991).

Director de cine norteamericano, nacido en Palermo (Italia) el 18 de mayo de 1897, y fallecido en Hollywood el 3 de septiembre de 1991.

Vida

Con apenas unos años, su familia emigró a Estados Unidos, en concreto a Los Ángeles, ciudad en la que tendría que trabajar para salir adelante. Desempeñó diversos oficios que no sólo llevaban dinero al hogar, sino que también le permitieron costearse los estudios de manualidades y, después, los de ingeniero, que realizó en el California Institute of Technology.

Su entrada y ascensión en el mundo del cine se produjo muy pronto. En la década de los veinte dio sus primeros pasos como escritor de "gags" para Mack Sennett y poco después lograba dirigir dos películas que tuvieron una buena acogida, se trataba de El hombre cañón (1926) y Sus primeros pantalones (1927). Fichado por la Columbia, que por aquellos años era un estudio modesto, Capra comenzó una carrera ascendente, abordando siempre con habilidad temas de actualidad, lo que le permitía conectar con la situación de una sociedad que iba a atravesar por momentos de gran dificultad.

Al comenzar la Gran Depresión, Capra se constituyó como el representante por excelencia de una nueva moral, una nueva manera de entender la vida, que plasmaba en el cine los intentos del presidente Roosevelt por devolverle a Estados Unidos "la alegría de vivir" y la fe en las virtudes del trabajo, la sinceridad y la inocencia. El director italoamericano demostró siempre una gran habilidad para captar los comportamientos populares, los casticismos y esa filosofía del hombre del pueblo, que durante unos años se constituyó en un intento por ser marca de fábrica de cierta sociedad estadounidense.

El triunfo le llegó con Sucedió una noche, una deliciosa e inteligente comedia que habría de ponerle en el camino de los Oscar, distanciándose de los ambientes de alta sociedad por los que había transitado anteriormente.

Con Horizontes perdidos desarrolla una fábula abstracta, que parece alejarse de su forma habitual de hacer cine, pero que en el fondo no es más que una plasmación, eso sí, un poco más filosófica, de su forma de entender la vida y de aplicarse a servir la política del ya citado Roosevelt. Basada en una novela de James Hilton, era una obra que proporcionaba una oportunidad excelente en manos de un buen guionista, para manifestar la creencia en la posibilidad de existencia de un mundo más feliz y justo. El reino utópico de Shangri-La, localizado en valles perdidos del Himalaya, en un monasterio de extraños lamas, era como la plasmación de un ideal que se conoce en la historia como el "New Deal". Con todo, la película adolecía de muchos altibajos y era más estimable desde una perspectiva teórica que como obra cinematográfica plenamente conseguida.

Sin embargo, en 1938 Capra volvió a recuperar el pulso con la adaptación de una obra teatral Vive como quieras. Su visión de director cinematográfico le permitía profundizar en la psicología de los personajes y en sus ideologías. Un individuo que sólo vive para atesorar riquezas es contrapuesto a una pintoresca familia, que en el fondo resulta más natural y humana de lo que su comportamiento pudiera hacer creer. Al final el egoísta acabará siendo captado por la familia con la que terminará por interpretar piezas musicales tocando la armónica.

Caballero sin espada plantea un escenario de mayor amplitud. No se trata de mostrar al pequeño y cotidiano "héroe americano" en la gran ciudad, sino de plasmar el mundo de la política de dimensiones nacionales que se gesta en la propia capital del Estado, en Washington. Allí llegará un tipo, jefe de Boy Scouts y dueño de una tienda de animales, que es elegido miembro del senado, precisamente por su ingenuidad y bondad naturales.

En cierta medida este tratamiento era un salto cualitativo, pues aunque Capra siempre había dicho interesarse por los menesterosos, las mujeres y, en suma, la gente corriente, su específica posición política estaba con frecuencia teñida de una cierta ambigüedad. Sus creencias, no cabe negarlo, eran bastante simplistas y no muy profundas, pero la imagen que daba de los Estados Unidos como un país donde los pequeños grupos se ayudaban entre sí resultaba atractiva y gratificante.

Pero todo ese idealismo, ese don de gentes, se fue a dar de bruces con un historia que caminaba por otros derroteros, pues la Segunda Guerra Mundial estaba ya llamando a las puertas y eso fue algo que Capra acusó. De este modo, en 1941 aparece Juan Nadie. En esta ocasión el hombre de la calle, el individuo corriente, se ve manipulado por intereses económicos y políticos superiores. Al darse cuenta de ello, el protagonista apela nada menos que al suicidio. El resultado no convenció a casi nadie.

Tras este trabajo Capra se dedicó a realizar documentales de propaganda de guerra (especialmente la serie ¿Por qué luchamos?), centrándose en el mundo de la aviación -aunque no sólo- y contribuyendo de este modo al conflicto mundial.

Un acontecimiento de esas características no le dejó indemne y, al volver a la vida normal, realizó una de sus obras más conocidas ¡Qué bello es vivir!, donde el suicidio vuelve a revolotear por el argumento. E incluso hace falta la intervención divina. Era una demostración de la inclinación del director por una América profunda, entrañable, cuyos supuestos valores estaban en trance de desaparición o cambio.

Hacia finales de los cuarenta la compañía de Capra fue adquirida por la Paramount y a partir de entonces su trabajo fue sometido a fuertes trabas: pasó a desarrollar una labor de director de débiles comedias románticas. Lo que le llevaría a abandonar el trabajo por un periodo de ocho años.

Con el asentamiento del color y del cinemascope volvió a su actividad. Destaca la realización de Un gánster para un milagro, una de sus últimas obras donde recobraba el pulso de sus antiguas producciones.

Capra fue uno de los cineastas que vivió cambios y transformaciones técnicas en el cine que resultaron decisivas para su desarrollo como industria, medio de comunicación y también arte: el paso del mudo al sonoro, el color. Circunstancias todas ellas que hicieron tambalearse a muchos de los profesionales que habían adquirido incluso un sólido prestigio. No fue su caso y supo salir con bien de las dificultades que ello acarreaba, consiguió prestigio y fama.

Pero lo que importa en este autor es su capacidad para desarrollar un estilo propio, lejos de estridencias y fuegos fatuos. El cine de Capra fluye con naturalidad, diríamos que casi de una manera cotidiana, procurando que sus personajes sean seres localizables, comprensibles. No es seguro que lo consiguiera siempre. Había en él -cosa que no ha sido, suficientemente destacada- un toque surrealista que le servía para justificar las acciones de muchos de sus protagonistas. Es la aparente contradicción de que el individuo de ropas casi vulgares, de actitudes tímidas, cuando no estrafalarias, lograba imponerse en un mundo duro, donde los malos acababan casi cayendo de rodillas, capturados por el cariño y la bondad de sus héroes.

El cine de Capra entretenía y hacía reír, pero quienes salían de ver sus películas, o mejor aquellos a los que iban dirigidas, se sumergían luego en una vida dura, de pobreza y dificultades donde los ángeles no se presentaban a salvar o aconsejar a nadie. Eran tiempos duros, violentos, contra los que el director luchaba, sumergiéndose en un universo que, revestido de cotidianidad, al final presentaba unos seres que eran ficticios.

Los personajes de Capra tienen mucho de arquetipos. Por un lado son héroes de la supervivencia, con capacidad para encontrar la felicidad en las situaciones más angustiosas -y también absurdos, aislándose artificialmente de la realidad-; por otro, está el personaje íntegro, dispuesto a sacrificar su vida como ejemplo por promesas incumplidas.

En realidad el cine de Capra nos presenta a partes iguales el mundo como es y como le gustaría al director que fuese. En el fondo no renuncia a una interpretación cristiana de la vida en la cual el milagro es algo que existe. En buena medida Capra se negaba a aceptar la realidad tal como era y creía que los valores tradicionales eran suficientes para lograr la felicidad de las gentes y de la sociedad.

Filmografía

Cortometrajes:
1922: The ballad of fultah fisher’s boarding house.
1964: Reaching for the stars.

Documentales de guerra:
1942: Prelude to war; The nazis strike (cod.).
1943: Divide and conqueror (cod.); Tunisian victory (Cod.); The battle of Britain (cod.); Know your ally: Britain (cod.).
1944: The battle of Russia (cod.); The negro soldier (cod.); The battle of China (cod.).
1945: Know your enemy: Japan (cod.); Know your enemy: Germany (cod.); Two down and one to go.

Largometrajes:
1926: Un sportman de ocasión; El hombre cañón.
1927: Sus primeros pantalones; Los tres papás.
1928: Cómo se corta el jamón; El teatro de Minnie; Abandonada; The way of the strong; Submarino; Say it with sables; El poder de una lágrima.
1929: La nueva generación; Águilas; La sortija que mata.
1930: Mujeres ligeras; Pasa el cielo.
1931: The Miracle woman; Dirigible; La jaula de oro; Amor prohibido.
1932: La locura del dólar; La amargura del general Yen.
1933: Dama por un día.
1934: Sucedió una noche; Estrictamente confidencial.
1936: El secreto de vivir.
1937: Horizontes perdidos.
1938: Vive como quieras.
1939: Caballero sin espada.
1940: Juan Nadie.
1944: Arsénico por compasión.
1946: ¡Qué bello es vivir!
1948: State of the Union.
1950: Lo quiso la suerte.
1951: Aquí viene el novio.
1959: Millonario de ilusiones.
1961: Un gánster para un milagro.

Otros trabajos como argumentista y guionista:

Cortos y mediometrajes:
1924: El buen cazador.
1925: The marriage circus; Plain Clothes; Breaking the ice; Super-hooper-dyne lizzies; Good morning, nurse; Cupid’s boots; ¿Dónde vamos a parar?; Su buena estrella.
1926: Saturday afternoon; Fiddlesticjs; His first flame; Hombre de armas.
1928: The swin princess; Hubby’s week and trip; The burglar.

Largometrajes:
1952: Caravana de mujeres.

Bibliografía

  • CAPRA, Frank: The name above the tittle. An autobiography. New York. Da Capo Press. 1997.

  • CARNEY, Raymond: American vision. The films of Frank Capra. Cambridge. University Press. 1986.

  • CIEUTAT, Michel: Frank Capra. Paris. Rivages. 1988.

  • MALAND, Charles J.: Frank Capra. Boston. Twayne Publishers. 1980.

  • McBRIDE, Joseph: Frank Capra. The catastrophe of success. London-Boston. Faber and Faber. 1992.

  • VIVIANI, Christian: Frank Capra. Paris. Editions des quatre-vents. 1988.

  • WILLIS, Donald C.: Frank Capra. Madrid. Ediciones JC. 1988.

  • WOLFE, Charles: Frank Capra, a guide to references and resources. Boston. G.K. Hall & Co. 1987.

E. García/S. Sánchez

Autor

  • E. García/S. Sánchez