A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaPeriodismoCineBiografía

Canudo, Ricciotto (1879-1923).

Dramaturgo, escritor y periodista, nacido en Ciola del Colle (Bari, Italia) en 1879 y muerto en París en 1923.

Vida

Desde que en 1902 se instalara en París, comenzó a relacionarse con los ambientes culturales que existían en la capital francesa. Pronto tomó contacto con el mundo del cine a través de unos textos teóricos que abundan en la dimensión estética del que pasaría a ser conocido como el Séptimo Arte, a partir de su famoso “Manifiesto de las Siete Artes” escrito en 1911 y dado a conocer tres años más tarde. Fundó la revista Montjoie en 1913 y La Gazette des sept en 1923. Tres años antes había puesto en marcha un primer modelo de cine-club denominado “Club de los Amigos del 7º Arte”.

Manifiesto de las Siete Artes

En algunos de los párrafos comprendidos en el texto original de Canudo, se puede apreciar cuál es el lugar que ocupa el cine en su integración con las demás artes. Lo que no cabe duda es que ya apunta una clara diferenciación entre la dimensión industrial y la artística del cine. Aunque relevantes -dada la época en la que se hacen público- sus comentarios se limitan a atisbar un horizonte renovado en el mundo del cine. Cabe decir en este sentido, que sin duda ese paso determinante que él apunta no tardará más de dos años en ser dado pues, en 1915, David W. Griffith presentará al público norteamericano El nacimiento de una nación, la película más revolucionaria de la historia del cine, tanto desde el punto de vista industrial como creativo.

En el texto de Canudo se lee, entre otras cosas:

"La Teoría de las Siete Artes ha ganado rápidamente terreno extendiéndose por todo el mundo. Ha aportado una clarificación a la total confusión de géneros e ideas, como una fuente de nuevo reeencontrada. No voy a hacer alarde de dicho descubrimiento, porque toda teoría implica el descubrimiento de un principio fundamental. Me limito a comprobar su difusión; de la misma forma que, al enunciarla, hacía constar su necesidad.

Si bien los muchos y nefastos tenderos del cine han creído poderse apropiar del término “Séptimo Arte” que da prestigio a su industria y a su comercio, no han aceptado empero la responsabilidad impuesta por la palabra “arte”. Su industria sigue siendo la misma, más o menos bien organizada desde el punto de vista técnico; su comercio se mantiene floreciente o en decadencia, según los altibajos de la emotividad universal. Su “arte”, salvo algún raro ejemplo en el que el cineasta es capaz de exigir e imponer su propia voluntad, sigue siendo prácticamente el mismo que inspiraba a Xavier de Montépin.

Pero este arte de síntesis total que es el Cine, este prodigioso recién nacido de la Máquina y del Sentimiento, está empezando a dejar de balbucear para entrar en la infancia. Y muy pronto llegará la adolescencia a despertar su intelecto y a multiplicar sus manifestaciones; nosotros le pediremos que acelere el desarrollo, que adelante el advenimiento de su juventud. Necesitamos al Cine para crear el arte total al que, desde siempre, han tendido todas las artes.
(…)

Finalmente el “círculo en movimiento” de la estética se cierra hoy triunfalmente en esta fusión total de las artes que se llama “Cinematógrafo”. Si tomamos a la elipsis como imagen perfecta de la vida, o sea, del movimiento -del movimiento de nuestra esfera achatada por los polos-, y la proyectamos sobre el plano horizontal del papel, el arte, todo el arte, aparece claramente ante nosotros.
(…)

Nuestro tiempo ha sintetizado en un impulso divino las múltiples experiencias del hombre. Y hemos sacado todas las conclusiones de la vida práctica y de la vida sentimental. Hemos casado a la Ciencia con el Arte, quiero decir, los descubrimientos y las incógnitas de la Ciencia con el ideal del Arte, aplicando la primera al último para captar y fijar los ritmos de la luz. Es el Cine.

El Séptimo Arte concilia de esta forma a todos los demás Cuadros en movimiento. Arte Plástica que se desarrolla según las leyes del Arte Rítmica.

Ese es su lugar en el prodigioso éxtasis que la conciencia de la propia perpetuidad regala al hombre moderno. Las formas y los ritmos, lo que conocemos como la vida, nacen de las vueltas de manivela de un aparato de proyección".

Bibliografía

  • CANUDO, Ricciotto: L’Homme. Psychologie musicale des civilisations. París. Sansot. 1908.

  • DIVOIRE, Fernand: L’Usine aus images. París-Ginebra. Office Central d’Edition/Etienne Chiron. 1927.

Autor

  • Emilio C. García Fernández