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LiteraturaBiografía

Calvo Sotelo, Joaquín (1905-1993).

Dramaturgo, poeta y ensayista español, nacido en La Coruña en 1905 y fallecido en Madrid el 7 de abril de 1993. Autor de una extensa y escasamente original producción teatral que, partiendo de ciertas inquietudes sociales encaminadas a lograr la reconciliación nacional, acabó escorándose definitivamente hacia la comedia burguesa, amable e intrascendente, está considerado como uno de los máximos exponentes de ese teatro conservador -desde el punto de vista ideológico- y convencional -desde criterios estéticos- que triunfó en los escenarios españoles de la post-guerra. En esta línea estético-ideológica, la producción dramática de Joaquín Calvo Sotelo se equipara con la de otros dramaturgos de su generación como Juan Ignacio Luca de Tena (1897-1975), José María Pemán (1898-1981), Edgar Neville (1898-1967), José López Rubio (1903-1996), Víctor Ruiz Iriarte (1912-1982) y, entre otros, Luis Escobar (1912-1992), autores todos ellos dotados de una extraordinaria capacidad para el diálogo y poseedores de notables recursos escénicos, pero instalados en posiciones políticas conservadoras que les condujeron a apostar por la comodidad y a aligerar sus piezas teatrales de cualquier elemento formal y -sobre todo- temático que pudiera molestar a la censura franquista.

El hecho de haber venido al mundo en el seno de una familia firmemente comprometida con la política derechista marcó, desde su temprana niñez, la orientación ideológica de Joaquín Calvo Sotelo, quien se dio a conocer como dramaturgo en la década de los años treinta por medio de unas comedias burguesas que, a pesar de su mediocridad, le granjearon pronto una relevante popularidad. Este prestigio inicial se vio rápidamente incrementado merced a las piezas que escribió en colaboración con Miguel Mihura, como Viva lo imposible o El contable de estrellas (1939), obras que vinieron a confirmar las excelentes dotes de Calvo Sotelo para el cultivo de la escritura teatral.

Tras la Guerra Civil, triunfó con algunas piezas propias de intencionado sesgo humorístico, como Tánger (1945) y La visita que no tocó el timbre (1949), para probar fortuna simultáneamente con un teatro más serio, como La cárcel infinita (1945) y Plaza de Oriente (1947). En esta línea algo más comprometida con la difícil situación por la que atravesaba la sociedad española de la época, estrenó Milagro en la Plaza de Oriente (1953) y la que estaba llamada a convertirse en su obra más célebre, La muralla (1954), un tibio alegato en favor de la reconciliación entre las dos Españas divididas, sometido siempre a los criterios morales impuestos por la Iglesia católica. La obra lleva a las tablas el enfrentamiento entre los familiares de un hombre rico y respetado en la sociedad conservadora de su tiempo, quien, sabiéndose abocado a una muerte inminente, decide reparar las consecuencias de un delito que cometió en su juventud. El dilema moral que puede plantearse a raíz de esta decisión afecta, más que al propio protagonista, a los seres que le rodean, quienes prefieren no reparar la injusticia cometida si de esta acción puede desprenderse un escándalo que ha de afectar gravemente al prestigio social de la familia. Para impedir que el protagonista cumpla sus deseos (o, lo que es lo mismo, para conservar las apariencias aunque de ello se derive la perpetuación de una injusticia), todos sus deudos se alían entre sí y forman en torno a él una muralla impenetrable.

Entendida -a pesar de ese enfoque religioso que lastra penosamente sus tímidos atisbos de protesta social- como una visión alegórica de la división de España a raíz de la Guerra Civil, La muralla causó a Joaquín Calvo Sotelo sus más serios enfrentamientos con la censura, enfrentamientos que debieron de resultar determinantes para que el dramaturgo gallego abandonase ese sendero apenas explorado y regresase, seguro y confiado, a la vía trillada de la comedia burguesa o el drama alejado de cualquier referencia al entorno político y social inmediato. Firmemente orientado, pues, hacia el teatro de evasión, volvió a contar con el favor de la crítica oficial y de los espectadores de mediados de siglo, por medio de estrenos como Una muchachita de Valladolid (1957), Cartas credenciales (1960), Micaela (1962), El proceso del arzobispo Carranza (1964) y otras muchas obras que le convirtieron en uno de los autores más prolíficos del teatro español del siglo XX.

Consagrado, definitivamente, a raíz de su ingreso en la Real Academia Española (1955) como uno de los escritores más célebres de la época, su producción teatral no sólo fue mimada y elogiada por actores, productores y, en general, por todos los componentes de la cultura oficial, sino que mereció también los honores de pasar por la imprenta con una facilidad poco frecuente en el género teatral. Entre las muchas ediciones impresas de sus textos dramáticos, cabe mencionar -siquiera para tener una somera idea de la extensión de su obra- los títulos siguientes: La cárcel infinita (Madrid: Atlas, 1945), Plaza de Oriente (Id. Id., 1947), Tánger (Madrid: Escelicer, 1952), El jefe (Id. Id., 1960), Cartas credenciales (Id. Id., 1961), El glorioso soltero (Id. Id., 1961), Dinero (Id. Id., 1962), Cuerpo diplomático (Madrid: Bullón, 1963), La ciudad sin Dios (Id. Id., 1964), Micaela (Id. Id., 1964), La condesa Laurel (Id. Id., 1965), El baño de las ninfas (Id. Id., 1967), La amante (Id. Id., 1968), La visita que no tocó el timbre (Id. Id., 1968), El inocente (Id. Id., 1969), Una noche de lluvia (Id. Id., 1969), El inocente y Una noche de lluvia (Madrid: Aguilar, 1969), El alfil (Madrid: Escelicer, 1971), La herencia (Id. Id., 1971), El proceso del Arzobispo Carranza (Id. Id., 1971), Teatro de Joaquín Calvo Sotelo (Madrid: Gregorio del Toro, 1974), La muralla (Salamanca: Almar, 1980), La muralla. El inocente (Madrid: Espasa Calpe, 1985), Teatro casi completo (Madrid: Grupo Unión de Proyectos y Operaciones, 1993) y La pasión de amar (Madrid: Fundación Autor, 1994).

También alcanzó a cultivar la prosa de ficción, con varias narraciones breves recogidas en Cinco historias de opositores (Madrid: Prensa Española, 1976) y Cinco historias de opositores y once historias más (Madrid: Espasa Calpe, 1981). Además, dio a la imprenta algunos ensayos de la más variada índole, entre los que cabe recordar Diez temas musicales en una vida (Barcelona: Juventud, 1951), Mis servicios al Estado (Madrid: Instituto Nacional de Administración Pública, 1974), Bolsa de las palabras (Madrid: Prensa Española, 1975) y Bolsa de los refranes (Madrid: Grupo Unido de Proyectos y Operaciones, 1992). Fue, asimismo, autor de una Memoria viva de la Transición (1991), así como de la que puede considerarse como la segunda entrega de estas memorias, publicada póstumamente bajo el título de Papeles de un cesante (1999). El mismo año de su muerte apareció una entrega poética firmada también por el autor coruñés, titulada Cuadernos de humor y luto (Madrid: Rialp, 1993).

Cabe recordar, por último, su incursión en el mundo de la televisión cultural ya en la última etapa de su vida, cuando presentó un exitoso programa basado en la difusión y el comentario de refranes y dichos populares.

Bibliografía

  • CALVO-SOTELO IBÁÑEZ-MARTÍN, Pedro: Bibliografía de Joaquín Calvo Sotelo, Madrid: Editorial Complutense, 1981.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.