A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaPolíticaBiografía

Cajigal de la Vega, Francisco (1691-1777).

Militar y administrador colonial español, nacido en Hoz de Arnero (Ribamontán al Monte, en la actual Cantabria) en 1691 y muerto en Madrid el 30 de abril de 1777. Fue Virrey de Nueva España, caballero de la Orden de Santiagoy gobernador de la isla de Cuba.

Hijo de los condes de la Hoz, desde muy joven entró en la carrera militar, sirviendo en el Regimiento de Guardias Españolas. Después de participar en el sitio de Gibraltar y en la conquista de Orán en 1732, por su experiencia militar y su lealtad al monarca se le nombró gobernador de Santiago de Cuba, la plaza española mejor situada estratégicamente en el mar Caribe; su nombramiento coincidió con el inicio de las hostilidades hispano-británicas.

Se encontraba en Santiago, cuando se produjo el intento de desembarco de los ingleses en agosto de1741, impedido gracias a las obras de fortificación emprendidas con el apoyo del gobernador de Cuba, el conde de Revillagigedo, con quien mantenía relaciones de cierta desconfianza y tensión, dado el fuerte carácter y la rigidez de trato de ambos personajes. Experto militar, supo disponer de sus recursos para hacer frente al acoso inglés cuya flota, que mandaba el almirante Vernon, había fondeado en la bahía de Guantánamo. Los ingleses mantuvieron el sitio de Santiago durante cuatro meses.

En la correspondencia entre los dos gobernadores se describe con todo detalle el desarrollo de los hechos: los ingleses habían desembarcado en un lugar, entre la bahía y el puerto y estaban dispuestos a construir un fuerte nombrado Cumberland, con la intención de instalarse en el lugar, pero la resistencia española, “la escasez de agua y víveres, el calor, las plagas de mosquitos y las enfermedades y epidemias”, les habían hecho desistir de sus propósitos. El conde de Revillagigedo nunca pareció estar convencido de los planes ingleses y retrasó las ayudas que le pedía Cajigal, ya que temía que pretendieran atacar otro punto en la isla.

Al abandonar los navíos ingleses las aguas de Cuba y retirarse a Jamaica, Cajigal envió a la corte a su lugarteniente Carlos de la Riva Agüero, para que informase al monarca “de la fidelidad y distinción con que habían servido vasallos, tropa, oficiales y milicias destacados en aquel puerto”. Al parecer, como recompensa se le nombró capitán general de Caracas, destino que no llegó a ocupar. Sin embargo, el conde de Revillagigedo se sintió menospreciado por Cajigal, a quien reprochó haberse dirigido al rey sin pasar por su intermediación y mantuvo con él una polémica abierta, que ofendió al gobernador de Santiago; Cajigal alcanzó el grado de mariscal de campo en 1745.

Pasados unos años, cuando Revillagigedo dejó La Habana para dirigirse a Nueva España, el nombramiento de su sucesor recayó en Cajigal. Como capitán general y gobernador de la isla de Cuba, desde agosto de 1746 hasta marzo de 1760, sirvió puntualmente al rey y al virrey de Nueva España, de donde le enviaban los “situados” de Cuba. Con esa responsabilidad y desde una posición estratégica y militar tan importante, asistió al desarrollo del curso de la guerra, ocupado en la defensa de los puertos de La Florida y atento igualmente a los planes y procesos de paz. Con Revillagigedo, por encargo del marqués de la Ensenada, colaboró en la preparación del reglamento que debería regir en el puerto de La Habana en tiempos de paz.

En La Habana, mantuvo una política de fomento al comercio libre, como puente natural entre el continente americano y la Península, lugar de atraque y reposo de todas las flotas, sede permanente de la Armada de Barlovento hasta su extinción y responsable de las obras de defensa y fortificación de murallas y puertos. Apoyó las actividades de construcción naval de la Real Compañía de la Habana, que superó una crisis temporal al trasladarse a México el conde de Revillagigedo su principal valedor; creó un arsenal anexo al puerto y se ocupó de favorecer las actividades comerciales y el tráfico con Cádiz y Veracruz. Su designación como virrey de Nueva España coincidió con su ascenso a teniente general de los Reales Ejércitos.

Al morir el marqués de las Amarillas en México, en febrero de 1760, se abrió “el pliego de mortaja” en el que, de acuerdo con las normas de la Administración virreinal, se nombraba al capitán general de Cuba para sucederle provisionalmente. Tras un breve periodo de interinato, que cubrió la Real Aduana de México, Cajigal salió de La Habana el 28 de marzo con destino a Veracruz y la ciudad de México, a la que llegó el 28 de abril de 1760. Su misión consistía en regir el virreinato hasta que llegara el nuevo virrey, el primero que nombró Carlos III, quien acababa de suceder a su hermano Fernando en el trono español.

Cajigal permaneció en Nueva España hasta octubre de este mismo año y en ese periodo se ocupó de liberar por diez años los gravámenes al comercio del hierro, el acero y otros productos, procedentes de Pensacola y Florida. De acuerdo con las instrucciones recibidas, demostró gran aptitud de mando pero escasas dotes en política y administración, cuando solicitó que el secretario del marqués de las Amarillas, Jacinto Marfil, le redactara un informe general sobre la situación del virreinato. Marfil escribió las “Noticias instructivas”, como se conoce este texto, que fechó el 4 de mayo de 1760, considerado como una especie de memoria o relación, similar a las que producían los propios virreyes.

Según Ernesto de la Torre, las “Noticias” cubrían los ramos de tributos, Real Tribunal de Cuentas, Real Hospital de Indios, conducción de plata, superintendencia de alcabalas, contaduría de azogues y reales de minas. También hacía referencia al Real Patronato y señalaba las buenas relaciones entre justicia y quietud pública, las actuaciones del Tribunal de la Acordada, los propios de la ciudad y la venta de chiringuito (aguardiente de caña), sin olvidar el tema de los presidios fronterizos y las expectativas levantadas por la producción de la mina de la Iguana, en Nuevo León.

En tan breve periodo, trató de romper el monopolio comercial que ejercía la ciudad de México, en favor de la feria de Jalapa, pero manifestó especial inclinación por atender los graves problemas urbanos de la capital. Vigiló el desarrollo de la economía, recaudó sumas importantes con destino a la corte, fue al parecer poco escrupuloso en el manejo de las finanzas y vendió los derechos del juego y las recaudaciones de la Aduana de Veracruz por cinco años.

Al producirse la proclamación de Carlos III se decretó un indulto general, que no alcanzó a todos los reos, que gozaban de un sistema de excepciones. Entregó el mando a su sucesor, Joaquín de Montserrat, marqués de Cruillas, el 6 de octubre, en la ciudad de Otumba y volvió a La Habana para seguir ocupándose de la Capitanía General de Cuba y la gobernación de la ciudad, hasta el año siguiente.

A su regreso a España, en 1762 Carlos III lo incorporó al Consejo de Guerra, donde permaneció mientras estuvo en activo. Al romperse las hostilidades con Inglaterra participó en acciones militares a las órdenes del conde de Aranda, como la marcha sobre Alcántara y la ocupación de algunas poblaciones en la frontera con Portugal. Al terminar la contienda, el rey le nombró en 1768 decano del Consejo de Guerra.

Bibliografía

  • OROZCO y BERRA M. Historia de la dominación española en México. México, 1938.

  • RIVA PALACIO, V. El Virreinato. Tomo II de México a través de los siglos, México, Compañía General de Ediciones, 1961.

  • RUBIO MAÑÉ, I. Introducción al estudio de los virreyes de Nueva España. México, Ediciones Selectas, 1959 y México, UNAM, 1961.

  • DE LA TORRE VILLAR, E. Instrucciones y memorias de los virreyes novohispanos. México, Editorial Porrúa, 1991.

  • DEL VALLE MENÉNDEZ, A. Juan Francisco de Güemes y Horcasitas. Santander, Librería Estudio. Santander.

M. Ortuño

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero