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LiteraturaBiografía

Butor, Michel (1926-VVVV).

Poeta, narrador y ensayista francés, nacido en Mons-en-Baronel (suburbio de Lille) el 14 de septiembre de 1926. Autor de una extensa y compleja producción literaria que, dentro de la amplia gama de registros genéricos que abarca, acusa la influencia de algunos de los grandes prosistas del siglo XX -como James Joyce (1882-1941) y Marcel Proust (1871-1922)- y mantiene, al mismo tiempo, una singular independencia y originalidad que le excluye de cualquier corriente o escuela, está considerado como una de las figuras más relevantes de la literatura francesa contemporánea.

Vida

Nacido en el seno de una familia de clase media en la que la creación artística ocupaba un lugar de privilegio -su padre, empleado de los Chemins de Fer du Nord (Ferrocarriles del Norte), era una apasionado del dibujo, el grabado y la acuarela-, recibió desde niño una esmerada formación humanística que contribuyó poderosamente al desarrollo de su innata vocación literaria. Cuando sólo contaba tres años de edad, su familia se trasladó a París, donde el pequeño Michel emprendió sus estudios primarios, interrumpidos en el curso escolar de 1939/1940 a causa del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Refugiado primero en la ciudad de Evreux (capital del departamento de Eure) y afincado, a la postre, de nuevo en París, durante el largo período de ocupación de buena parte del territorio francés por parte de las tropas nazis dedicó largas horas de ocio a la lectura, entretenimiento que le sirvió para adquirir un denso bagaje literario que después habría de redundar en beneficio de su propia actividad creativa.

Tercero de una familia de siete hermanos en la que era el mayor de los varones, gracias al oficio de su progenitor gozó en su juventud de numerosas oportunidades para desplazarse en tren, de forma gratuita, por todo el país, circunstancia que despertó también su interés por los viajes. Ya en plena juventud, cursó estudios superiores de Filosofía y Letras e intentó obtener una plaza docente como profesor de estas materias, pero fracasó reiteradamente en las oposiciones; sin embargo, consiguió un empleo como secretario del Colegio de Filosofía, lo que le permitió empezar a relacionarse con numerosos intelectuales de la época, y ejercer durante algunos meses la docencia en el instituto Mallarmé de Sens (en el departamento de Yonne). Poco después, aprovechó un proyecto de reforma de la enseñanza egipcia -en el que se solicitaban profesores europeos de Filosofía y Letras- y cruzó el Mediterráneo para impartir clases en el valle del Nilo, aunando así, al mismo tiempo, su vocación docente y su pasión viajera.

Animado por ese talante aventurero de su juventud, solicitó luego una plaza de lector de lengua y literatura francesas en la Universidad de Manchester; pero el clima inglés, después de haber pasado mucho tiempo al lado de las pirámides, se le hacía insoportable, por lo que pronto regresó a París y comenzó a enfrascarse en la redacción de sus primeros libros. Un nuevo impulso viajero le llevó a abandonar de nuevo su país natal para recorrer -siempre con algún destino profesional- otros lugares del mundo; y así, tras haber pasado un tiempo en Grecia se afincó en Suiza, en donde conoció a la joven Marie-Jo, con la que habría de contraer matrimonio en 1958, después de que el éxito obtenido por su novela La modification (La modificación, 1957) -que hizo merecedor del prestigioso premio "Reanudot"- le permitiera instalarse nuevamente en París. Fruto de esta unión fueron, en poco más de cuatro años, tres hijos que le obligaron a multiplicar sus actividades profesionales, entre las que cabe destacar -al margen de su oficio de escritor- las desarrolladas en calidad de editor y de conferenciante.

Durante el primer lustro de los años sesenta, Michel Butor viajó en numerosas ocasiones a los Estados Unidos de América, en donde sus libros y sus conferencias gozaban de múltiples seguidores. Después de la revolución ideológica y cultural de Mayo del 68, decidió volver a intentar el acceso a la enseñanza superior y, tras un largo viaje por el Lejano Oeste y un breve período de residencia en Niza, obtuvo una plaza docente en la Facultad de Letras de la Universidad de Ginebra. A partir de entonces, su actividad creativa se multiplicó, enriquecida por un notable esfuerzo innovador que le empujó a cultivar todos los géneros (poesía, relato, novela, ensayo), a ofrecer obras en las que combinaba dos o más de estas modalidades literarias, y a colaborar en vigorosos proyectos multidisciplinares con pintores, músicos, fotógrafos, etc. No dejó, por ello, de seguir dando rienda suelta a su espíritu viajero, con largos períodos de permanencia en lugares tan alejados de su país natal como Japón y Australia, alternados con varias visitas a la remota China. Finalmente, alcanzó la jubilación en 1991 y se afincó en un pequeño pueblo de la región alpina de Haute-Savoie, donde, a partir de entonces, se dedicó a -según sus propias palabras- "poner un poco de orden en mis papeles y en mi cabeza".

Obra

En su faceta de narrador, Michel Butor se dio a conocer con dos novelas primerizas que pasaron prácticamente inadvertidas en el panorama cultural francés de mediados del siglo XX. Sin embargo, la aparición de su tercera narración extensa, titulada La modification (La modificación, 1957), sorprendió gratamente a la crítica y los lectores y le situó, de inmediato, a la cabeza de la narrativa europea contemporánea. Se trata de una espléndida novela, repleta de magia y poesía y elaborada con unas complejas técnicas constructivas que ofrecen, a la postre, un exquisito acabado formal. En ella, Butor plantea -en una mera lectura superficial- una historia de lo más tradicional, basada en el típico triángulo amoroso que tiene como protagonista a un padre de familia, miembro de la burguesía adinerada, que oscila entre los favores de su joven amante y el mantenimiento de las convenciones sociales al lado de su esposa. Sin embargo, desde el comienzo de la narración el escritor de Mons-en-Baronel introduce en medio de esta trama convencional un sorprendente enigma que, enriquecido con sucesivas pistas y sometido a una tensión cercana a la de la novela policíaca, mantiene viva la atención del lector hasta el final de la obra.

Respecto a su estructura formal, cabe afirmar que no puede ser más precisa y compleja, ajustada a un elaboradísimo mecanismo de relojería que funciona con una exactitud prodigiosa. Reduciendo a límites insospechados las coordenadas espacio-temporales, Butor sitúa la acción en un tren y la condensa en una duración de 21 horas y 35 minutos, el tiempo exacto que invierte el citado medio de transporte en recorrer la distancia entre París y Roma un viernes 15 de noviembre de 1955. Dentro de una perfecta distribución de cada capítulo -encajados en la novela con una precisión geométrica-, Butor consigue que el lector se introduzca en la piel de un protagonista que se ve acuciado por la necesidad de dar marcha atrás en una decisión, mientras el tren sigue, puntual, su recorrido hasta la ciudad Eterna. A través de una sutil penetración en la mirada interior de este personaje, París y Roma se configuran como los espacios dominados -respectivamente- por las dos mujeres de su vida, su mujer y su amante, al tiempo que el propio protagonista se transfigura en una especie de Eneas, en la medida en que sale transformado en un hombre nuevo -de ahí el título de La modificación- tras un simbólico descenso a los infiernos. Este paralelismo con la Eneida aproxima también la novela de Butor a las técnicas empleadas por James Joyce en la construcción de su universalmente famoso Ulysses. Otro sorprendente recurso estilístico de La modificación es el empleo, para la narración, de la segunda persona del plural.

Las audacia y originalidad de Michel Butor respecto a las técnicas narrativas volvieron a quedar patentes en sus dos siguientes entregas novelesca, Mobile (1962) y Description de San Marco (Descripción de San Marco, 1963), en las que su interés por las innovaciones experimentadas en otras modalidades artísticas dio por fruto una complejidad estructural similar a la lograda por la técnica del collage en la pintura. En líneas generales, puede afirmarse que la prosa de ficción del escritor de Mons-en-Baronel, aunque cercana a los postulados estéticos e ideológicos del nouveau roman, exhibe una frescura y una originalidad que la apartan de cualquier moda o escuela literaria; y aunque la intensa presencia de los objetos acaba forzando la transformación ética de los sujetos por medio de la revelación de verdades ocultas y del "diálogo silencioso" con los personajes, lo cierto es que este rasgo propio del nouveau roman no basta para reducir la narrativa de Butor a dicha corriente, ante la riqueza y variedad de registros técnicos y estilísticos de que hace gala el autor (descripción minuciosa de la realidad, paulatina transformación de la conciencia de los personajes, simultaneidad en el acontecer de los hechos y el fluir del tiempo, impersonal y obsesiva presencia de las múltiples facetas de cada objeto, etc.).

Aunque la preferencia por los géneros híbridos es -como ya se ha apuntado más arriba- una de las constantes en la producción literaria de Michel Butor, conviene precisar que algunas obras suyas pueden adscribirse plenamente a la modalidad del ensayo, como las tituladas Essai sur les essais (Ensayo sobre los ensayos, 1968) -un espléndido análisis de este género, dedicado, como no podía ser menos, a Montaigne (1533-1592)-; Repertoire, I-V (Repertorio, I-V, 1960-1983); y Dialogue avec trentetrois variations de Ludwig van Beethoven (Diálogo con treinta y tres variaciones de Ludwig van Beethoven, 1971). Además, Michel Butor cultivó con singular brillantez y dedicación -sobre todo, en su etapa de madurez- la creación poética, a la que consagró algunos títulos tan dignos de mención como Degrés (Peldaños); Illustrations I, II, III, IV (Ilustraciones I-II-III-IV); Dans les flammes (En las llamas); Herbier lunaire (Herbario lunar); À la frontière (En la frontera); Matière de rêves, I-IV (Materia de sueños, I-IV, 1975-1981) -un deslumbrante ejercicio de poesía onírica); y Envois, I-II (Despedidas, I-II, 1980-1983). Al igual que ocurre con su prosa de ficción, la producción lírica de Michel Butor acusa la huella de casi todas las corrientes y tendencias poéticas que fecundan la historia de la literatura francesa del siglo XX, pero sin adscribirse plenamente ninguna escuela concreta.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.