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LiteraturaBiografía

Burgos, Julia de (1914-1953).

Poetisa, dramaturga y educadora puertorriqueña, nacida en el Barrio Santa Cruz, en Carolina, el 17 de febrero de 1914, y fallecida en Nueva York (Estados Unidos) a comienzos de julio de 1953. La hondura y calidad de su producción poética -caracterizada por su extraordinaria capacidad para reflejar los problemas de la mujer de su tiempo-, así como las excepcionales circunstancias que rodearon su vida y su muerte -envueltas en un halo de dolor, enajenación y desarraigo que la había llevado a considerarse como una "desterrada de sí misma"-, han hecho de ella una de las figuras más fascinantes no sólo de las Letras puertorriqueñas de la primera mitad del siglo XX, sino de toda la literatura hispanoamericana contemporánea.

Vida.

Nacida en el seno de una familia numerosa -fue la mayor de trece hermanos-, tuvo la inmensa fortuna (verdaderamente extraña, entonces, en una niña antillana) de contar con unos padres que se preocuparon en todo momento por la educación de sus hijas. En efecto, Francisco Burgos Hans y Paula García condujeron a la pequeña Julia, cuando sólo contaba seis años de edad, a la escuela pública del pueblo en que vivían, y poco después, cuando toda la familia se trasladó a Río Grande, al colegio de esta ciudad, donde la niña concluyó su primer año de escolarización elemental. Posteriormente, volvieron a su lugar de origen y la niña Julia cursó su segundo año de instrucción primaria en la modesta escuela rural de Barrio Santa Cruz, donde, en 1925, puso fin a estos estudios elementales. En general, puede afirmarse que toda su infancia y buena parte de su adolescencia se organizaron en función de su formación académica, ya que desde muy temprana edad había dado muestras de una viva inteligencia y una acusada curiosidad intelectual. De ahí que, entre 1925 y 1927, regresara a la ciudad de Carolina para realizar allí los cursos superiores de su formación secundaria, a la que puso término graduándose con las mejores calificaciones.

Durante dicho bienio, la joven Julia vivió por vez primera separada de su familia, acogida en la casa que en Carolina tenía la doctora Rosenda Rivera. Pero en 1928, a raíz de su ingreso en la Escuela Superior de la Universidad de Puerto Rico, toda la prole de Francisco Burgos y Paula García -con ellos mismos al frente- se instaló en el recinto universitario de Río Piedras. Allí, al tiempo que progresaba en sus estudios, Julia de Burgos estrechó los lazos que la unían con la doctrina cristiana, y en 1930 (es decir, cuando ya había cumplido los dieciséis años de edad) tomó la Primera Comunión en el Pensionado Católico de Río Piedras.

En su faceta de estudiante, la futura poetisa continuaba destacándose por encima de todas sus compañeras de promoción. Así, en la primavera de 1931 se graduó en la citada Escuela Superior, donde su extraordinaria trayectoria académica fue recompensada con una beca que habría de permitirle, unos meses después, comenzar sus estudios superiores en la Universidad de Puerto Rico. Así las cosas, en agosto de 1931 ingresó en esta institución universitaria, que abandonó antes de que pasaran dos años, ya con el Certificado de Maestra Normalista en su poder (24 de mayo de 1933).

Sus primeras ocupaciones laborales no estuvieron exentas de un marcado talante humanitario. Primero trabajó, durante el año de 1934, como empleada de una Estación de Leche de la P.R.E.R.A. (Puerto Rico Economical Rehabilitation Agency), centro encargado de suministrar desayunos gratuitos a las familias más necesitadas; y al año siguiente, después de la desaparición de la P.R.E.R.A., fue destinada a la modesta escuela rural del Barrio Cerdo Arriba, en Naranjito, donde dio comienzo su vocacional carrera docente. Entre una y otra ocupación, en 1934 se había casado con Rubén Rodríguez Beauchamp, del que se divorciaría al cabo de tres años.

Durante sus primeros meses como maestra comenzó a cultivar con asiduidad la creación poética, y fruto de aquella intensa dedicación fue uno de sus grandes poemas primerizos, el titulado "Río Grande de Loíza". También fue entonces cuando recibió el terrible diagnóstico facultativo que le anunciaba la detección en su cuerpo de un proceso canceroso, lo que no le impidió consagrarse de lleno a su actividad literaria y empezar a establecer contactos con algunos de los grandes poetas puertorriqueños de la generación anterior, como el modernista Luis Llorens Torres y los vanguardistas Luis Palés Matos y Evaristo Ribera Chevremont. Asimismo, durante el verano de aquel año de 1935 volvió a ampliar su ya brillante formación académica en materia pedagógica, esta vez por medio del curso "Nursery School Education", realizado en la Universidad de Puerto Rico.

Las fecundas relaciones que, por aquel entonces, comenzó a mantener Julia de Burgos con algunas de las principales figuras del panorama cultural puertorriqueño (como los tres grandes poetas citados en el parágrafo anterior) favorecieron su entrada en los círculos literarios de la isla, por los que se difundió, impresa en 1936, una hoja suelta con el poema "Es nuestra hora". A partir de entonces, su presencia en la vida intelectual y artística de su patria cobró una intensidad desconocida en una figura femenina: en otoño de aquel mismo año pronunció, en el transcurso de la primera asamblea general del Frente Unido Pro Convención Constituyente (celebrada en el prestigioso Ateneo Puertorriqueño), el discurso titulado "La mujer ante el dolor de la Patria"; al mismo tiempo, empezó a colaborar asiduamente en la denominada "Escuela del Aire", una serie de programas radiofónicos de carácter educativo que, promovidos por el Departamento de Instrucción Pública, se prolongaron hasta 1937; y, simultáneamente, se enfrascó en la redacción de varios dramas breves, titulados Llamita que quiere ser mariposa, Paisaje marino, La parranda del sábado y Coplas jíbaras para ser cantadas. Por aquellos años ya había fijado su residencia en la capital de Puerto Rico, en cuya universidad continuó recibiendo diferentes cursos, como los titulados "Survey of English Literatura" y "Contemporary Civilization".

Así las cosas, en 1937 consiguió ver impresa una primera edición -muy rudimentaria- de su obra poética, publicada bajo el título de Poemas exactos a mí misma, en la que recogió algunas composiciones que ya había dado a conocer en el diario El Imparcial (como "Interrogaciones", "Paisaje interior", "Pentacromía", "Ronda nocturna", etc.). Esta primera edición de los versos de Julia de Burgos, tan escasa de tirada como pobre en su confección editorial, hoy en día se considera desaparecida. Además, comenzó a prodigar sus publicaciones en diferentes revistas especializadas, como El Poeta de Hoy (donde dejó estampada la composición "Poema al hijo que no llega") y Renovación (en la que, durante aquel año de 1937, publicó los poemas "Inquietud", "Cortando distancias" y "Río Grande de Loíza").

Cada vez más especializada en el estudio de la literatura contemporánea, en 1938 volvió a matricularse en la Universidad de Puerto Rico para seguir los cursos "Lengua y Literatura Hispánicas" e "History of Hispanic America". Mantuvo, durante dicho año, su fecunda colaboración con la revista poética Renovación (en la que dio a conocer "Amanecer" y "Canción de recuerdo"), y a finales de 1938 dio a la imprenta el que está considerado como el primer título real de su bibliografía poética, presentado bajo el epígrafe de Poema en veinte surcos (San Juan de Puerto Rico: Imprenta Venezuela, 1938). Esta obra, distribuida personalmente por la propia Julia de Burgos entre las muchas amistades que tenía por todo el país, contribuyó con su venta a sufragar los gastos causados por la grave enfermedad que padecía la madre de la autora. Junto a la aparición de este primer poemario de la escritora puertorriqueña, el año de 1938 albergó otro acontecimiento de singular importancia en su biografía: el inicio de sus relaciones amorosas con el médico y sociólogo dominicano Juan Isidro Jimenes Grullón, quien protagonizó el capítulo amoroso más importante en la vida de la poetisa.

Durante el año siguiente continuó divulgando sus poemas a través de numerosos medios de comunicación que empezaban a disputarse las colaboraciones de una escritora ya consagrada por la crítica especializada. En la revista Puerto Rico Ilustrado, sólo durante 1939, vieron la luz algunos poemas tan celebrados como "Ay, ay, ay de la grifa negra", "A Julia de Burgos", "Romance de la Perla" y "Romance a Guayama". Su prestigio como poetisa experimentó tal auge que, a finales de dicho año, el Ateneo Puertorriqueño convocó un recital-homenaje dedicado a la joven autora de Carolina, con lectura de sus versos por parte de los rapsodas más famosos de San Juan, y exposición de trabajos ensayísticos centrados en su obra lírica (como el titulado "Los motivos del río en la poesía de Julia de Burgos", debido a la autorizada pluma de Manuel Rivera Matos). Aún conmovida por el reciente fallecimiento de su madre (sobrevenido el 12 de octubre), la homenajeada participó en estos actos con la lectura de una triste elegía dedicada a la difunta Paula García ("Mi madre y el río"). Cuando faltaba menos de un mes para la conclusión de aquel año de 1939 -concretamente, el día 8 de diciembre-, salió de los tórculos el segundo poemario impreso de Julia de Burgos, titulado Canción de la verdad sencilla (San Juan de Puerto Rico: Imprenta Baldrich, 1939), obra que, al cabo de unos meses, fue galardonada por el Instituto de Literatura Puertorriqueña.

La gran aventura norteamericana de Julia de Burgos dio comienzo a mediados de enero de 1940, cuando la poetisa viajó a Nueva York para participar en numerosos actos culturales promovidos por la nutrida comunidad hispanoamericana afincada en los Estados Unidos. Durante medio año, asistió a recitales de sus poemas, escuchó y pronunció conferencias, publicó sus colaboraciones periodísticas en diferentes medios estadounidenses, trabajó en otras labores ajenas a la creación literaria y se encontró con el susodicho doctor Jimenes Grullón (que, entre otras actividades, había pronunciado una conferencia en el Club Obrero Chileno). Especialmente comentado fue el bellísimo recital de poesía que la propia autora ofreció, el día 17 de abril, en el Master Theatre neoyorquino, donde leyó, entre otras muchas composiciones de su autoría, los poemas "Amanecida", "Nada", "Principio de un poema sin palabras", "Dame tu hora perdida", "Noche de amor en tres cantos", "El rival de mi río", "Poema de la cita eterna" y "Desde el puente de Martín Peña".

A finales del mes de junio abandonó los Estados Unidos de América para desplazarse hasta Cuba, donde el doctor Jimenes Grullón la esperaba desde primeros de mayo. En la isla antillana fue calurosamente recibida por toda la clase intelectual, por lo que Julia de Burgos optó por aprovechar los beneficios del premio concedido a Canción de la verdad sencilla (quinientos dólares) para afincarse durante algún tiempo en Cuba, primero en la ciudad de Santa Clara y posteriormente en la de Trinidad. Durante aquel estío cubano, ultimó los poemas que habían de configurar su próximo libro de versos, titulado El mar y tú, obra que no llegó a ver publicada (apareció, póstuma, en la capital de su país, en 1954, a cargo de la editorial Puerto Rico Printing and Publishing). Por aquel tiempo, además de participar de forma activa en la vida cultural cubana -donde también se significó por su valía como conferenciante-, trabajó en otro proyecto de poemario que pensaba dar a la imprenta bajo el título de Campo.

En los primeros días de 1941, la poetisa puertorriqueña volvió a mudar su residencia para afincarse, ahora, en la ciudad cubana de Santiago, en cuyo diario Oriente comenzaron a aparecer sus nuevas composiciones (como el bello soneto dedicado al escritor y patriota José Martí). Su plena identificación con el pueblo cubano era, por aquel entonces, uno de los pocos motivos de alegría que tenía Julia de Burgos, aunque no bastaba para alejar de su pensamiento la amenaza constante de la muerte (materializada, además, en su obra de creación, como se hizo patente en la composición titulada "Poema para mi muerte", que vio la luz en aquellos días iniciales de 1941, en la prensa de La Habana). En la primavera de dicho año envió tres copias de su poemario El mar y tú al Congreso de Escritores Hispanoamericanos que dio comienzo el día 15 de abril en Puerto Rico, donde los colegas de Julia de Burgos que permanecían en la isla tuvieron así noticia de la progresión que experimentaba su quehacer poético.

Sin embargo, la autora de Carolina no estaba dispuesta a regresar a Puerto Rico. Antes bien, dio muestras de querer asentarse definitivamente en Cuba con su gesto de establecerse, ahora, en La Habana, donde tan pronto como se hubo afincado empezó a tomar parte activa en la vida cultural y literaria, sin olvidarse nunca de la oferta universitaria que se le brindaba de nuevo en la capital de la isla (durante aquel año de 1941, se matriculó en cursos superiores de griego, latín, francés, biología, antropología, sociología, psicología, didáctica e higiene mental). Entretanto, siguió publicando sus versos en los medios de comunicación cubanos y, excepcionalmente, en algunos diarios y revistas puertorriqueños (como El Día Estético, de San Juan de Puerto Rico, en cuyo número de octubre-noviembre de 1941 vio la luz el poema "Campo").

A comienzos de 1942, una nueva amistad vino a sumarse a su ya nutrido círculo de compañeros poetas. Se trataba del chileno Pablo Neruda, quien se mostró fascinado por la obra lírica de Julia de Burgos y se comprometió a preparar un prólogo para El mar y tú. Paralelamente, su fama como poetisa dentro del territorio cubano experimentó un notable incremento con la publicación del poema "Las voces de los muertos", que fue galardonado por la Alianza Cubana establecida para la defensa de las libertades de las naciones del mundo.

Sin embargo, estos éxitos en el campo de la creación literaria se vieron oscurecidos, durante aquel mismo año de 1942, por el estrepitoso derrumbamiento de su pasión amorosa. En efecto, durante la primavera de dicho año sobrevino la ruptura definitiva con el doctor Jimenes Grullón, separación que incidió de forma muy negativa en la frágil salud mental de Julia de Burgos. De forma precipitada, la poetisa decidió romper con todo lo que hasta entonces le había unido a Juan Isidro en Cuba, por lo que abandonó la isla sin apenas decírselo a nadie. Otra vez en Nueva York, por espacio de unos meses vivió sumida en el caos, mudando constantemente de residencia y aceptando, para sobrevivir, cualquier empleo que se le ofreciera (fue inspectora de óptica, empleada de un laboratorio químico, vendedora de lámparas, oficinista, costurera, etc.). La decepción que le había causado su antiguo amante alcanzó tales proporciones que, en noviembre de aquel mismo año, cuando el propio doctor Jimenes Grullón fue a buscarla a la capital estadounidense, Julia de Burgos se negó a rehacer su vida junto a él.

Tras un año de oscuridad existencial y silencio creativo (en el que sólo hubo noticias suyas a través de las cartas que enviaba a su hermana Consuelo), en 1944 la escritora puertorriqueña reapareció en la vida cultural neoyorquina como redactora de Pueblos Hispanos, al tiempo que volvió a interesarse por el quehacer literario de sus compatriotas gracias a las noticias que recibió de un antiguo amigo, el poeta Luis Llorens, ingresado en la clínica neoyorquina de la que sólo saldría -ya desahuciado por los facultativos- para ir a morir a Puerto Rico. A finales de agosto se trasladó a Washington en compañía de su nuevo esposo (el músico Armando Marín, natural de la isla puertorriqueña de Vieques), y en la capital de los Estados Unidos de América ("la capital del silencio", según sus propias palabras), ya en 1945, trabajó como oficinista en el "Coordinator of Interamerican Affairs" y conoció a otro futuro premio Nobel, el poeta español Juan Ramón Jiménez.

De nuevo en Nueva York, pareció experimentar una prometedora recuperación de su prestigio intelectual y literario, como quedó patente en la publicación, en el Semanario Hispano, del bello artículo titulado "Ser o no ser divisa", que a comienzos de 1946 fue premiado por el Instituto de Literatura Puertorriqueña. Otra vez se sucedieron los honores y homenajes -suscitados, en gran medida, por este nuevo galardón-, pero la salud de la poetisa ya no admitía demasiadas celebraciones: a su grave afección cancerosa y sus ocasionales trastornos psíquicos vino a sumarse, como consecuencia de su cada vez más patente dependencia del alcohol, una aguda cirrosis hepática que la condujo a una dolorosa peregrinación por diferentes establecimientos sanitarios neoyorquinos. Para arruinar definitivamente su maltrecha salud, la aparición de un papiloma en sus cuerdas vocales vino a sumirla en un estado de postración del que ya no habría de recuperarse.

Con todo, aún tuvo fuerzas Julia de Burgos para asistir a la conferencia que, en 1947, dictó en Nueva York el doctor Juan Isidro Jimenes Grullón, ahora de visita por los Estados Unidos en compañía de su nueva esposa. Pero sus apariciones públicas eran cada vez más escasas, por lo que apenas se supo nada de la poetisa puertorriqueña durante los años de 1948, 1949 y 1950. En 1951 reapareció fugazmente en un programa radiofónico que, emitido el día 18 de junio, sirvió para honrar la memoria del fallecido Luis Llorens Torres (Julia de Burgos leyó su poema titulado "Homenaje al cantor de Colleres"); pero su recuperación ya resultaba a todas luces inviable, por lo que su hermana Consuelo, desde Puerto Rico, se afanó en 1952 en el empeño de que la Biblioteca de Autores Puertorriqueños publicase El mar y tú, para que la poetisa de Carolina llegase a ver su edición impresa antes de una muerte que ya parecía inminente. Como ya había ocurrido en otras ocasiones, este nuevo esfuerzo por dar a la imprenta dicho poemario resultó también baldío.

Ante el agravamiento de sus males, el 29 de diciembre de 1952 Julia de Burgos fue sometida a una intervención quirúrgica en sus cuerdas vocales, lo que la obligó a permanecer ingresada en el Goldwater Memorial Hospital durante los primeros meses de 1953, rodeada de los recuerdos que le enviaban sus amigos y familiares puertorriqueños, y acuciada por graves trastornos psíquicos que la indujeron a escaparse del nosocomio en varias ocasiones. A pesar de todo, conservaba fecundos momentos de lucidez en los que pudo escribir poemas tan bellos y patéticos como "Farewell in Welfare Island", redactado por completo en lengua inglesa, un desesperado canto a la muerte como única salida para su angustiosa situación física y mental.

Esta composición fue redactada durante el mes de febrero de 1953, en la residencia sanitaria donde Julia de Burgos permanecía recluida. Hacia el mes de mayo fue dada de alta y trasladada al domicilio de unos familiares, del que salió un día de comienzos de julio para no regresar nunca más. El diario El Mundo, en su edición del 4 de agosto de 1953, reprodujo un informe oficial en el que se certificaba la desaparición de la poetisa, su posterior hallazgo -en estado inconsciente- en el cruce entre la calle 106 y la Quinta Avenida, su traslado urgente al Hospital de Harlem y su inmediato e inevitable deceso, provocado -según el certificado de defunción- por una pulmonía lobular. Durante casi un mes, el cuerpo sin vida de Julia de Burgos permaneció en los depósitos forenses de la ciudad de Nueva York, pues el cadáver no portaba identificación alguna. Al cabo de dicho tiempo, la publicación en la prensa de una fotografía del cuerpo inerte sirvió para reconocer a la malograda poetisa puertorriqueña y reconstruir los últimos instantes de su penosa existencia.

Aún no había concluido aquel año de 1953 cuando comenzó a concatenarse la larga sucesión de actos, conferencias, homenajes y reediciones que consagraron a Julia de Burgos como una figura mítica de la literatura hispanoamericana escrita por mujeres. En 1953, la revista mensual Artes y Letras salió con un número monográfico dedicado a la vida y obra de la poetisa, con versos de la propia autora y colaboraciones de los principales escritores e intelectuales antillanos. Un año después salió, por fin, de los tórculos la primera edición impresa del poemario El mar y tú (San Juan de Puerto Rico: Printing and Publishing Co., 1954), más tarde recogido también en la edición de su Obra poética (1961) promovida por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, y realizada por Consuelo Burgos y Juan B. Pagán (con estudio preliminar de J. E. González). Con anterioridad a esta respetuosa recopilación de sus versos, en 1960 se había dedicado por entero a Julia de Burgos el "Cuarto Congreso de Poesía" del Ateneo Puertorriqueño.

En 1964, la prestigiosa revista Guajana -que desempeñó un papel fundamental en la poesía boricua de los años sesenta- le dedicó otro extenso homenaje, con numerosas reproducciones de poemas de la autora y múltiples acercamientos críticos a su ya clásica obra. Siguieron, luego, multitud de reediciones -parciales o completas- de los poemas de Julia de Burgos en diferentes lugares del mundo, así como un elogioso comentario editorial que, ya en 1975, proclamaba la vigencia intemporal de su legado poético, habida cuenta de que aparecía entre las páginas de una de las publicaciones literarias más iconoclastas de todo el ámbito geo-cultural centroamericano, Zona Carga y Descarga. Diez años después, otra revista literaria no menos prestigiosa, Mairena, volvió a sacar un número extraordinario dedicado en exclusiva a la vida y obra de Julia de Burgos. Finalmente, en 1987 el Senado Académico del Colegio Universitario de Humacao concedió a la poetisa antillana el Doctorado Honoris Causa, Post Mortem, en Letras Humanas.

Bibliografía.

  • GONZÁLEZ, José Emilio. La poesía contemporánea de Puerto Rico (1930-1960) (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1972).

  • ---: "Algo más sobre la vida y la poesía de Julia de Burgos", en rev. La Torre (San Juan de Puerto Rico), XIII, núm. 51 (1965), págs. 151-174.

  • JIMÉNEZ DE BÁEZ, Yvette. Julia de Burgos. Vida y poesía (San Juan de Puerto Rico: Ed. Coquí, 1966).

  • LÓPEZ JIMÉNEZ, Ivette "Julia de Burgos: los textos comunicantes", en rev. Sin Nombre (San Juan de Puerto Rico), X, núm. 1 (1979), págs. 47-68.

  • ---: "Burgos, Julia de", en MEDINA, José Ramón (dir.): Diccionario Enciclopédico de las Letras de América Latina. DELAL (Caracas: Biblioteca Ayacucho & Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1995). 3 vols. (t. I, págs. 750-755).

  • MARTÍNEZ MASDEU, Edgar. Bibliografía de Julia de Burgos (San Juan: Ateneo Puertorriqueño, 1992.

  • RIVERA ÁLVAREZ, Josefina. Diccionario de literatura puertorriqueña (San Juan de Puerto Rico: Instituto de Cultura, 1979).

Autor

  • JR.