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HistoriaPolíticaBiografía

Bucareli y Ursúa, Antonio María de (1717-1779).

Militar español, gobernador de Cuba y virrey de Nueva España, nacido en Sevilla el 24 de enero de 1717 y fallecido en la ciudad de México el 9 de abril de 1779.

Perteneciente a un noble linaje sevillano de origen italiano, Antonio María era hijo de Luis Bucareli y Ana María de Ursúa Lasso de la Vega, cuarta condesa de Gerena. El matrimonio tuvo quince hijos, once de ellos varones. Antonio María, antes de cumplir los cinco años, ingresó con dispensa en la orden militar de San Juan de Malta, en la que profesó años más tarde, y, a los quince, se incorporó al ejército como cadete. Menos de un año después ya era alférez, sirviendo en el regimiento de caballería de Granada. Participó en diversas campañas en Italia, como en el sitio de la Mirándula y en la retirada de Adigio, bajo las órdenes del marqués de Re, durante las guerras que emprendió el rey Felipe V para recobrar antiguas posesiones en Italia. El 1 de abril de 1738 fue ascendido a alférez de carabineros y el 24 de abril de 1740 a teniente del citado cuerpo, siendo destinado a la compañía del marqués de Davia. El 30 de diciembre de 1740 fue nombrado capitán y el 11 de febrero de 1744 coronel, siendo incorporado al regimiento de caballería de Calatrava. En los meses siguientes, Bucareli participó en diversas operaciones bélicas en el Milanesado, Piamonte y la Lombardía, tomando parte en la conquista de los castillos de Treso y Luzo, y en la evacuación de Niza (1745-1746). Al acabar la guerra, fue nombrado inspector general de los regimientos de caballería y dragones. Después se ocupó de reorganizar la defensa del litoral de Murcia y Granada, siendo ascendido el 7 de mayo de 1748 a mariscal de Logis (encargado del alojamiento) de la caballería del ejército que mandaba el infante don Felipe. Participó con este grado y cuerpo en la campaña de Portugal, siendo elegido para negociar el fin de las hostilidades con el conde de Lipe.

Entre 1766 y 1771, Antonio María fue gobernador y capitán general de la isla de Cuba en sustitución del conde de Ricla, preocupándose de la defensa de la isla, que había sido ocupada militarmente por los ingleses en 1762. Se terminaron los fuertes del Morro, Atarés y San Carlos de la Cabaña durante su periodo. Bucareli también destacó por ser un administrador escrupuloso y muy prudente en la introducción de reformas. En junio de 1771 recibió la carta del ministro de Indias, Julián de Arriaga, en la que le comunicaba su nombramiento como virrey de la Nueva España, y el 8 de agosto siguiente entregó el mando de capitán general de Cuba a Pascual de Cisneros, teniente de rey. La ciudad de La Habana pidió a Carlos III que le dispensase del juicio de residencia en atención a sus numerosos méritos.

Antonio María Bucareli desembarcó en Veracruz el 23 de agosto de 1771 y, un mes después, el 22 de septiembre, recibió el mando de su antecesor, el marqués de Croix, en San Cristóbal Ecatepec. La entrada solemne en la ciudad de México la realizó el 31 de octubre. Desde el principio, Bucareli se mostró prudente en sus decisiones, pidiendo informes de todos los asuntos de gobierno para saber: “lo que se ha pensado en todos los tiempos”. Esta actitud fue bien recibida por los habitantes del virreinato tras las novedades y proyectos del marqués de Croix, y las campañas militares que encabezó el visitador general, don José de Gálvez, que abandonó el virreinato en 1772. Bucareli se mostró en contra de algunas de esas medidas, como el plan para dividir el virreinato en intendencias, pero apoyó otras, logrando que se ejecutasen y se consolidasen por su enorme capacidad de trabajo y prudencia.

Bucareli se quejó de lo muy desordenado que encontró la secretaría y la confusión en muchos asuntos. Su preocupación aumentó al comprobar la bancarrota en la que se encontraba la Hacienda, sombrío panorama que estuvo a punto de hacerlo renunciar. Sin embargo, inauguró una etapa de ahorro, de control de gastos y optimización de recursos que llevaron a un superávit de dos millones de pesos al finalizar el mandato, sin crear nuevas contribuciones ni solicitar préstamos. En algunas ocasiones, Bucareli aprovechó las reformas introducidas por su antecesor y el visitador general, como el estanco del tabaco, pero, en otras, el virrey sevillano impulsó la economía virreinal con medidas tan acertadas como la creación de un tribunal de minería y la redacción de nuevas ordenanzas para este importante sector.

Antonio María de Bucareli tenía una interesante visión estratégica del virreinato, que en parte logró transmitir a la Corona. Esta aprobó varias medidas defensivas Otorgó gran importancia a la fortaleza de San Juan de Ulúa, en Veracruz, la que remodeló siguiendo los dictámenes de una Junta. Las obras comenzaron en noviembre de 1775 y concluyeron después de su fallecimiento. Primero las dirigió el ingeniero Segismundo Font y de Miláns y, más tarde, Miguel del Corral. También se construyó el fuerte de Perote, que serviría para mantener un destacamento y víveres con los que socorrer al puerto de Veracruz en caso de necesidad. El plano había sido delineado en 1769 por Manuel de Santiesteban, pero su construcción se demoró entre 1771 y 1776. Este último año, un terremoto arruinó el castillo de San Diego de Acapulco, puerto estratégico en el comercio con Filipinas, lo que aprovechó Bucareli para remodelarlo según los planos del ingeniero Miguel Constanzó, que proyectó un fuerte pentagonal.

El virrey creó tres compañías fijas en 1773: la de Acapulco, con setenta y siete plazas, la del presidio del Carmen, con cien, y la de San Blas (Nayarit), con ciento cinco. Los regimientos de veteranos de Flandes y Saboya regresaron a España, mientras el regimiento de Asturias desembarcó en 1776. La falta de hombres en otros destacamentos fue cubierta con la apertura del ejército a mestizos y castizos, y con el envío de desertores y hombres de leva de España. También se completaron los regimientos de caballería y realizó inspecciones y visitas que redujeron gastos y mejoraron la disciplina. Por iniciativa suya, la Corona aprobó que siempre hubiese en México un batallón de infantería para atender a las cárceles, almacenes, molino de la pólvora, guardias, escoltas y el palacio virreinal. También atendió a las milicias, firmando un reglamento para las de Córdoba y Jalapa (1775), que sirvió de norma para el resto del virreinato. Todos estas reformas militares fueron fomentadas por los ministros de Carlos III en América para evitar otro desastre como el ocurrido en la Habana en 1762.

La labor de Bucareli en la defensa de la frontera septentrional del virreinato fue muy importante. Convocó una Junta el 12 de marzo de 1772 en la que se decidió el traslado de varios presidios, completar las compañías existentes y crear tres nuevas. Además, se acordó que escuadras de veinticinco hombres debían recorrer los caminos para perseguir a los indios. Sin embargo, Bucareli era partidario de usar la suavidad y la maña en lugar de la fuerza y la violencia. Todas las recomendaciones y cambios se incluyeron en una “instrucción reservada” que el virrey envió al nuevo comandante general de las fronteras de Chihuahua, Hugo O’Connor. La labor de este último fue muy importante, realizando los planes aprobados por Bucareli y logrando mantener en paz el gran norte, pero su labor se truncó cuando, el 22 de agosto de 1776, una real cédula creó la Gobernación y Comandancia General de las Provincias Internas, que comprendía Sinaloa, Sonora, California y Nueva Vizcaya, con los gobiernos subalternos de Coahuila, Texas y Nuevo México. La elección de este importante cargo recayó en Teodoro de Croix, sobrino del anterior virrey, con quien Bucareli tuvo una relación tirante debido a las constantes peticiones de hombres y caudales.

En cuanto al departamento marítimo de San Blas, fundado por José de Gálvez en 1768, logró consolidarlo a pesar de las dificultades por sus deficientes condiciones naturales para guardar barcos de gran calado. Demoró para más adelante el cambio a otro paraje, pues urgían los viajes para enviar bastimentos y hombres con los que consolidar las nuevas misiones franciscanas de la Alta California. Durante su mandato se fundaron San Antonio de Padua (1771) San Gabriel (1771), San Luis Obispo de Tolosa (1772), San Francisco (1776), San Juan Capsitrano (1776) y Santa Clara de Asís (1777). También se logró un acuerdo para que los dominicos quedaran encargados de las antiguas misiones de la Baja California, las que fueron incrementadas con la fundación de El Rosario (1774) y Santo Domingo (1775). Por último, Bucareli impulsó la exploración del Pacífico Norte. En 1774, la fragata Santiago, mandada por Juan Pérez, llegó a los 55º 49’ N, desembarcando en el famoso fondeadero de Nutka, que bautizó San Lorenzo. Un año más tarde, la citada fragata fue capitaneada por el teniente de navío Bruno de Heceta, acompañándole el teniente de fragata Juan Francisco de la Bodega y Quadra en la goleta Sonora. Esta última llegó a los 58º N y descubrió varios sectores de la costa de Alaska, mientras su compañera demarcó la entrada del río Columbia, que el capitán Bruno de Heceta bautizó como “entrada de la Asunción”. Por último, en 1779, las fragatas Princesa y Favorita, capitaneadas por Ignacio de Arteaga y Juan Francisco de la Bodega y Cuadra, exploraron el litoral de Alaska y llenaron de topónimos españoles en lejano Noroeste.

La labor filantrópica de Bucareli en la ciudad de México es recordada hasta en la actualidad. Inauguró instituciones tan importantes como el Monte de Piedad de Ánimas (1775) o el Hospicio de pobres (1774), patrocinando los primeros sorteos de lotería, aprobados por Carlos III en 1770. Mejoró los hospitales de San Hipólito y el General de Naturales, trasladando esta preocupación por los enfermos y necesitados a otras ciudades del virreinato. En cuestiones religiosas, Bucareli asistió a la conclusión del IV Concilio Provincial Mexicano, que terminó el 9 de noviembre de 1771, e impulsó las reformas en la vida conventual femenina y en la renovación de los cargos de algunas órdenes. Por último, mejoró el aspecto estético de la ciudad, construyendo un paseo que se convirtió en uno de los principales espacios de sociabilidad y ocio en el virreinato.

Bucareli falleció en el palacio real víctima de una pleuresía que había contraído pocos días antes. Los funerales se celebraron en la iglesia de San Francisco, pero fue enterrado en la colegiata de Guadalupe, junto a la puerta de entrada. En su testamento dejó por heredero a su hermano José, marqués de Vallehermoso, y, en caso de fallecimiento, a su hermano Nicolás, conde de Gerena y gobernador de Cádiz. Antonio María de Bucareli permaneció soltero, profesando en la Orden de Malta. Tanto en el cargo de gobernador de Cuba, como en el de virrey de la Nueva España, fue uno de los mejores administradores que tuvo la Monarquía española en el siglo XVIII. Sereno y reflexivo, Antonio María de Bucareli fue un honrado político que logró mantener en paz el virreinato e impulsar las reformas borbónicas.

Bibliografía

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  • VELASCO CEVALLOS, R. La Administración de D. Frey Antonio María de Bucareli y Ursúa, cuadragésimo sexto Virrey de México. México, Archivo General de la Nación, 1936.

Salvador Bernabéu Albert

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