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HistoriaPolíticaBiografía

Blanca de Castilla, Reina de Francia (1188-1252).

Reina de Francia por su matrimonio con Luis VIII, nacida el 4 de marzo de 1188 en Palencia y muerta en Francia, en una abadía cerca de Melun, el 29 de noviembre de 1252. Dirigió con energía los asuntos de Francia durante la minoridad de su hijo Luis IX, en cuyo gobierno participó, y cuando éste marchó a la cruzada. Su profundo sentido de la religión sobrevivió en su hijo, canonizado en 1297.

Hija tercera de Alfonso VIII de Castilla y de la reina Leonor de Castilla, Blanca fue hermana de la reina de Portugal Urraca de Castilla y tuvo otra hermana, de nombre Berengaria, que detentó el título de reina de León por su matrimonio con Alfonso IX de León. Nieta de la legendaria Leonor de Aquitania, reina de Francia y después de Inglaterra, fue elegida por ésta para casarse con el delfín Luis de Francia, hijo de Felipe II Augusto, en la esperanza de que tal matrimonio pusiese fin a los enfrentamientos entre el rey de Francia y el de Inglaterra, Juan Sin Tierra, hijo de Leonor de Aquitania. La elección de Blanca por encima de su hermana Urraca fue una sorpresa y en primavera de 1200 nieta y abuela cruzaron los Pirineos, pero al llegar a Bordeaux, Blanca (a quien en Francia llamaron Blanche) continuó el viaje sola, bajo la protección del arzobispo de Normandía. El 22 de mayo su futuro suegro, Felipe Augusto, y su tío, el rey Juan de Inglaterra, firmaron un tratado de paz y al día siguiente se celebraron en Normandía los esponsales entre Blanca y el delfín Luis, futuro Luis VIII.

Blanca recibió de su tío Juan los feudos de Issoudun y Graçay y otros territorios en el Berry, con la condición de restituirlos a la Corona de Inglaterra en caso de que la pareja no tuviese descendencia. El joven matrimonio se estableció en París, donde, según las crónicas, se volvieron íntimos amigos y continuaron juntos su formación hasta que tuvieron edad para llevar vida marital. Fueron padres de doce hijos, aunque sólo cinco de ellos alcanzaron la edad adulta: Luis IX, que fue Luis de Francia; Roberto I, conde de Artois; Alfonso, conde de Poitiers y Toulouse; Isabel; y Carlos de Anjou, que fue rey de Sicilia y de Nápoles.

El mal gobierno de Juan Sin Tierra en Inglaterra y el incumplimiento de las cláusulas de la Carta Magna (1215) motivó que los barones ingleses ofrecieran el trono de Inglaterra a Luis y Blanca. Ésta, como nieta de Leonor de Aquitania, era descendiente directa de Guillermo el Conquistador. Luis desembarcó en Inglaterra en 1216, pero la muerte del rey Juan presentó un nuevo candidato al trono, el niño de nueve años que sería el futuro Enrique III, primo de Blanca. Así perdió el delfín gran parte de sus apoyos y no pudo contar con la ayuda de Felipe Augusto, que se despreocupó de la cuestión, por lo que Blanca le pidió hombres y dinero para sentar a su esposo en el trono inglés. Finalmente consiguió cierto apoyo de Felipe II cuando la princesa quiso dejar a su hijo como rehén para conseguir fondos. Después, Blanca recorrió Francia para reunir más tropas y más dinero y organizó un ejército personalmente, pero cuando las naves francesas estaban a punto de alcanzar Dover fueron detenidas por una tormenta y obligadas a regresar al continente. La llamada a la paz de Isabel de Angulema, madre de Enrique III, y la decisión del papa a favor de éste, hicieron que el delfín Luis abandonase sus aspiraciones a la corona inglesa, a cambio de una gran suma de dinero.

A la muerte de Felipe Augusto en 1223, Blanca se convirtió en reina de Francia, cuando Luis VIII heredó la corona. Por aquella época el poder de la realeza en Francia era pequeño y en realidad los dominios reales se limitaban a París, la Ile de Francia y territorios dispersos. En rigor, no se puede usar el término Rey de Francia hasta la época de San Luis. Luis VIII dedicó su corto reinado a consolidar el poder real. A su repentina muerte en 1226 Blanca fue nombrada regente de Francia en nombre de su hijo, Luis IX. Hay noticias de que cuando Blanca supo de la muerte de su marido, a cuyo encuentro había salido cuando éste se dirigía a París, loca de dolor, trató de quitarse la vida.

Pero pronto se sobrepuso y en el plazo de tres semanas ya había organizado la coronación de su hijo. E instruida por el difunto rey sobre los asuntos del Estado y la Iglesia, pudo a su vez enseñar al joven Luis los mecanismos del gobierno. La situación era precaria, ya que los más poderosos nobles de Francia se rebelaron para deshacer los esfuerzos centralizadores de Felipe Augusto y Luis VIII. La regencia de una mujer durante la minoridad de un rey no era una cosa desconocida en la Europa medieval, pero lo común era que el gobierno lo ejerciera un consejo de regencia; sin embargo, Blanca asumió de hecho todas la prerrogativas de un rey, lo cual fue usado por sus enemigos para tratar de arrebatarle el poder y, cuando fracasaron en ello, la acusaron de extranjera, a pesar de que llevaba 26 años en Francia. Trataron de desacreditarla sugiriendo una relación ilícita entre la reina y el noble Teobaldo de Champaña, trovador que le había dedicado algunos poemas.

Durante su regencia firmó el Tratado de París (1229), que puso fin a la guerra de los albigenses y añadió el Languedoc al reino de Francia. Se enfrentó con éxito a Enrique III de Inglaterra, logró que ciertas facciones nobiliarias se reconciliasen y finalmente venció a los noble rebeldes. Éstos habían protagonizado en 1227 una tentativa de secuestrar al rey, pero Blanca pudo levantar a la gente de París para protegerle y el intentó fracasó. En 1230, junto con Luis IX (de 16 años a la sazón), se puso al frente del ejército real y logró que los nobles rebeldes capitulasen uno por uno. En adelante permaneció alerta y mantuvo informadores a lo ancho del reino para conocer la existencia de incipientes rebeliones nobiliarias. La regencia terminó oficialmente en 1234, cuando Luis IX cumplió los veinte años. Pero en la práctica, Blanca permaneció junto a su hijo como corregente y miembro del consejo, actuando en ocasiones como negociadora de parte de la Corona y llegando a veces a conocer las noticias antes que el rey, a quien ella informaba. Fue mencionada en la documentación como Reina de los Franceses, incluso después de que San Luis casase con Margarita de Provenza (1234).

Cuando en 1244 Luis IX anunció su intención de partir a la Segunda Cruzada su madre trató de persuadirlo de que su presencia era más necesaria en el reino que en Tierra Santa. Sin embargo los planes del rey continuaron. Los cruzados franceses no tomaron la ruta de Oriente hasta 1248. En los cuatro años que mediaron, San Luis instituyó un sistema que se extendió por toda Francia, para escuchar las quejas sobre abusos de parte de los oficiales regios, en el que no se debía tener distinciones por causa de fortuna o incluso religión. La biógrafa de Blanca, Regine Pernoud, puso de relieve la influencia que tuvo la reina-madre en la elaboración del proyecto, sobre todo en lo referente a la inclusión de los judíos dentro del sistema.

Blanca de Castilla, que con sesenta años podía tener motivos para pensar que su participación en la política ya no era necesaria, fue nombrada de nuevo regente cuando San Luis partió a la cruzada. Formó un consejo con tres clérigos y dos de los hermanos del rey. La Segunda Cruzada fue particularmente desastrosa y el rey de Francia fue capturado y mantenido cautivo en Egipto; si cuando alcanzó la libertad pudo continuar con la empresa, fue gracias al férreo gobierno de la reina-madre, que supo obtener nuevos fondos y hombres para la cruzada. Uno de los principales problemas que se le presentó durante la regencia se produjo en 1251, cuando una cruzada espontánea de campesinos, que al principio contó con la bendición de la reina, marchó a París y comenzó a causar graves desórdenes con ataques a los clérigos y los judíos. Blanca ordenó dispersarlos usando la fuerza y, aunque finalmente el movimiento fue sofocado, fue a costa de la vida de muchos campesinos. Pocos meses después, debió resolver un conflicto con la Iglesia en el que también se vieron involucrados los campesinos: los siervos que estaban bajo la jurisdicción de la catedral de Notre Dame elevaron su protesta a propósito de los impuestos adicionales instituidos por el cabildo, que calificaron de abusivos e ilegales; los líderes de la revuelta fueron encarcelados en condiciones inhumanas y Blanca intervino a favor de los campesinos y solicitó una investigación y la liberación de los presos. La Iglesia, furiosa por la intromisión de la reina en lo que definió como un asunto puramente eclesiástico, encarceló a las esposa y los hijos de los campesinos en las mazmorras de la catedral, en condiciones tan extremas que algunos murieron. Blanca marchó con un cuerpo de tropas hasta la catedral, cuyas puertas encontró cerradas. Después de exigir y obtener la llave, hizo liberar a los cautivos (algunas versiones afirman que fue la propia Blanca la que abrió la puerta de las mazmorras). Después comenzó la investigación y la reina-madre demandó que los campesinos fuesen liberados de su servidumbre, pero los obispos le acusaron de inmiscuirse en la jurisdicción eclesiástica.

Blanca no vivió para conocer la decisión de los tribunales al respecto. Agotada, ingresó en una abadía cisterciense fundada por ella dieciséis años antes. Tomó el hábito de monja y se acostó para morir. Las crónicas dicen que la reina murió poco a poco, recitando una oración. Su cuerpo fue enterrado en la abadía de Maubuisson.

Bibliografía

  • KELLY, A. Eleanor of Aquitanine and the Four Kings. Cambridge, 1950.

  • LABARGE, M. Saint Louis: Louis IX, Most Christian King of France. Boston, 1968.

  • PERNOUD, R. Blanche of Castille. Londres, 1975.

  • RICHARD, J. Saint Luis: Crusader King of France. Cambridge, 1982.

JMMT

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero