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PolíticaLiteraturaHistoriaBiografía

Blanc, Louis (1811-1882).

Poeta, periodista, ensayista, economista, historiador y hombre de estado francés, nacido accidentalmente en Madrid (España) el 29 de octubre de 1811 y fallecido en Cannes (en el departamento de Alpes Marítimos) el 6 de diciembre de 1882. Autor de una brillante producción periodística e historiográfica que le convirtió en uno de los grandes intelectuales de la Francia decimonónica, desarrolló también a lo largo de su vida una intensa actividad política que dio un impulso decisivo a las corrientes socialistas europeas. Por su enconada defensa de la acción revolucionaria como medio adecuado para la resolución de los problemas de la clase obrera, está considerado como uno de los precursores de la doctrina marxista.

Hijo de Jean-Joseph-Louis Blanc, un alto funcionario del gobierno francés que prestaba sus servicios en la capital de España durante el breve reinado de José I Bonaparte (1768-1844), tras la caída de éste (1813) regresó a Francia en compañía de su familia y se instaló en París, en donde recibió una esmerada formación académica que orientó sus pasos por el sendero de las Humanidades. En 1832, con poco más de veinte años de edad, fue contratado como preceptor particular de los hijos de un rico vecino de la población de Arrás (en el departamento de Paso de Calais), donde pronto comenzó a darse a conocer entre la clase intelectual local por sus primeros escritos periodísticos, publicados en El Progreso del Paso de Calais. Dos años después, ya de nuevo en París, ingresó en la redacción de la publicación El Buen Sentido, donde alcanzó gran prestigio no sólo por sus artículos y comentarios políticos, sino también por los poemas originales que difundió por aquellos años; con el paso del tiempo, Louis Blanc acabó dirigiendo dicha revista.

Pronto abandonó, empero, su trayectoria poética en beneficio de su carrera periodística, su actividad historiográfica y su inflamada vocación política. En 1839, ya consagrado como una de las grandes figuras de la prensa francesa de la época, fundó la célebre Revue du Progrès (Revista del Progreso), en cuyas páginas apareció uno de sus escritos políticos más difundidos, L'organisation du travail (La organización del trabajo, 1840), breve tratado en el que exponía sus ideas renovadoras acerca de la clase obrera. En líneas generales, la doctrina socialista de Louis Blanc atacaba el principio de orden social establecido, y sostenía que los trabajadores sólo podían resolver sus problemas seculares yendo directamente contra dicho orden, para lo cual era imprescindible recurrir a la acción revolucionaria. En sus constantes artículos y ensayos publicados en la citada Revue du Progès -fundada expresamente por Blanc para divulgar su ideario político-, el escritor francés se anticipó también a la formulación del principio social adoptado luego por Karl Marx (1818-1883), en virtud del cual es necesario que "cada uno aporte según sus capacidades y cada uno reciba según sus necesidades". Lejos de limitarse a la formulación teórica de estas ideas, Louis Blanc propuso que este principio se llevase a la práctica por medio de la creación de los denominados "Talleres Nacionales", unas asociaciones de trabajadores financiadas por el Estado, pero controladas por los propios obreros que prestaban sus servicios en ellas. A raíz de la Revolución de febrero de 1848, Louis Blanc pasó a formar parte del gobierno republicano provisional y, desde allí, se encargó personalmente de poner en marcha dichos Talleres Nacionales, que fracasaron estrepitosamente por una serie de razones técnicas (entre las que figuraban la escasa preparación laboral, la falta de conciencia política de muchos trabajadores y la -por aquel entonces, utópica- intención de dar amparo a todos los parados).

Otra de las medidas políticas adoptadas por Louis Blanc durante su paso fugaz por el gobierno de Francia fue la proposición de un decreto que abolía la pena de muerte en las causas políticas, aprobado de inmediato por el gabinete republicano. Por su singular capacidad para el análisis de las cuestiones económicas y sociales de aquel difícil período, fue nombrado presidente de la comisión de Luxemburgo, en la que deberían elaborarse las bases de una transacción entre las diferentes escuelas economistas, propósito que nunca llegó a realizarse por culpa de una vertiginosa concatenación de episodios revolucionarios que provocó una gran inestabilidad política en la Francia de mediados del siglo XIX. Elegido, en efecto, representante del pueblo francés en las primeras elecciones convocadas por el gobierno republicano (23 de abril de 1848), tomó parte activa en la revuelta del 15 de mayo siguiente, en la que los partidarios de las grandes reformas atacaron la Asamblea Nacional Constituyente, en protesta del escaso apoyo brindado en las urnas por una población eminentemente agraria que seguía apegada a sus valores tradicionales y reaccionarios.

La enérgica reacción del nuevo gobierno, que puso en marcha de inmediato la contrarrevolución social, dio pie a la persecución de los principales líderes revolucionarios, entre los que figuraba, en lugar bien destacado, Louis Blanc. Para evitar el proceso judicial que se le venía encima, el líder socialista huyó de Francia y, tras buscar un primer refugio en territorio belga, pasó a Inglaterra y se afincó en Londres, en donde permaneció exiliado por espacio de veintidós años. Durante este largo período de alejamiento forzoso de la política francesa, Blanc se centró en su actividad historiográfica y, tras un arduo proceso de investigación y redacción, dio a la imprenta los doce volúmenes de su pronto famosa Histoire de la Révolution Française (Historia de la Revolución Francesa, 1847-1862), cuya entrega inicial había tenido ocasión de divulgar en Francia poco antes de los acontecimientos revolucionarios y contrarrevolucionarios de 1848.

Ya desde 1841 era conocido y respetado en esta faceta de historiador, tras la publicación de su obra Histoire de dix ans. 1830-1840 (Historia de diez años. 1830-1840), en la que, al hilo del repaso del pasado reciente, atacaba con dureza la monarquía de Luis Felipe de Orleáns (1773-1849), oposición que propició su ya relatada inclusión en el gobierno republicano provisional tras la abdicación de "rey de la burguesía" en 1848. Pero fue principalmente su Historia de la Revolución Francesa la obra que le convirtió en una de las figuras más sobresalientes de la política y la historiografía de su tiempo, ya que, en ella, el socialista y el intelectual aunaban sus esfuerzos para presentar los acontecimientos revolucionarios de finales del siglo XVIII como un modelo aprovechable -tanto en lo bueno como en lo malo- para sentar las bases de las transformaciones reclamadas por la izquierda francesa a mediados del XIX.

Según Blanc, los efectos de la Revolución de 1789 tendrían que conducir necesariamente al pueblo francés hasta el socialismo, pues para él la democracia económica y social era el desenlace natural de la democracia política, siempre y cuando no se cayera en los excesos del comunismo. Señalaba también que uno de los factores desencadenantes del fracaso de la Revolución fue el individualismo exacerbado de casi todos sus líderes, por lo que reclamaba para el presente la adopción de ese ideal de "fraternidad" que los primeros revolucionarios no habían sabido poner en práctica, a pesar de llevarlo explícito en su lema. Fruto de esta fraternidad sería la solidaridad obrera y la creación de cooperativas de producción (no de consumo), es decir, de los fracasados Talleres Nacionales, que sentarían las bases de un nuevo orden social regulado por los intereses y las necesidades de la clase trabajadora.

La mayor original de la doctrina político-social de Louis Blanc frente al socialismo de otros pensadores de su tiempo estriba en su peculiar concepción del papel que debe adoptar el Estado en esa sociedad ideal regulada por los trabajadores. Algunos analistas de su obra han hablado de "socialismo colectivista" para referirse a la propuesta de Blanc, quien, sin renunciar jamás al Estado, no llega a decantarse tampoco por el socialismo de Estado (de ahí su firme rechazo del modelo comunista). En su teoría, distingue entre el sector nacionalizado (la industria minera, los ferrocarriles, el Banco de Francia, etc.) y el sector libre, donde las empresas netamente capitalistas habrían de enfrentarse con los Talleres Nacionales, que -en su utópica visión- acabarían por liquidarlas. Puede decirse también, pues, que la posición ideológica de Louis Blanc pasa por un "socialismo semiestatal" que, a diferencia del de otros teóricos del socialismo como Owen (1771-1858) o Fourier (1772-1837), rechaza el establecimiento de colonias o falansterios por iniciativa privada, y propugna que el taller social cuente con la intervención del Estado a la hora de aportar capital y de regularlo. En esta concepción del Estado como sustento financiero de la iniciativa cooperativista hay que situar una de las máximas más célebres de Louis Blanc, que afirma que "el Estado es el banquero de los pobres".

En 1870, tras el derrocamiento de Napoleón III Bonaparte (1808-1873) y la caída del II Imperio, el socialista francés regresó a su país natal con la intención de reincorporarse a la vida política. Convocadas nuevas elecciones en febrero de 1871, volvió a ser elegido miembro de la Asamblea Nacional, donde, a pesar de seguir militando en las filas de la extrema izquierda, se opuso a las acciones radicales realizadas por la Comuna de París (1871). Tras la Constitución de 1875, sus sesenta y cuatro años de edad no le impidieron volver a presentarse a unos comicios en los que fue elegido miembro de la Cámara de Diputados, desde donde combatió enérgicamente las leyes orgánicas de 1875.

Bibliografía

  • RENARD, E. Bibliographie relative a Louis Blanc (Toulouse, 1922).

  • FIAUX, L. Louis Blanc (París, 1883).

  • VIDALENC, J. Louis Blanc (París, 1948).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.