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MúsicaBiografía

Bernardi, Francesco (¿-1759).

Cantante italiano conocido como Senesino, nacido en la ciudad de Siena, si bien no se conoce la fecha de su nacimiento, y fallecido, probablemente en esta misma ciudad de Italia, el 27 de Enero del año 1759.

Senesino fue uno de los Castrati o cantantes castrados más conocido en la Europa del siglo XVIII, precisamente la época dorada para estos cantantes, emasculados en su niñez con el objetivo de que pudieran conservar, aun después de su paso a la edad adulta, el sonido de una voz infantil particularmente bella. La voz de Senesino parece haber sido, según los testimonios de la época, la de un contralto cuya tesitura iría desde la nota Sol grave hasta el Mi agudo, en contraste con la que poseían otros castrati de la época, como el célebre Farinelli, cuya tesitura correspondía a una voz de soprano. La voz de Senesino, no solamente destacaba entre los cantantes de su tiempo por la riqueza de su timbre, sino que también se distinguía por la pulcritud de su técnica vocal, caracterizada por un perfecto control de la respiración y de la emisión del aire, así como por una dicción exquisita, lo que daba lugar a que los libretistas y compositores operísticos de la época recurrieran a él como uno de sus cantantes preferidos para la interpretación de sus óperas, ya que, no solamente era capaz de llevar a cabo, dentro de la perfección técnica, los pasajes musicales más difíciles de cantar, sino que, además, conseguía transmitir al auditorio toda la intensidad expresiva presente en los textos. Uno de sus contemporáneos, el compositor, intérprete de flauta y teórico musical alemán Johann Joachim Quantz, se refirió a la voz de Senesino con las siguientes palabras: “Tenía una poderosa, clara, equilibrada y dulce voz de contralto, con una perfecta entonación y un maravilloso vibrato. Su forma de cantar era magistral y su elocución carecía de rival. Aunque nunca recargaba los Adagios con demasiados ornamentos, emitía sin embargo las notas originales y esenciales dentro de un supremo refinamiento. Cantaba los Allegros con gran fuego y marcaba rápidas divisiones desde el pecho de una manera articulada y agradable. Su aspecto resultaba bien adaptado al escenario, y su forma de interpretar era natural y noble. A todas estas cualidades se unía el hecho de que contaba con una figura majestuosa”.

La carrera de Senesino sobre los escenarios operísticos comenzó en la ciudad italiana de Venecia, en el año 1707, momento a partir del cual se sucedieron sus apariciones en otras ciudades italianas en donde la ópera gozaba de mayor popularidad: Bolonia, en 1709, Génova, en 1712, y, entre los años 1715 y 1717, también Nápoles, donde el cantante tuvo la oportunidad de intervenir en la representación de dos de las óperas compuestas por el compositor Alessandro Scarlatti, quien, en aquellos momentos, ocupaba el prestigioso cargo de maestro de la Capilla Real napolitana. La popularidad de Senesino fue creciendo en toda Italia a medida que interpretaba las óperas de compositores como Caldara, Lotti, Pollarolo, o el mismo Scarlatti, lo que dio lugar a que las noticias acerca de la perfección del arte del castrato viajaran por toda Europa. Así, a partir del año 1717, Senesino viajó a la corte alemana de Dresde, una de las más florecientes dentro del barroco europeo. En esta ciudad permanecería a lo largo de varios años, hasta su retorno a Italia en el año 1720.

De un modo particular en Inglaterra, un país en el que tradicionalmente y, más aún en esta época, tanto los compositores como la corte y el público en general se mostraban especialmente receptivos ante todas las novedades que pudieran venir de Italia, tanto en lo que se refiere al género operístico como a las artes en general, las noticias sobre el castrato Senesino alcanzaron un eco que dio lugar a que la prestigiosa Royal Academy ofreciera al cantante italiano un contrato para formar parte temporalmente de su compañía operística. El mismo compositor Georg Friedrich Haendel, quien había escuchado la interpretación de Senesino en la ópera Teofane, fue uno de los más entusiastas defensores de la idea de que el cantante se trasladara a Inglaterra. Senesino no dudó en aceptar la oferta de los británicos y se unió a la compañía que dirigía el mismo Haendel. En Londres, Senesino permaneció hasta el año 1728, año en el que retornó a su Italia natal tras haber llegado a alcanzar un elevado nivel de prosperidad económica. Casi inmediatamente, volvió a Londres, donde cantó de nuevo, tanto dentro de la compañía operística dirigida por Haendel, como de la rival, la conocida como Ópera de la Nobleza. Entre los logros alcanzados por Senesino a lo largo de su carrera operística en Inglaterra pueden destacarse los de haber cantado en los estrenos de diecisiete de las óperas compuestas por Haendel, así como en numerosos oratorios, un género que, precisamente a partir de esta época, ha gozado de un considerable nivel de popularidad en Inglaterra. Tras esta nueva estancia en tierras inglesas, el cantante se trasladó de nuevo a Italia, donde, tras participar en algunas temporadas operísticas celebradas en Turín, Florencia y Nápoles, decidió retirarse de los escenarios y retornar a su ciudad natal de Siena en el año 1740.

El divo Senesino.

A pesar del gran reconocimiento que Senesino alcanzó a lo largo de su carrera como intérprete operístico, la admiración por su arte no parece haber ido unida a su nivel de popularidad personal. Al igual que otros muchos cantantes de su tiempo, particularmente si éstos eran castrati, Senesino fue lo que hoy en día se conoce como un divo, es decir, un ser absolutamente pagado de sí mismo y seguro de que la excelencia de su arte podía equilibrar su extraordinario desprecio por aquellos que lo contrataban. El siglo XVII se corresponde, dentro de la historia de la ópera, con la época en la que triunfa la estética del Bel Canto, un estilo compositivo que primaba la voz y el papel de los cantantes por encima de cualquier otro aspecto entre los que colaboran para la configuración del espectáculo operístico. En este tiempo en el que son precisamente las facultades y la técnica vocal de determinados intérpretes las que ejercen una mayor atracción sobre el público que acude a las representaciones de ópera, se dan continuamente casos en los que, tanto los libretistas como los compositores musicales, se encontraban a merced de las exigencias planteadas por los cantantes, todo ello bajo las órdenes de los empresarios teatrales, que forzaban el sometimiento a los caprichos de los divos, asustados ante la posibilidad de que éstos pudieran incumplir su contrato en un ataque de orgullo, como, de hecho, ocurrió en el caso de Senesino, quien se negó a cantar ciertas arias de la ópera Flavio Crispo, que debía estrenarse en el año 1720, lo que dio lugar a su despido de la compañía. Los requisitos planteados por estos divos operísticos podían ir desde la exigencia de que el compositor adecuara la música a sus particulares condiciones vocales, hasta el imponer condiciones acerca de sus compañeros de reparto. En el caso de Senesino, era su misma personalidad la que a menudo causaba dificultades. En los ambientes operísticos de la época llegaron a hacerse famosos su intolerancia e impaciencia, así como sus celos profesionales y la insolencia de su lenguaje. El mismo Haendel se refirió a él como un “condenado loco”, muy poco después de que el célebre castrato llegara a Londres.

Bibliografía

  • HERIOT, A.: The Castrati in Opera. (Londres, 1956).

  • MONALDI, G.: Cantanti evirati celebri: secoli XVII-XVIII. (Roma, 1920).

  • HABÖCK, F.: Die Gesangkunst der Kastraten: erster Notenband (Viena, 1923).

Autor

  • Lucía Díaz Marroquín