Barrios, Eduardo (1884-1963).
Escritor chileno, nacido en Valparaíso en 1884 y muerto en Santiago de Chile en 1963. Tras realizar sus primeros estudios en Lima, ingresó en 1889 en la Escuela Militar de Chile. Tres años después regresó a Lima ya que la muerte de su padre -cuando él tenía diecinueve años- le obligó a tener que ganarse la vida con su propio trabajo; esta necesidad le llevó a recorrer América como comerciante, expedicionario en las gomeras, buscador de minas, vendedor de estufas, discípulo de un atleta de circo, etc.
En 1909 comenzó a trabajar en la Universidad de Chile y en 1925, fue nombrado Conservador de Propiedad Intelectual de la Biblioteca Nacional mientras oficiaba de taquígrafo en la Cámara de Diputados. Se inició en el periodismo en el diario La Mañana, ejerció como crítico de teatro en la revista Zig Zag y también colaboró en las publicaciones Pacífico Magazine y Pluma y Lápiz; esta última era una importante revista artístico-literaria que competía con Instantáneas de Luz y Sombra, dirigida por D'Halmar y Melossi. En 1927 fue nombrado Director de Bibliotecas y asumió durante un breve periodo el cargo de Ministro Educación. En 1953 volvió a desempeñar este cargo y el de Director General de Bibliotecas, en que se mantuvo hasta su jubilación en 1960. Colaboró también en el diario La Nación. Se alejó de la capital durante algunos años para ocuparse de Lagunillas, una gran propiedad rural que poseía en la región denominada Cajón del Maipo; posteriormente desempeñó las labores de administrador en la La Marquesa, una gran propiedad situada en el interior de San Antonio.
Barrios compaginó estas actividades con la escritura y publicación de sus cuentos, novelas y obras teatrales, en virtud de las cuales, obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1946, así como su ingreso en la Academia Chilena de la Lengua en 1953.
Toda su producción literaria está salpicada de toques de costumbrismo, épica, descripciones de la naturaleza y análisis psicológico de la clase media. Entre su múltiple y variada obra, cabe destacar: las colecciones de cuentos y novelas breves Del Natural (1907), El Niño que Enloqueció de Amor (1915), la más exitosa del autor, Un Perdido (1917), Páginas de un Pobre Diablo (1923); las obras teatrales Mercaderes en el Templo (1910); Por el Decoro (1913), Lo que Niega la Vida (1913) y Vivir (1916); así como las novelas Gran Señor y Rajadiablos (1948) y Los Hombres del Hombre (1950).
Su primera obra Del Natural está elaborada en función de los elementos naturalistas, de ahí su nombre. Sin embargo, el resto de su obra no estuvo enmarcada en esta tendencia en cuanto a que no está presente el determinismo propio de ella, aunque sí mantuvo los rasgos de observación, sobre todo en cuanto a la psicología de los personajes, paralela a un muy buen empleo del lenguaje.
Mercaderes en el Templo fue ganadora del Centenario de la Independencia. Después apareció su famosa novela El Niño que enloqueció de Amor, obra fina y delicada, en ocasiones muy poética y en la que se pueden rastrear claros rasgos modernistas. Con maestría, consigue adentrarse en la personalidad del personaje principal: un jovencito enamorado de una mujer adulta que sufre por la incomprensión de ella. Sus sentimientos y vivencias quedan estampados en su “diario de vida”. La historia termina en tragedia y el lector, a esta altura involucrado con el joven, siente una profunda conmoción. Otro texto que tuvo aceptación, por su lenguaje sencillo, flexible, común pero depurado y sin excesos de ningún tipo es El Hermano Asno. Su obra Gran Señor y Rajadiablos, que mereció el Premio Atenea, es el fruto de su experiencia campesina. Sobresale la figura de José Pedro Valverde, héroe rural, terrateniente a la antigua, conquistador y acostumbrado al mando, “rajadiablos” en su juventud que representa la ley y el orden a la manera feudal, enfrentada a la ley positiva. En ella existe una interpretación de las realidades sociales, históricas, geográficas y humanas del medio en que se desenvuelve.
Su última novela, Los Hombres del Hombre, es una conversación interior de un hombre consigo mismo contada a través de un diario personal que sirve para abordar el estudio de estados anímicos y profundizar en las complejidades de la personalidad, quizás una reflexión que el autor realizaba sobre sí mismo y sobre lo que significa la humanidad en su sentido más profundo.
R. Salinas / A. Harambour
