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QuímicaBiografía

Barnés González, Dorotea (1904-?).

Química española, nacida en Pamplona el 21 de diciembre de 1904. Considerada como una de las científicas nacionales más sobresalientes de su tiempo, su nombre ha quedado ligado en la historia de la ciencia española a la introducción en el país de la espectroscopia Raman. (Véase Espectroscopia Raman en Espectroscopia, y Efecto Raman).

Nacida en el seno de una familia acomodada que desempeñó un papel relevante en la política y la educación españolas de la primera mitad del siglo XX -su padre, don Francisco Barnés, era un catedrático de Historia que llegó a ser nombrado ministro de Educación durante la II República-, tuvo acceso desde niña a una esmerada formación académica que, por desgracia, era poco frecuente entre las mujeres de su tiempo. Pero el catedrático Barnés y su esposa, doña Dorotea González, estaban convencidos de la igualdad de oportunidades que, en materia educativa, debían compartir hombres y mujeres, lo que hizo posible que cuatro de sus hijas consiguieran una titulación universitaria, algo verdaderamente difícil de concebir en cualquier familia española de la época.

Afincada en Ávila por las obligaciones laborales de su progenitor, la pequeña Dorotea Barnés cursó sus estudios de enseñanza secundaria en el Instituto General y Técnico de dicha capital castellana, de donde egresó en 1923 con un título de bachiller que la facultaba para acometer empresas mayores dentro de su excelente progresión académica. Fue así como, ya a punto de alcanzar los veinte años de edad, se trasladó a Madrid para matricularse en el Instituto Escuela, recientemente fundado en la capital española (1918) con el objetivo de introducir en la enseñanza oficial los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza. Poco tiempo después, la animosa estudiante navarra formalizaba su ingreso en la Universidad Complutense de Madrid, donde en 1931 se expidió a su favor un título de licenciada en Ciencias Químicas. Durante sus últimos cursos de carrera, compaginó su asistencia a las aulas universitarias con su presencia constante en la sede de la Sociedad Española de Física y Química, a la que se había incorporado en 1928, y frecuentó también los cursos organizados por el Laboratorio Foster de la Residencia de Señoritas de Madrid, dirigida a la sazón por María de Maeztu, que se convirtió de inmediato en una de sus protectoras.

En 1929, la fundadora de dicho laboratorio, Mary Louise Foster, consiguió para una alumna tan aventajada como Dorotea Barnés una beca que permitía a la joven trasladarse a los Estados Unidos de América y completar su formación en el Smith College (Northampton, Massachusetts); merced a una pensión otorgada por la Junta de Ampliación de Estudios, la brillante científica consiguió prolongar su estancia en suelo norteamericano, donde pronto se interesó por las modernas técnicas del análisis espectral, al lado de una de sus mejores conocedoras, Gladys Anslow, doctora en Física por la Universidad de Yale y profesora del Departamento de Química del citado Smith College, quien dirigió personalmente el trabajo de investigación de Dorotea Barnés. En 1930, el triángulo formado por Mary Louise Foster, Gladys Anslow y la investigadora española estaba considerado como una de las sociedades científicas más avanzadas dentro de su especialidad, lo que quedó bien patente en la publicación de Algunas características químicas y el espectro de absorción de la cistina (1930), un espléndido trabajo con el que Dorotea Barnés consiguió el Master Degree of Science otorgado por el prestigioso Smith College. En colaboración con sus dos destacadas protectoras, la científica navarra había conseguido convertirse en una de las grandes especialistas mundiales en las técnicas de la espectroscopia aplicadas al análisis químico; además, era una especialista mundial en el conocimiento de la cistina, substancia a la que dedicó su tesis doctoral en España.

Pero antes de su regreso, aún tuvo tiempo de gozar de una nueva beca en los Estados Unidos de América, esta vez concedida por la Universidad de Yale para que pudiera asistir a los cursos impartidos en su célebre Graduate School, un lugar entonces prácticamente vedado a las mujeres, al que sólo podían acceder si acreditaban un expediente académico de excepcional brillantez. Éste era el caso de Dorotea Barnés, quien consiguió ser una de las pocas privilegiadas que, a comienzos de los años treinta, pisaban las aulas de Yale, aunque para ello tuvo que solicitar una prórroga de la ayuda otorgada desde España por la Junta de Ampliación de Estudios, pues la beca americana sólo cubría los gastos de matrícula. La concesión inmediata de esta prórroga era la mejor prueba de las expectativas que su meteórica progresión académica estaba levantando en España, donde era algo inaudito que una mujer triunfara en foros académicos extranjeros del prestigio de Yale, y menos en una disciplina que, como la química, parecía reservada hasta entonces a los estudiantes varones.

Lo cierto es que Dorotea Barnés pronto respondió gratamente a estas expectativas, pues desarrolló en su nuevo centro de investigación (el Sterling Chemistry Laboratory) un brillante estudio comparativo de los ácidos nucleicos en determinadas bacterias patógenas, al lado de otra de las grandes autoridades mundiales del momento, el profesor Coghill. En 1932, ya de nuevo en España, se incorporó en calidad de becaria al Instituto Nacional de Física y Química, en cuya sección de Espectroscopia pronto tuvo ocasión de demostrar el alcance de su intenso y fecundo proceso de aprendizaje a través de las mejores universidades de los Estados Unidos (pues, además de Yale, había frecuentado también las aulas de Harvard, en Massachusetts, y de Columbia, en Nueva York).

Al poco tiempo de haberse incorporado al citado Instituto Nacional de Física y Química, Dorotea Barnés -consagrada ya como una de las figuras cimeras de la ciencia española de la época- fue enviada a la población austríaca de Graz para estudiar, al lado del famoso profesor Karl W. F. Kohlrausch, la técnica Raman que permite identificar las moléculas de especies químicas, en cuyo desarrollo habían surgido ciertas dificultades que el mencionado profesor austríaco pretendía solventar con la colaboración de la científica navarra. Desarrollaron entre ambos un magnífico trabajo que permitió a Dorotea Barnés, a su regreso a España después de haber pasado tres meses en Graz, publicar el primer trabajo escrito en castellano sobre la técnica Raman, que vio la luz en 1932 entre las páginas de los Anales de la Sociedad Española de Física y Química.

Consagrada, pues, como la mayor especialista española en espectroscopia, en 1933 obtuvo sin gran dificultad la cátedra de Física y Química de uno de los institutos más prestigiosos de Madrid, el Lope de Vega, en cuyas aulas ejerció la docencia hasta que, a causa del estallido de la Guerra Civil, se vio forzada a emprender el camino del exilio. Previamente, en el IX Congreso Internacional de Química Pura y Aplicada (celebrado en Madrid en 1933), Dorotea Barnés había tenido ocasión de demostrar la relevancia mundial alcanzada por su trabajo, así como la importancia y notoriedad de su figura entre la comunidad científica internacional, que la nombró en dicho congreso Secretaria de la Sección de Química Biológica Aplicada.

Instalada en la localidad francesa de Carcasona durante la contienda fratricida, no fue -paradójicamente- el estallido de la guerra lo que interrumpió bruscamente su eminente carrera científica, sino el hecho de haber contraído matrimonio en Madrid en 1933, el mismo año de su gran éxito profesional en el citado congreso que había reunido en la capital española a los mejores químicos de todo el mundo. En efecto, casada y madre de una hija antes de que se produjeran los primeros choques bélicos, se vio forzada a abandonar su profesión por presiones de su marido.

Bibliografía

  • IBERO CONSTANSÓ, Alba: "Barnés González, Dorotea y Barnés González, Adela", en MARTÍNEZ, Cándida-PASTOR, Reyna-PASCUA, Mª José de la-TAVERA, Susanna [directoras]: Mujeres en la Historia de España, Madrid: Planeta, 2000, pp. 418-419.

  • MAGALLÓN PORTOLÉS, Carmen: Pioneras españolas en las ciencias. Las mujeres del Instituto Nacional de Física y Química, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1998.

  • ORTIZ GÓMEZ, Teresa-BECERRA CONDE, Gloria: Mujeres de Ciencias. Mujer, feminismo y ciencias naturales, experimentales y tecnológicas, Granada: Universidad de Granada, 1996.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.