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HistoriaPolíticaBiografía

Azanza, Miguel José de (1746-1826).

Militar y político español, virrey de Nueva España, nacido en Aoiz (Navarra) en 1746 y muerto en Burdeos en 1826.

Militar, él mismo dice que sirve a la Patria desde 1768. Secretario de José de Gálvez, recorrió casi toda la América septentrional española, hasta las Californias y Sonora. Publicó Noticia formada de orden del señor Marqués de la Torre Gobernador y Capitán general de la Isla de Cuba, de los caudales que se han invertido en las obras públicas ejecutadas durante su mando en la Havana y sus cercanías (La Habana, 1777).

Se halló en el sitio de Gibraltar, fue encargado de Negocios en San Petersburgo y Berlín, intendente de provincia en Toro y en Salamanca, y corregidor también de este último partido; intendente de ejército en Valencia y Murcia, y de campaña en el Rosellón (guerra de 1793).
Tuvo honores y antigüedad de consejero de guerra, en 1795, y el mismo año fue nombrado ministro de la Guerra.

Dos años más tarde, y coincidiendo con el inicio de hostilidades frente a Inglaterra, el 19 de octubre de 1797, cuando acababa de cumplir 51 años, fue nombrado virrey de Nueva España, en una remodelación casi general de los virreinatos de América. Sin embargo, por dificultades en la Corte y problemas de ley, no pudo embarcar hasta el 10 de abril de 1798, lo que le permitió conocer la noticia de la destitución de Manuel Godoy, con quien se había enemistado en los últimos años. Llegó a Veracruz el 19 de mayo y quince días más tarde recibió el bastón de mando de manos de su predecesor, el marqués de Branciforte, que residía en Orizaba donde tenía su cuartel general.

Aplicó su experiencia en el campo militar mediante cambios y mejoras que introdujo en la zona de Veracruz: disolvió las milicias del cantón de Orizaba por entender que serían más útiles en el cultivo de la tierra; artilló y abasteció el fuerte de San Juan de Ulúa, guarneciendo el puerto de Veracruz con un fuerte contingente militar y jefes y oficiales profesionales; terminó la construcción de 18 lanchas cañoneras iniciada por Branciforte; y mejoró la capacidad maniobrera de los navíos militares.

Poco después, ya en la ciudad de México, superó con habilidad la oposición de los amigos de Branciforte, enquistados en la Audiencia; premió con el nombramiento de brigadier al jefe de la guarnición de San Luis Potosí, Félix María Calleja, por su labor pacificadora con los poblados indígenas en las provincias del norte; reforzó las fábricas de armas de Perote y Chapultepec; y ordenó una expedición contra el establecimiento británico de Belize que, a las órdenes del gobernador de Yucatán Arturo O’Neill, fracasó ante la superioridad naval de los ingleses.

En las costas del Pacífico, amenazadas tanto por el afán expansionista ruso como por el intervencionismo inglés, fortificó los puertos de San Diego, Monterrey y San Francisco; socorrió las misiones de la alta California, las tierras que había conocido personalmente diez años antes, y destinó al puerto de Acapulco seis fragatas dispuestas para cualquier emergencia. En abril de 1799 auxilió con vituallas y caudales el puerto de La Habana, bloqueado por los ingleses. En esta época, el brigadier Calleja inspeccionó a las fuerzas acantonadas en Veracruz, asoladas por una grave epidemia, por lo que sólo pudo pasar revista de los enfermos y convalecientes.

Como buen ilustrado de la época de Carlos III se aplicó en promover reformas laborales y de las buenas costumbres, en el campo de la artesanía femenina, en la regulación de la fabricación de aguardiente, la producción de tabaco y el rescate del azogue, tan necesario para el laboreo de las minas. También se ocupó de la comodidad ciudadana, la ordenación de los mercados, el alumbrado público y el abastecimiento de aguas, así como la apertura de nuevas vías de comunicación con Sonora y Nuevo México y la ruta de México a Veracruz, por el camino de Toluca. Decidido a repoblar el territorio de California, ordenó la construcción de un pueblo en las márgenes del río Salado que se llamó Candelaria de Azanza. Promovió las ferias comerciales de Jalapa, Acapulco y Veracruz, remitió a la Península cierto caudal de fondos y logró cumplir con todos los compromisos financieros del virreinato.

La llamada “conspiración de los machetes”, en octubre de 1799, no pasó de ser una algarada montada por grupos reducidos de indios, con vagas aspiraciones independentistas. Fácilmente disuelta, se inició un juicio que se prolongó varios años, sin mayores consecuencias, pero Azanza tuvo la oportunidad de llamar la atención de la Corona en torno al incipiente peligro de insurrección que se cernía sobre las provincias americanas.

Por real decreto de 8 de noviembre de 1799, se comunicó a la real audiencia de México el cese del virrey y su sustitución en la persona del teniente general de la armada don Félix Berenguer de Marquina. Azanza resignó el cargo el 29 de abril de 1800, en la villa de Guadalupe, ya que su sucesor, apresado por los ingleses y conducido a Jamaica, no pudo llegar a tierras de México hasta comienzos de ese mismo mes.
Antes de embarcar, se trasladó a Tacubaya, donde contrajo matrimonio con su prima, doña Josefa Alegría. Su regreso a España se demoró hasta diciembre de 1800, ya que fue apresado por una fragata inglesa que lo trasladó a Jamaica, desde donde pudo llegar a La Habana pocos meses más tarde.

El juicio de residencia abierto por su sucesor terminó tres años después; en la resolución del Consejo de Indias de 2 de mayo de 1803 se dice que “había procedido en todo como perfecto virrey, gobernador y capitán general; y que por sus singulares constantes servicios se había hecho muy digno y acreedor de que la Real gratitud le manifestase lo apreciables que habían sido... el honor, justificación y pureza de un ministro que en todo tiempo ha merecido la más alta reputación”.

Al cesar en el cargo de virrey se le nombró consejero de Estado y en calidad de tal se estableció en Granada, donde el matrimonio poseía bienes propios. Pero su enemistad con Manuel Godoy le mantuvo alejado de la corte y prácticamente confinado hasta que se produjo el motín de Aranjuez. Tras la caída de Godoy, el príncipe Fernando le llamó a su lado y al acceder al trono, le encargó la cartera de Hacienda. Cuando el nuevo rey marchó a Francia, llamado por Napoleón, Azanza se quedó en Madrid.

Miembro de la Junta de gobierno dejada por Fernando, es uno de los firmantes de las dos cartas que el 17 de abril de 1808 le envía la Junta (publicadas después en la Memoria justificativa).

Presidente de la Junta de Bayona, enviado extraordinario después de Bailén y de la evacuación de Madrid por los franceses. Sus cartas, conjuntas con Urquijo, a José I, fechadas en París a 22 de agosto, 2 y 11 de septiembre de 1808, se publican en las Memorias de José. En abril de 1809 la Junta Central lo declaró reo de alta traición, con confiscación de bienes, etc.

Ministro de la Guerra, e interino de Negocios eclesiásticos, en 1809. Promovido duque por José I, recibió el Toisón de oro y fue nombrado embajador extraordinario para las bodas de Napoleón con María Luisa, en realidad para tratar de contrarrestar la tendencia del Emperador a disgregar de España las provincias a la izquierda del Ebro. Volvió a Madrid el 5 de diciembre de 1810.

Una carta suya a Benito Pardo de Figueroa se publica fragmentariamente en Diario Mercantil de Cádiz, del 3 de junio de 1810. Otra carta suya del 15 de abril de 1810 fue interceptada: en ella habla de su interés en comprar fincas desamortizadas en el término de Santa Fe (Diario Mercantil de Cádiz, del 6 de junio de 1810: no está el texto).

Niega en una declaración fechada en Madrid, el 9 de febrero de 1811 (publicada en Diario Mercantil de Cádiz, del 10 de mayo de 1811) que sea suya una carta dirigida a Urquijo, interceptada y publicada en el Memorial militar y patriótico del ejército de la izquierda, números 58, 59 y 60, en la que pintaba su desesperación (reproducida en Tertulia Patriótica de Cádiz, números 47 y 48, del 15 y 17 de enero de 1811; comentada también, pero no publicada, en Diario Mercantil de Cádiz, del 13 de enero de 1811).

Los epítetos que le dedica El patriota, número 26, del 29 de septiembre de 1813: "estantigua, servil por esencia, soñador de proyectos aéreos, hambriento de insignias y oropeles" parecen gratuitos.

Juntamente con O'Farrill publicó Memoria sobre los hechos que justifican su conducta desde Marzo de 1808 hasta Abril de 1814 (París, 1815) -ahora puede leerse en la BAE-, traducción francesa el mismo año. Azanza y O'Farrill tenían derecho a defenderse, y no les faltan argumentos para ello; pero lo que demuestra sobre todo su Memoria justificativa - así suele ser llamada - es su total adscripción al Antiguo Régimen, que les incapacitaba para comprender los sucesos que estaban teniendo lugar ante sus ojos.

Bibliografía

  • Archivo Histórico Nacional. Estado, leg. 10C, 15, nº 3 y 16, nº 2.

  • Conciso, n. 7, 14 enero 1811.

  • Diario Mercantil de Cádiz, 3 y 6 junio 1810, 13 enero y 10 mayo 1811.

  • Diccionario de Historia de España. Madrid: Revista de Occidente, 1968. 2ª ed. 3 vols.

  • PALAU Y DULCET, Antonio: Manual del librero hispanoamericano. 2ª ed. Barcelona, 1948-1977.

  • Patriota, n. 26, 29 septiembre 1813.

  • RIVERA CAMBAS, M. Miguel José de Azanza. Colección Suma Veracruzana. Citlaltepetl, México, 1962

  • ZUDAIRE HUARTE, E. Miguel José de Azanza, virrey de Nueva España y Duque de Santa Fé. Diputación Foral. Pamplona, 1981

A. Gil Novales / M. Ortuño

Autor

  • 0106 M. Ortuño