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PolíticaBiografía

Assad, Hèfiz al- o Asad, Hafez al- (1928-2000).

Político sirio, nacido el 6 de octubre de 1930 en Qardaha (Latakia) y fallecido en Damasco el 10 de junio de 2000, presidente de la República desde 1971 hasta su muerte.

Procedente de una familia campesina tradicional adepta a la secta alauita, comenzó un activismo político en sus tiempos de estudiante, y en 1946 se afilió al Partido del Renacimiento Árabe Socialista (Baaz). Recibió su instrucción en la Academia Militar de Homs y la Escuela de Aviación, en la que se graduó como piloto de combate -llegó a especializarse en acrobacias aéreas- en 1955 y fue ascendido a jefe de escuadrón cuatro años más tarde.

Entre 1958 y 1961, período de la República Árabe Unida (RAU) entre Egipto y Siria, organizó en El Cairo un comando militar del Baaz. Fracasada la RAU en 1961, fue expulsado del Ejército, pero pudo reintegrarse dos años después, cuando el Baaz se hizo con el poder. Su carrera en el escalafón militar fue meteórica: en 1964 fue promovido a general, al año siguiente era comandante en jefe del Ejército del Aire, y tras participar en el golpe de Estado del 23 de febrero de 1966 contra el baazista moderado Amin al-Hafiz, ascendió a ministro de Defensa.

Dentro del Baaz, Assad lideraba desde 1967 el ala militar y "nacionalista", no tan partidaria de la revolución socialista como de colaborar con los Estados de la región en el ideal panárabe y la lucha contra Israel. Las relaciones con el jefe del Estado Nureddin al-Atassi, líder de la facción radical y dominante, experimentaron un súbito deterioro a raíz de la fallida intervención militar en Jordania para apoyar a los palestinos contra el Ejército real. El 16 de octubre de 1970 Assad, asegurado el control del Ejército, obligó a dimitir a Atassi, y el 13 de noviembre de ese mismo año asumió la secretaría general del Baaz y estableció un Consejo Revolucionario, en el que constituyó el undécimo golpe de Estado desde que el país consiguiera su independencia en 1946.

El 22 de febrero de 1971 accedió a la presidencia de la República (puesto que ocupaba desde noviembre del año anterior Ahmad al-Jatib), y cedió la jefatura del gobierno. Un mes más tarde, Assad se sometió a plebiscito y obtuvo el 99,2 % de los votos favorables. El marco elegido de legitimación institucional se basaba en un Frente Nacional Progresista (JWW), creado en 1972, e integrado por el Baaz y otras formaciones menores (Partido Comunista, Unión Socialista Árabe, Movimiento de Unidad Socialista, Partido Socialista Árabe y Partido Democrático Unionista Socialista). El JWW obtuvo invariablemente la mayoría absoluta en los comicios de 1973 (eran las primeras que se celebraban desde 1962), 1977, 1986, 1990 y 1994, si bien permitió que candidatos independientes ocuparan una parte sustancial de la Asamblea Popular durante las últimas ediciones. Assad, por su parte, se sometió a reelecciones rituales cada siete años, en 1978 (8 de febrero), 1985 (10 de febrero) y 1991 (2 de diciembre), que como único candidato ha ganado siempre con más del 99% de los votos.

El 12 de marzo de 1973 Assad hizo aprobar en referéndum una Constitución que definía al país como una República socialista, democrática y popular, pero no islámica, reflejo del carácter estrictamente laico de su régimen. Asimismo procedió a reorientar la economía desde parámetros comunistas a otros mixtos, que han permitido hasta nuestros días -con variada suerte- la progresiva aceptación del libre mercado.

Su poder personal estuvo íntimamente asociado a los privilegios de la minoritaria secta chií alauita, que fue, de hecho, un estado dentro del Estado. Las rivalidades religiosas tuvieron cruentos episodios de acción-represión a finales de los setenta y comienzos de los ochenta, que alcanzaron su apogeo en febrero de 1982, cuando el Ejército y las milicias del Baaz destruyeron con inaudita violencia (alrededor de 30.000 muertos) la ciudad de Homs, que había caído en poder de los Hermanos Musulmanes, de práctica sunnita.

Actor principal en tres décadas de historia de Oriente Próximo, trufadas de acontecimientos, Assad fue el paradigma del maquiavelismo y la sutileza al servicio de la perpetuación en el poder. Sus constantes cambios de alianzas y variedad de rostros políticos ante Occidente (de amigo de terroristas a aliado estratégico en la guerra) deben enmarcarse en una estrategia de adaptación a las circunstancias y de salvaguarda de los intereses de Siria en tan volátil región.

A comienzos de los años setenta se interesó por un tiempo en una Federación de Repúblicas Árabes junto con Egipto y Libia (sostuvo numerosas cumbres al respecto con Sadat y Gaddafi), que, como tantos otros proyectos panarabistas, no prosperó. Lo cierto es que Assad acusó un renovado pro-sovietismo (el mismo que, precisamente, reprochara a Atassi), justo cuando Sadat cortaba amarras con la URSS y Gaddafi profesaba un anticomunismo visceral. De entre las varias visitas que Assad realizó a Moscú, fue especialmente importante la del 8 de octubre de 1980, en la que firmó con Brezhnev un Tratado de Amistad y Ayuda Militar de veinte años de validez, que confirmaba a Siria como principal aliado de la URSS en la región y le garantizaba un suministro de armas, vital para la deseada "paridad estratégica" con Israel.

La alianza con Egipto en la guerra contra Israel (octubre-noviembre de 1973) permitió recuperar el nivel de relaciones de tiempos de la RAU, pero Assad no sólo no recobró el Golán perdido en 1967; el ejército israelí llegó a los arrabales de Damasco, y sólo se retiró tras la firma de un alto el fuego el 31 de mayo de 1974 por mediación de Estados Unidos. Assad, que había restablecido las relaciones con este país -rotas en 1967- y recibido a Nixon en un histórico encuentro, celebrado el 15 de junio de 1974, se negó a iniciar negociaciones para un acuerdo de paz definitivo con Israel, como estaba haciendo Sadat. La ruptura definitiva con éste se produjo el 5 de diciembre de 1977 tras el viaje a Israel del mes anterior. Assad no perdonó a Sadat este unilateralismo, que, a sus ojos, debilitaba de forma dramática la causa de la restitución global de los territorios ocupados.

Las relaciones con la Jordania del rey Hussein atravesaron también diversas vicisitudes. El 3 de julio de 1971 Damasco se unió a otros países árabes progresistas y rompió relaciones con Ammán, en protesta por la represión de los palestinos, pero el 11 de septiembre de 1973 tuvo lugar la reconciliación en la conferencia de El Cairo. En 1980, el apoyo de Assad a Irán en su guerra contra Irak situó la hostilidad sirio-jordana al borde la guerra, y el 5 de mayo de 1986, con la visita de Hussein a Damasco, las relaciones quedaron restablecidas de manera definitiva.

Pero fue a la larga y compleja guerra del Líbano a la que Assad debió su renombre internacional. En un primer momento (1 de junio de 1976) envió sus tropas para impedir una inminente derrota cristiana ante los palestinos y sus aliados de la izquierda musulmana; sin embargo, la reacción del mundo árabe a la "defección" egipcia le indujo, a partir de febrero de 1978, a volverse contra sus aliados, los cristianos falangistas, y a gestionar nuevos apoyos en el campo cristiano moderado. Remiso a hacer frente al ejército israelí cuando éste invadió Líbano en junio de 1982, el ejército sirio, asistido por milicias chiíes locales, se lanzó en 1983 a la destrucción de los fedayin de la OLP, organización que obstaculizaba la ambición de Assad de colocar el país bajo su égida. Firmada en 1987 la paz con la izquierda libanesa y los palestinos de Arafat -a quien recibió en visita reconciliatoria el 24 de mayo de 1988-, y aplastada la resistencia cristiana del general M. Aoun en octubre de 1990, Assad pudo subscribir el 22 de mayo de 1991 con su homólogo libanés, E. Harawi, un Tratado de Hermandad y Cooperación que, de hecho, convertía al recién pacificado país en un protectorado de Damasco.

El triunfo en Líbano coincidió con la superación de su aislamiento internacional. A la tradicional amistad con Libia e Irán se sumó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Marruecos (9 de enero de 1989) y Egipto (27 de diciembre de 1989) -cruce de visitas con H. Mubarak, primeras desde 1977, en 1990-, más la normalización con Arabia Saudí. En la actualidad Damasco, El Cairo y Riad colaboran estrechamente en el mantenimiento del statu quo del Golfo Pérsico.

La crisis provocada por la invasión iraquí de Kuwait en agosto de 1990 brindó a Assad una magnífica oportunidad para normalizar sus tratos con Occidente (Estados Unidos incluía entonces a Siria en su lista de Estados padrinos del terrorismo internacional), más perentorios si cabe por la desaparición de la URSS, e imponerse decisivamente sobre su gran rival regional, Irak, con quien las relaciones diplomáticas estaban rotas desde el 10 de octubre de 1980. Efectivos sirios participaron en la fuerza panárabe desplegada en Arabia Saudí para protegerla de un ataque iraquí, y combatieron testimonialmente en la guerra de enero-febrero de 1991. La rehabilitación de Assad ante Occidente tuvo diversos momentos: el encuentro con el presidente G. Bush en Ginebra el 23 de noviembre de 1990, la liberación de los rehenes del Líbano en 1991, el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el Reino Unido (rotas en 1986) el 28 de noviembre de 1990 y, sobre todo, la participación en la Conferencia de Paz para Oriente Próximo que arrancó en Madrid en octubre de 1991. En este apartado, Assad se mostró como el más inflexible interlocutor de la zona al exigir a Israel, previo cualquier arreglo, la retirada de los Altos del Golán conforme a las resoluciones 242 (1967) y 338 (1973) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta tesis de "territorios antes que paz" no pudo ser quebrada por las numerosas misiones de los secretarios de Estado estadounidenses, ni por el propio presidente B. Clinton, que sostuvo dos encuentros con Assad en 1994. En los últimos tiempos del gobierno laborista israelí se insistió en la inminencia de un acuerdo, pero la continuidad de las acciones del grupo Hezbollah desde el sur del Líbano -con la anuencia siria- contra Israel, y el colapso del proceso global de paz a raíz de la vuelta del conservador Likud al gobierno de este país en 1996, han puesto fin, sine die, a cualquier expectativa.

Hombre de carácter reservado, tímido a veces, Assad fue un dictador absoluto avalado por los omnipresentes y numerosos servicios de seguridad. A su muerte subió al poder su segundo hijo, Bachar, pues el primogénito, Basel, que había designado como su sucesor, murió en un accidente de automóvil.

R. Ortiz de Zárate

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