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PinturaBiografía

Arosa, Margarita (ca. 1852-d. 1903).

Pintora e ilustradora española, nacida en París (Francia) alrededor del año 1852, y fallecida en su ciudad natal después de 1903.

Nacida en el seno de una familia burguesa acomodada, desde muy temprana edad tuvo a su disposición todos los medios necesarios para desarrollar su innata vocación artística, ya que su progenitor, Gustavo Arosa, era un reputado arqueólogo que, entre otras profesiones, había ejercido como profesor de grabado del gran pintor parisino Paul Gauguin. Rodeada de artistas plásticos que compartían amistad con su padre, la joven Margarita cursó sus primeros estudios de dibujo y pintura en la madrileña Escuela de Bellas Artes de la Academia de San Fernando, para trasladarse después a su París natal con el propósito de perfeccionar su formación artística en los estudios y talleres plásticos de otros maestros tan relevantes como los pintores Armand Gautier, Constant Ayer y Félix Barrías. Así las cosas, con poco más de treinta años su nombre circulaba ya en los foros y cenáculos artísticos de la capital gala como el de una de las jóvenes promesas de la pintura femenina europea, lo que le permitió tomar parte en varias muestras colectivas y en diferentes concursos y certámenes plásticos en los que dejó numerosas huellas notables de su valía en el manejo de los pinceles. En el Salón de París de 1882, Margarita Arosa colgó su cuadro titulado Retrato de Pagan, que mereció los elogios de la crítica especializada y propició que la joven artista siguiera concurriendo de forma ininterrumpida a dicho certamen hasta 1900.

Al mismo tiempo, las noticias de su éxito en la capital francesa llegaron a España y dieron a conocer el nombre de la pintora parisina a través de los principales rotativos y revistas de todo el país (entre ellos, el diario El Globo, que en 1893 reprodujo entre sus páginas cuatro pinturas de Margarita Arosa: Paisaje, Marina, Una mujer en la ventana y Naturaleza muerta). Nuevos triunfos internacionales (como el obtenido en 1884 en la Exposición de Bruselas) consolidaron el nombre de la artista en todos los foros pictóricos europeos durante la década de los años ochenta, aunque no faltaron voces -sobre todo, en España- que intentaron desacreditarla tildándola de mera aficionada. En buena medida, estas opiniones desfavorables venían suscitadas por una cuestión ajena a la dimensión estética de su obra, y profundamente arraigada en la valoración moral que algunos críticos mojigatos hacían del contenido de sus cuadros. Y es que Margarita Arosa, pionera de la liberación y promoción de la mujer en una parcela que, como el mundo del Arte, seguía estando dominada por juicios e intereses masculinos, fue la primera pintora española que se atrevió a abordar en sus lienzos el tema del desnudo.

En efecto, en 1887 la artista concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid con su célebre cuadro titulado La baigneuse (La bañista), en el que, por vez primera en la pintura española del siglo XIX realizada por mujeres, se reproducía un desnudo integral femenino. Esta obra, de extraordinaria calidad artística y riguroso acabado formal, se hizo acreedora de una mención honorífica otorgada por el jurado de dicho certamen, pero también mereció la desaprobación de quienes, desde unos criterios estéticos y morales profundamente reaccionarios, consideraban que las mujeres debían limitarse a reflejar en sus lienzos flores, paisajes y retratos castos (temas que, por cierto, también cultivó con admirable soltura y perfección Margarita Arosa). En justa coherencia con este pensamiento gazmoño y trasnochado, en las escuelas y academias de dibujo españolas se prohibía, a las pocas niñas y muchachas matriculadas en sus aulas, asistir a las sesiones de copia de modelos al natural, lo que hacía prácticamente imposible que las pintoras españolas adquiriesen la técnica necesaria para afrontar el tema del desnudo. Por fortuna para el desarrollo de su formación pictórica, Margarita Arosa había asistido en París a otros talleres y escuelas en los que no reinaban estos ñoños prejuicios morales, aprendizaje que le permitió combatir, con su propia producción artística, a quienes anteponían criterios de pudor a los baremos técnicos y estéticos imprescindibles para juzgar una obra plástica.

A pesar de la mirada sañuda de quienes contemplaban sus cuadros desde los convencionalismos sociales y morales de la época, Margarita Arosa siguió demostrando con su actitud una audacia y valentía poco frecuentes en el mundo de la creación femenina de su tiempo y, con su arte, unas cualidades innatas que hacían de ella una de las pintoras más inspiradas del arte español de finales del siglo XIX. En efecto, en 1889, lejos de amilanarse con el pequeño escándalo suscitado dos años antes por la exhibición de La baigneuse, la animosa pintora volvió a presentar una de sus obras en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, donde de nuevo fue distinguida con una mención honorífica. En 1891, alentada por su enfrentamiento con los críticos más conservadores, formalizó su ingreso en la Sociedad de Mujeres Pintoras y Escultoras de Francia, y al año siguiente volvió a triunfar con uno de sus cuadros en la Exposición Internacional de Bruselas. Fue, en resumen, una excelente pintora e ilustradora que, amena y variada en el dominio de su técnica predilecta (la acuarela), halló en los círculos artísticos europeos mayor proyección y reconocimiento que en el enrarecido mundillo cultural de la España finisecular del XIX.

Bibliografía

  • EZQUERRA DEL BAYO, Joaquín: Retratos de mujeres españolas del siglo XIX [s. p. i.].

  • IBERO CONSTANSÓ, Alba: "Arosa, Margarita", en MARTÍNEZ, Cándida-PASTOR, Reyna-PASCUA, Mª José de la-TAVERA, Susana (directoras): Mujeres en la Historia de España, Madrid: Planeta, 2000, pp. 407-408.

  • OSSORIO Y BERNARD, Manuel: Galería biográfica de artistas españolas del siglo XIX, Madrid: Librería Gaudí, 1975.

  • PANTORBA, Bernardino de: Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España, Madrid: [s. e.], 1980. [Ed. de Jesús Ramón GARCÍA-RAMA].

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.