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LiteraturaBiografía

Aquiles Tacio (s. II).

Escritor griego del siglo II d.C., autor de Leucipa y Clitofonte, una de las novelas griegas que más éxito e influencia han tenido en la tradición clásica, tanto bizantina como renacentista y barroca. Prácticamente nada sabemos del autor de la novela. Es bastante probable que fuera de Alejandría (el nombre Tacio podría venir del dios egipcio Tat), y en cuanto a la época en la que escribe hay unanimidad en apuntar al siglo II d.C., tanto por la evidencia de los papiros como por la huella clarísima de la Segunda Sofística en el estilo y aires de la obra.

La trama

Libro I

El narrador llega a Sidón despúes de un temporal y en el templo de Astarté traba amistad con Clitofonte, quien en un bosque cercano le cuenta su historia. El joven es de Tiro; su padre, Hipias, quería casarle con su hermanastra Calígone, pero de Bizancio llega su prima Leucipa, de la que se enamora al instante. Aparecen en escena Clinias, pariente de Clitofonte, y Caricles, prometido contra su voluntad con una rica y fea heredera. Caricles de dispone a huir de este matrimonio en un caballo que le ha regalado Clinias, pero fallece en una caída con el consiguiente llanto de Clinias. En el jardín de Clitofonte éste mantiene con Leucipa y sus criados, Sátiro y Clío, una erudita charla sobre temas amorosos.

Libro II

Un joven de Bizancio, Calístenes, rapta por error a Calígone, a quien toma por Leucipa; en vista de ello se aplaza la boda de Clitofonte. Con la connivencia de Clío Clitofonte penetra por la noche en la alcoba de Leucipa, pero su madre lo descubre y tiene que huir, aunque no es reconocido. Temiendo que Clío confiese, los dos amantes se fugan en un barco rumbo a Alejandría, acompañados de Sátiro y de Clinias. Durante el trayecto traban amistad con el egipcio Menelao, aficionado a los muchachos, que les cuenta sus desventuras.

Libro III

La nave naufraga pero Leucipa y Clitofonte consiguen llegar a suelo egipcio, donde caen en poder de unos feroces piratas, que planean sacrificar la muchacha a su dios. Aparecen soldados egipcios al mando de Cármides que derrotan a los bandidos y acogen a Clitofonte, pero cuando van a liberar a Leucipa se encuentran con una zanja que les impide el paso; asisten impotentes al macabro sacrificio de Leucipa al otro lado de la zanja. Clitofonte quiere suicidarse junto a su amada, pero aparecen entonces Menelao y Sátiro (que se habían salvado del naufragio) y descubren el teatral truco: con un falso puñal y tripas de cordero habían engañado a los bandidos, Leucipa está indemne. Digresión sobre el ave Fénix.

Libro IV

Tanto Leucipa como Clitofonte han sido visitados en sueños por los dioses (Artemis y Afrodita) para que se mantengan vírgenes hasta el día de su boda. El general Cármides, enamorado de Leucipa, intenta atraérsela por mediación de Menelao; la joven sufre un ataque de locura que dura varios días. Mientras tanto los bandidos tienden una trampa a los soldados y gran parte de ellos perecen ahogados, así como Cármides. Un tal Quéreas revela a Clitofonte que la enfermedad de Leucipa se debe a una droga que ha ingerido y para la que él conoce el antídoto. Una vez pacificada la zona parten en compañía de Quéreas hacia Alejandría; travesía por el Nilo.

Libro V

Llegan a Alejandría. Quéreas, enamorado de Leucipa, pretende raptarla. Durante una excursión a la isla de Faros unos piratas raptan a Leucipa, salen huyendo en una nave y cuando se ven perseguidos decapitan a la joven y arrojan su cuerpo al mar. De vuelta a la ciudad Clitofonte se encuentra con Clinias y Sátiro, que le convencen de que se case con una rica viuda de Éfeso, Mélita, enamorada de él; el joven pone como condición que la boda no tenga lugar hasta llegar a Éfeso, y durante el viaje por mar tiene que resistirse a los avances de la apasionada viuda.

Ya en Éfeso, en la magnífica casa de Mélita, Sátiro hace llegar a Clitofonte una carta de Leucipa, que está como esclava al servicio de la viuda, y el joven le responde prometiéndole seguirle siendo fiel. Ante la frialdad de Clitofonte Mélita recurre a Leucipa -que se hace pasar por oriunda de Tesalia, tierra de brujas- y la joven promete ayudarla. En esto llega Tersandro, el marido de Mélita dado por muerto, y golpea a Clitofonte, que va a dar en la cárcel; Mélita se ha enterado de la identidad de Leucipa y en un arranque pasional va a visitar a Clitofonte y allí, en el suelo de la prisión, consigue que el joven ceda a sus insistentes ruegos.

Libro VI

Clitofonte intenta evadirse vestido con las ropas de Mélita pero es descubierto; se le acusa oficialmente de adulterio. Mientras tanto Tersandro intenta conseguir los favores de Leucipa, y ante la negativa de ella la deja al cuidado de Sóstenes, igualmente prendado de la muchacha. Nuevo intento de Tersandro, pero Leucipa promete mantenerse virgen y fiel a Clitofonte.

Libro VII

Éste recibe como compañero de celda a un maleante que le habla del asesinato de Leucipa, ordenado por Mélita. Clitofonte, deseperado, decide acusar en el juicio a Mélita y a sí mismo del supuesto asesinato. Así lo hace, pero Clinias interviene en su favor y presenta su confesión como el fruto de su desesperación. Mientras tanto Sóstenes emprende la huida y Leucipa va a refugiarse al templo de Artemis. Llega a Éfeso Sóstrato, padre de Leucipa, acompañado de un sacerdote de Artemis, y revela que un sueño enviado por la diosa le anunció que con Clitofonte encontraría a su hija; en ese momento se anuncia que una joven se ha refugiado en el templo de Artemis, y en él se produce el reencuentro de los jóvenes amantes.

Libro VIII

Continua el proceso. Tersandro solicita que la joven sea sometida a una ordalía en la cueva de Pan para verificar su virginidad: la siringa del dios que hay en el interior sonará suavemente si la joven es virgen, y si no ésta desaparecerá para siempre. Más discursos de acusación y de defensa a cargo de Tersandro y del sacerdote de Bizancio. Por su parte Mélita tendrá que someterse a otra ordalía en la laguna Estigia para ver si es o no adúltera. Ambas salen con éxito de las pruebas, Mélita gracias a una treta (pues jura que no cometió adulterio mientras su marido estaba ausente, lo que es cierto). Se descubre la verdad, Sóstenes es encarcelado y Tersandro desterrado.

Leucipa cuenta ahora sus aventuras desde que fue raptada en Faros: los piratas habían decapitado a otra mujer para despistar a los perseguidores y se habían desembarazado de Quéreas; después la habían vendido y así había ido a parar a manos de Sóstenes en Éfeso. El padre de Leucipa cuenta otra historia, la del raptor Calístenes (comienzo del libro II), que se enamoró de Calígone y se regeneró, casándose legalmente con ella. Finalmente Clitofonte es declarado inocente y todos regresan a Tiro para la boda. Así termina la novela, sin que la voz vuelva al narrador que ha escuchado toda esta historia de labios de Clitofonte (es posible que el final se haya perdido).

Sobre la obra

Algunos problemas filológicos planean sobre Leucipa y Clitofonte. Y es que uno de los papiros que contiene restos de la novela presenta un texto más reducido que el de los manuscritos medievales y además en un orden distinto; ello ha llevado a pensar en una redacción original del siglo II d.C. que posteriormente (siglos III o IV) habría sido retocado por un autor más retórico, pero no hay ni mucho menos unanimidad en esta cuestión.

Desde el punto de vista de la narración nos encontramos con algo único entre las novelas griegas conservadas: está contada en primera persona por el propio Clitofonte (como ocurre también en Petronio y Apuleyo). Ello implica una perspectiva personal y además un mayor protagonismo de Clitofonte en detrimento de Leucipa. La trama, en la que se han visto tres partes bastante diferenciadas (el encuentro y huida de los amantes; aventuras en Egipto; proceso y liberación en Éfeso), es lineal pero se ve constantemente interrumpida por todo tipo de descripciones, leyendas, discursos y disertaciones más o menos floridas y pedantes, que apuntan al ambiente retórico y culterano de la Segunda Sofística.

La novela sigue las convenciones del género, pero hay que hacer algunas matizaciones. En primer lugar es perceptible un cierto distanciamiento irónico con respecto a los sucesos que se narran, hasta el punto de que se ha querido ver en Leucipa y Clitofonte una parodia del propio género novelesco. En este orden de cosas hay que mencionar también los abundantes detalles de tipo picaresco y costumbrista, incluso algunos que se podrían calificar de "naturalistas" (como las alusiones a la menstruación de Leucipa o a las necesidades fisiológicas de algún personaje). También se aparta del tono idealista de otras novelas en lo referente a la castidad, al menos la de Clitofonte, que sucumbe de forma bastante verosímil a los encantos de Mélita. El personaje de esta última ha sido elogiado como uno de los más veraces y humanos de todo el género novelístico griego. Esta relativa profundización psicológica de que hace gala el autor ha llevado a algún estudioso a comparar su papel en el desarrollo de la novela griega con el que tuvo Eurípides en el de la tragedia.

El aparato divino, por su parte, cumple su función de rigor en el desenvolvimiento de la trama, pero es perceptible que el autor recurre a ello por pura convención, sin la sincera religiosidad presente en otras novelas. El ambiente en que se mueven los personajes no pretende remitir a una época histórica precisa, se trata simplemente de un medio burgués adinerado, lejos ya de los reyes, sátrapas y terratenientes de Quéreas y Calírroe de Caritón de Afrodisias.

Por lo que hace a la tradición literaria hay que decir que esta novela fue, junto con las Etiópicas de Heliodoro, la más apreciada e imitada tanto en el mundo bizantino como en la Europa renacentista y barroca. Traducida al latín ya en 1544 (parcialmente), la edición príncipe del texto griego se retrasó hasta 1601. Durante los siglos XVI-XVII la obra se vertió a las principales lenguas europeas, y en España la tradujo Diego de Agreda, en 1617 (se ha perdido la versión hecha por José Pellicer, y es posible que Quevedo también la tradujera). Además la obra fue fielmente imitada, aunque incluyendo elementos de tipo caballeresco y pastoril, por Alonso Núñez de Reinoso en Los amores de Clareo y Florisea, y las tristezas y trabajos de la sin ventura Isea (publicada en Venecia en 1552), que dio a conocer la novela de Aquiles Tacio entre los escritores españoles de la época; en poca o mucha medida el Persiles y Sigismunda de Cervantes está en deuda con ella.

Autor

  • Enciclonet