Alfonso Barrios, Pedro Enrique (1903-1977)
Político chileno, nacido en Ovalle (Norte Chico) el 25 de marzo de 1903 y fallecido en Santiago el 10 de septiembre de 1977. Miembro del Partido Radical, fue una de las figuras destacadas del panorama político chileno, merced a su sólida línea de actuación, así como a su inteligencia y hábil criterio, que le permitieron soslayar a aquellos sectores de la oposición que buscaban derribar al gobierno. A todo esto se añadió la realidad del momento que le tocó vivir, un período importante de la historia de Chile que tuvo que afrontar sin ningún legado político previo.
Vida
Hijo de Pedro Alfonso Muñoz y de María Luisa Barrios Barrios, cursó sus primeros estudios en el Liceo de su ciudad natal y, posteriormente, en el santiaguino internado Barros Arana. Sus primeros pasos en política los dio ya en la adolescencia, cuando a los quince años de edad se afilió al Partido Radical y volcaba sus ideas en el periódico local La Construcción. Ingresó luego en la Universidad de Chile para estudiar la carrera de leyes, que culminó con éxito en 1925, y de dispuso entonces a ejercer la abogacía en Temuco, donde fue procurador del número y secretario fiscal de la Corte de Apelaciones, trabajo que simultaneó con sus labores docentes en el Liceo de esta ciudad. Poco después volvió a Ovalle, con el cargo de juez de letras, dispuesto a encargarse de las tierras familiares.
Sus inquietudes políticas lo impulsaron a presentar su candidatura a las elecciones generales de 1933, en las que salió elegido diputado por La Serena, Ovalle, Elqui e Illapel para un período de cuatro años, durante el cual también formó parte de la Comisión de Legislación y Justicia y de la de Agricultura y Colonización. En 1937 volvió a resultar reelegido y pasó a integrar la Comisión de Hacienda, pero estas tareas se interrumpieron cuando el 24 de diciembre de 1938 asumió la presidencia de la República Pedro Aguirre Cerda, y requirió a Alfonso Barrios para la cartera de Interior, que ocupó con tan sólo treinta y cinco años. El primer problema que tuvo que afrontar durante el tiempo que estuvo a la cabeza del ejecutivo fue el terrible terremoto que asoló Chillán, cuyas secuelas fueron catastróficas. En su intención de paliar en parte éstas, creó la Corporación de Reconstrucción y Auxilio y la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), iniciativa que se convirtió con el tiempo en uno de los puntales de la industria y la economía del país, hasta el punto de que estuvo en vigencia más de cincuenta años. Reemplazado en el cargo por Guillermo Labarca en 1939, se puso al frente de la cartera de Hacienda hasta 1940.
Cuando el radical Juan Antonio Ríos asumió la presidencia de la República, fue nuevamente fue designado ministro de Economía y Comercio, puesto en el que estuvo desde 1945 hasta un año después. Sin embargo, el prematuro fallecimiento del presidente a consecuencia de un cáncer trajo consigo nuevas elecciones, en las que resultó elegido Gabriel González Videla, con quien Alfonso sostenía una buena amistad desde hacía tiempo. Una vez más fue llamado el de Ovalle para encabezar el gabinete como ministro del Interior en 1950, además de lo cual asumió las funciones de vicepresidente durante el viaje que Videla emprendió a los Estados Unidos.
En los comicios de 1952, en los que debía elegirse al sucesor de Gabriel González Videla, Alfonso presentó su candidatura por el Partido Radical, apoyado también por la Falange Nacional y por una fracción del Partido Democrático, pero sólo obtuvo el tercer lugar, por detrás de Carlos Ibáñez -que fue el nuevo presidente- y de Arturo Matte, posiblemente debido al desgaste que catorce años en posiciones políticas radicales habían causado en el pueblo.
Volvió entonces a ejercer la abogacía por un breve tiempo, pues con el gobierno de Jorge Alessandri, desempeñó durante un mes la cartera de Agricultura en 1963. Posteriormente viajó a Europa como representante de la Corporación de Ventas de Salitre y Yodo, y estuvo como agregado comercial en la embajada chilena en Londres. Sus deseos de alejarse de los sinsabores de la política le llevaron a rechazar en dos ocasiones el cargo de embajador, una en España y otra en Francia, y también renunció a un nuevo nombramiento como ministro de Interior.
Se retiró de la política activa hacia 1970 cuando, tras la crisis de años anteriores, el Partido Radical se escindió y prevaleció en el poder la facción socialista marxista. Ante el cariz de los acontecimientos prefirió mantenerse al margen, e incluso renunció a formar parte del Consejo de Estado cuando fue requerido por Salvador Allende. Se retiró a su domicilio santiaguino, junto a su esposa, Esperanza González Julio, y sus hijos, donde transcurrieron pacíficamente sus últimos años de vida. A su muerte, acaecida un 10 de septiembre de 1977, sus restos, por expreso deseo suyo, fueron trasladados a su localidad natal.